Cine-mundial (1923)

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ca de veinte siglos que han venido estafándome por medio del préstamo con el alma como garantía. Ya cerré la casa de empeño. ¿Qué otra cosa le ocurre en que pueda servirle? —Deseaba averiguar si es cierto que hay diablo... —Pues ya lo tiene Vd. averiguado con mi presencia. —Deseaba saber también si hay infierno... —Siguiendo un silogismo que he oído en boca de Vd., puesto que hay diablo, tiene que haber infierno. —Es verdad, caballero Satanás. Sin embargo, no sólo me importa saber si hay infierno, sino cómo es y qué se hace en él. Mi visitante consultó su reloj y me dijo: —No tengo tiempo ahora para tanto; pero nada perderá Vd. por esperar un poco. Voy a satisfacer plenamente sus deseos, yendo más allá de lo que puede esperar. Invito a Vd. para que vaya a pagarme la visita. —¿Cómo?... ¿Para que vaya yo al infierno? —Exactamente, y allí verá y oirá cuanto le convenga. —Pero para ir al infierno tendré que morirme previamente. —No es para tanto, señor don Primitivo. Bien sabe Vd. que al infierno han bajado y regresado vivos Orfeo, Hércules, Alceste, Eneas, Nuestro Señor Jesú Cristo (Satán volvió a inclinarse profundamente) cuando fué a sacar el alma de los Santos Padres que estaban esperando su santo advenimiento. Así Vd., aunque no es Dios, ni semidiós, podrá ir por gracia excepcional. —Lo agradezco infinito, caballero Satán. Sólo me falta saber cómo se va... y se vuelve. —No se preocupe Vd. de la vuelta, señor don Primitivo, que esa corre de mi cuenta. Y en cuanto a la ida, tome Vd. un billete de ferrocarril, cualquiera de ellos, para cualquiera población, y seguro puede estar de que será servido, porque todas las líneas llevan al infierno. Saludó, se retiró y quedé admirado de que la escena no hubiese apestado a azufre. Tras ligera vacilación, me resolví. A la mañana siguiente tomé un billete de un ferrocarril, cuyo nombre no quiero revelar para no hacerle reclame, y en la noche me encontré ante la puerta de un magnifiquísimo palacio de mármol blanco, y salió a mi encuentro un arrogante conserje vestido de exquisita librea, quien se inclinó como para recibir más órdenes. Para tal infierno, tal Cancerbero. —¿Su Majestad Satán? — pregunté con desconfianza. —Sírvase Vuestra Excelencia decirme a quién debo anunciar. —A don Primitivo Práctico. —Dígnese Vd. seguirme. Su Majestad aguarda a Vuestra Excelencia. Iba yo de asombro en asombro, y así se lo confesé a Satán cuando llegué junto a él. —¿Qué es lo que le asombra, señor don Primitivo? —En primer lugar ver que tanto difiere Vd. de las pinturas y descripciones que he visto. No tiene Vd. patas de chivo, no es Vd. bisojo; y lo que más me asombra es ver que no tiene Vd. los cuernos reglamentarios. ¿En qué consiste? —Señor don Primitivo, la falta de cuernos bien se explica... Ese adorno no tiene razón de ser en mis dominios, y menos aún en mi cabeza, pues soy el eterno célibe. A fuer de hombre honrado y sincero declaro que jamás en mis momentos de ensue Mayo; 1923 <— CINE-MUNDIAL Las Manos que los Hombres Admiran — UAVES y tersas; con acicaladas uñas y cutícula uniforme, son el sello de la dama elegante y culta, cuya presencia despierta envidiable interés en todos los que la miran. Nunca se corte la cutícula. Es peligroso. No importa cuán cuidadosamente lo haga, nunca podrá cortarla sin causarse heridas pequeñitas que invitan la infección. Ahora es seguro y fácil obtener siempre una manícura perfecta. Solamente hay dos cosas que hacer: primero, mójese un extremo del palillo de naranjo, cubierto con algodón, en el Líquido Cutex para suprimir la cutícula, y pásese suavemente alrededor de la juntura de la uña. Lávense los dedos, y la parte muerta de la cutícula sencillamente desaparecerá, dejando las unas hermosas y uniformes. ¡Luego el brillo! Suave y radiante, con aquel sello de refinamiento que sólo Cutex puede darle. Viene en cinco formas: Polvos, Líquido, Pasta, Pastilla y Barra. Aun su primera manícura con Cutex le traerá sorprendente mejoría. Tan sólo unos minutos de atención, una o dos veces por semana, le bastarán para mantener sus uñas perfectamente cuidadas, y así tener manos que los hombres admiran. Productos separados, 40c. Atractivos estuches que contienen todo lo necesario para la manicura, de 75c. a $3.50. Direcciones completas para su uso van con cada frasco del Liquido Cutex para suprimir la cutícula y con todos los estuches. De venta en los almacenes de departamentos, droguerías, perfumerías y bazares. Los Productos Cutex son preparados por NORTHAM WARREN, 114 W. 17th Street, Nueva York, E. U. de A. UTEX Para Unas Exquisitas. —> PÁGINA 297