Cine-mundial (1923)

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CINE-MUNDIAL La Familia Bell, Dedicada al Cinematografo en Méjico pensado en el cinematógrafo, se fija en él, y queda deslumbrado: la mayoría de las veces por el brillo del negocio, y muy pocas, por el arte. No sé cuál de esas cosas haya deslumbrado a la familia Bell; pero sí aseguro a ustedes que se deslumbró. Me imagino ver a la popular familia en su peregrinación de teatro a teatro y de ciudad en ciudad, escuchando siempre el clamor de los aplausos y elogios que su presencia produce, y quizá un poco melancólica por la monotonía artística y pecuniaria de su vida; y me imagino también que, al llegar a un recodo de su camino, hasta entonces siempre recto, se vió inundada, como San Pablo, por vivísima claridad. En este caso, la claridad era el cinematógrafo, que tuvo, como el resplandor divino que bañó al apóstol, la virtud de variar la vida. La familia Bell fué hacia la luz, ansiosa de hundirse en ella... y nació “El último sueño”, esa película que, a pesar de su poético origen, estuvo a punto de ser la causa del primer sueño de mi vida en un lugar público. Nos hablaba la propaganda de un argumento de tendencias espiritistas; y nos encontramos que, en efecto, tiene parte en él un muerto que visita a su familia, con el fin de que su herencia vaya a parar a las manos que él indicó. Verán ustedes: se trata de un anciano rico que tiene un sobrino, y dos hijos adoptivos: una señorita y un niño. El sobrino, es un joven mujeriego y jugador, como muchos jóvenes, que un día encuentra a su prometida, que es la hija adoptiva de su tío, en pleno idilio con un empleado de éste. Hace lo que otro cualquiera en su lugar: contar lo que vió, originando [DE vez en cuando, alguien que nunca ha * z de Jewell-Pathé”. “El último sueño” se llama la producción nacional que estrenaron los hijos del popular payaso. El cronista nos explica el argumento para que nos enteremos. Comentarios propios y ajenos.— Un productor prepara en Méjico la fabricación de "Bol. cheviquismo”, que también es cinta cinematográfica.— De espectáculos y de deportes. (De nuestro corresponasl, Epifanio Ricardo Soto.) así que “corran” al empleado. Para ustedes, que lo están leyendo, eso no tiene nada de particular; pero si vieran en la pantalla la gesticulación del actor para hacer esas cosas tan poco feroces, tan humanas, quedarían plenamente convencidos de que es un malvado, aunque no ha hecho más que lo que ustedes habrían hecho. En una ocasión, ese pobre sobrino que, a estas alturas, ya provoca la indignación del público, se atreve a pedir dinero para hacer unos calendarios, con el premeditado propósito de jugarlo; y el tío, que, fíjense ustedes bien, confía en él, se lo da. Aquí muere el tantas veces mencionado tío, después de hacer testamento y sin saber una palabra del enredo de los calendarios, ni de las aficiones al azar y a lo femenino de nuestro personaje. ¿A quién creen ustedes que nombra heredero? Este es un acertijo que, si yo fuera el respondedor, me apresuraría a proponer a los lectores en forma de concurso, entusiasmándome j — LEERE ss a] Arriba, a la derecha: la compañía dramática Mutio-Griffell, actuando en el Colón. A la izquierda, Pedro J. Vázquez, director cinematográfico español que, después le haber producido en Cuba, se disponc a hacerlo en Méjico. En el centro, bañistas americanas que, capitaneadas por Enhart, se presentaron en el Principal en “Venus por anticipado de su éxito. No puedo menos que felicitar calurosamente a la señorita Celia Bell, autora del argumento de “El último suefio" por la solución que le da. Lo primero que se ocurre, es que dejará sus bienes al sobrino, que es su ünico familiar real, al que siempre demuestra confianza y afecto, que no le ha dado motivo de queja, puesto que ignora sus trastadas; pues no, señor, la heredera única es su hija adoptiva que no ha hecho ante el público más que cortar una flor y darle un disgusto coqueteando con su empleado. Yo me pregunto, concediéndole ya al buen señor el don de adivinar que le adjudica la argumentista, qué le habrá hecho el niño de cinco años que también adoptó y por el que manifiesta en la película marcada preferencia, para que lo olvidara. Pues bien: el sobrino, que, a lo visto, piensa con más lógica que el tío, se cree el favorecido y ansía tomar posesión, para lo cual precipita la lectura del testamento, encontrándose con la desagradable verdad. ¿Y qué creen ustedes que hace? Esta es otra adivinanza de éxito asegurado: en vez de protestar, encolerizarse y hacer alguna canallada que esté de acuerdo con la forma en que ha querido pintársele, se va, (Continúa en la página 306) DA O A Luego, Joc Leopold, pugilista mejicano que tuvo un interesante encuentro con Jim Smith. Abajo, el aplaudido actor Roberto Soto que ha ido a parar a los infiernos en una de sus revistas del teatro Lírico. Mayo, 1923 < —> PÁciNa 292