Cine-mundial (1923)

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CINE-MUNDIAL MUNDO DE LOS INTOXICADOS ENTRO de las enfermedades hay mundos diferentes con una independencia y demarcación como en los animales. El mundo de los ciegos: la vida se adapta a las tinieblas y bajo la obscuridad se desarrollan problemas vitales y psicológicos que nosotros no comprendemos. El mundo de la lepra: la desgracia y la enfermedad cambian esos cerebros y -sus pasiones y virtudes evolucionan mostrándose incomprensibles al hombre normal. El ambiente del tuberculoso: el amor y el odio se manifiestan en formas tan especiales que sólo por ellos pueden ser comprendidos. Tras la barrera que forma la enfermedad separando al hombre morboso del normal las vidas van deslizándose en una serie de problemas nuevos que nosotros no alcanzamos a ver ni a explicar y que por ese motivo llamamos “anormalidades”. Anormalidades quizá debe de haber también en esas agrupaciones que forman las abejas y las hormigas, o en las formaciones coralinas, y sin embargo socialmente son más perfectas que los hombres. El veneno también forma un ambiente. En el fuego del opio, de la morfina y de la cocaína se sostiene una vida en la cual los cerebros piensan de diferente manera que los normales y miran nuestras acciones con la misma extrañeza que nosotros miramos las de ellos. Las drogas han formado un mundo: “El Bo mÉ m mundo de los intoxicados". ( He constatado en:los morfinómanos una impresionabilidad muy grande ante las desgracias, un amor muy pronunciado a los animales y una marcada afición a las flores. La morfina no cabe duda que actüa sobre los sentimientos; mas las desgracias de los otros hombres no conmueven a esos enfermos. Cuando ven salir a un amputado de la sala de operaciones no tienen para él ni una mirada de lástima y, no obstante, algunos han llorado al verme conducir un perro o un conejo al Laboratorio. Me ha hecho esto pensar en el concepto que puedan tener los intoxicados de sus semejantes; estoy convencido que les miran como seres diferentes. El hombre normal desprecia al morfinómano, pero éste desprecia más al hombre normal. Un enfermo intoxicado durante cuatro años por la morfina me decía: “Mi hogar, compuesto por mi esposa y tres hijos, va siendo para mí cada día más extraño; ni les comprendo yo a ellos, ni yo soy comprendido. No es el veneno que me separa de ellos sino sus acciones y su vida en la cual diariamente voy descubriendo nuevas vulgaridades y acciones puramente vegetativas. Mi gente tiene una sensibilidad de caballo o de gallina, sólo accionan ante impulsos puramente animales; no comprenden la sutileza y la delicadeza de ciertos actos. Mi familia me parece en conjunto una hembra animal con sus cachorros." Mayo, 1923 <— Por el Dr. Julio Cantalapiedra Un profano oyendo hablar de tal forma a ese enfermo le tomaría por un loco o por un degenerado; yo en él veo simplemente un hombre con un cerebro que se distancia del de los demás hombres sin tomar el camino de la locura. ¿Qué enigmas habrá en esas células nerviosas viviendo bajo el veneno? Quizá sea algo semejante al cerebro del que nació ciego, diferente en parte a sus semejantes porque sus centros nerviosos nunca fueron excitados por la luz. ko *R o El amor en los intoxicados tiene sus misterios. Me refiero solamente a la parte psi cológica, dejando a un lado la cuestión orgánica. Dos morfinómanos se conocen y en seguida se entienden. He visto muchos ejemplos. Una dama del alto mundo social admite y corresponde el amor de un pobre artista de rruído y suicio; el veneno les une. A una gran estrella del mundo teatral de París la vi inmune ante el amor de un ejército de admiradores, pensando solamente en sus pipas y demás atributos del opio. Una noche, en el ambiente de un cenáculo del Barrio Latino, conoció a un pobre estudiante satu rado de morfina y filosofía; se entendieron pronto y aquel romance envuelto en el humo de las drogas adornado con agujas, jeringuillas y lámparas, tuvo un epílogo de sacrificio: mientras el estudiante abandonaba el veneno bajo un tratamiento, ella para ayudar moralmente a su amante rompió las pipas y se curó del opio más con su propia voluntad que con la ayuda de mis indicaciones. iGran sacrificio! Un adicto a la cocaína trata de buscar el carifio entre los adictos a su droga. Hasta en las acciones más discretas del amor el veneno influye sobre los amantes. La droga les ayudará a comprenderse. Entre ellos se repite muchas veces la siguiente escena: huyendo del ruido que produce la vida mecánica actual los enamorados buscan un Sitio apartado donde la presencia de otras gentes no les molesten. El drogadicto se aparta de las multitudes. Los cuerpos se envuelven en una sábana impregnada en agua de colonia u otra esencia; los vapores del perfume entran en los pulmones que apenas perciben el aire puro y en ese momento la nieve de cocaína se aplica por las narices, una, dos, veinte veces! La dosis de la droga a medida que va aumentando produce sus terribles efectos; una ligera nerviosidad, una excitación con descargas como las de las pilas eléctricas, un semidelirio cargado de visiones en las que abundan los insectos que pican la piel o entran por los oídos... En la cocaína yo creo que hay algo de depravación. El amor paternal de un viejo intoxicado hacia el que entra en el veneno es marcadísimo. La experiencia del que ha tomado durante largo tiempo la droga aconseja al neófito las precauciones que exige el alcaloide y la manera de evitar accidentes. Enseña también uno de los problemas principales entre los drogadictos: la manera de conseguir la droga. Entre esas gentes hay un mundo que sólo ellos comprenden. Visto desde fuera cualquiera les tacharía de locos o degenerados; no seamos tan estrictos a semejanza de esos que al enamorado le califican de imbécil. x 0k * El adicto al opio, como el de la morfina y la heroína, tiene una doble personalidad: la de hombre y la de intoxicado. Como hombre es simplemente igual a los demás, con la diferencia de tener en aumento la inteligencia del macho y la perspicacia de la hembra. Como intoxicado es un ser separado del mundo por: su vicio, viendo todo lo que le rodea a través de la droga y existiendo con un solo fin: el de intoxicarse. El modelo o tipo de estos enfermos es el morfinómano. Tratado como hombre seguramente que cautiva por su refinamiento, cultura y amenidad; si tiene en esos momentos dentro de su organismo la cantidad suficiente de alcaloide habrá en él grandes chispazos de inteligencia con abundancia de ideas e ingenio. Casi pasivo y con calma (Continúa en la página 299) —> PÁGINA 270