Cine-mundial (1923)

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OY CHANDLER, representante de Chipman Ltd., está de vuelta en Nueva York después de haber recorrido España, Italia, Inglaterra, Alemania, los Balkanes y Turquía, a cuyos países fué con objeto de exhibir “Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis". * * * En Italia y en Turquía le ocurrieron cosas curiosas. Al llegar a Constantinopla se hospedó en el “Pera-Palace”, único hotel de la eiudad donde puede uno dormir con probabilidades de que no se lo coman los ratones, eucarachas y otras sabandijas. El edificio carece de ascensor y tuvo que alojarse en un cuartucho del último piso, el quinto, mediante el pago de diez y siete dólares diarios — sin comida. En los pisos más bajos, el precio por cuarto era de veintidós dólares. — Como llegué de noche y no quería aventurarme por aquellos andurriales — nos dijo Chandler — decidí comer en el mismo hotel, donde me sirvieron una sopa indecorosa, un pescado de abolengo, un rosbif que se tras CINE-MUNDIAL lucía, un flan y café — total: seis democráticos dólares. —Al día siguiente me fuí a un restaurancito que me recomendaron, donde las camareras habían sido princesas e infantas rusas antes de que los bolcheviques se empeñaran en hacer trabajar a todo hijo de vecino. Se llamaba el *Moscowich". Allí pude comer un par de platos mejor sazonados y una botellita de vino — unos diez y ocho dólares con propina. Huelga decir que el amigo Chandler no tardó en poner pies en polvorosa con sus “Cuatro Jinetes”, y ni siquiera se detuvo a examinar la situación cinematográfica de la capital turca. Lo ünico que observó fué que en Constantinopla había que ser un segundo Sherlock Holmes para encontrar los teatros. Segün nos contaba, va uno caminando y de repente tropieza con una tablilla pequeña, colocada sobre el suelo, en la que hay impresos caracteres turcos. Se interna uno luego por un vericueto de callejuelas y a los quince o veinte minutos se tropieza con otra tablilla y nuevas direcciones. Cincuenta o cien metros más de camino tortuoso, una puerta con otra tablilla y allí está el Cinematógrafo. k * * En Roma supo que tenía que conseguir la aprobación del Comité de Censura, pero que éste no veía las películas así porque sí. El asunto reclamaba un detenido estudio. Además, un italiano amigo le dijo que era imprescindible fare il copione. ¡Infeliz! Si le quitan los zapatos ¿qué le va a quedar a la pobre? Según dicen estas muchachas de las declaró que no entraría al agua... y la van a zambullir a fuerza. Mayo, 1923 <— comedias de Mack Sennett, la que está por los suelos > PÁGINA 275