Cine-mundial (1923)

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CINE-MUNDIAL La Campaña Contra la Pornografía Teatral en Paris L día 26 de marzo, a las ocho de la noche, falleció en su hotelito del Boulevard Pereire, en París, Sarah Bernhardt, la divina Sarah, como la llamaban aquí. Los antecedentes o por mejor decir, la asombrosa carrera de esta gran artista, que muchos ignoran, son dignos de ser contados. La inagotable amabilidad de uno de mis amibos me permite hoy dar estos datos a los lectores de CINE-MUNDIAL. Voy a empezar, pues, por el principio. Cuatro anos después de morir la célebre Rachel, debutó sin éxito una muchacha de la misma raza, que no tardaría en igualar la celebridad de su famosa antecesora. Ambas de temperamento vagabundo y antojadizo y de origen muy modesto las dos, conocieron sucesivamente la más completa: gloria que puede dar la escena. Ambas ganaron y prodigaron millones. Sus orígenes son idénticos. Rachel era hija de un buhonero. Sarah, judía como aquélla, tuvo por madre a Julia Bernhardt, nacida en Berlín de una familia holandesa que recorría el mundo con su carricoche. Los Bernhardt formaban parte de una especie de dinastía andariega, los Kinsbergen, que había alcanzado gran notoriedad entre la gente gitana y nómada. Durante su accidentada existencia, Julia Bernhardt pasó más tarde al Havre y, a pesar de hablar difícilmente el francés, conoció allí a un personaje político de alta situación, del cual tuvo una hija, la oncena. Este nacimiento está rodeado de cierto misterio. Consultada varias veces sobre el particular, Sarah afirmó haber nacido en París. Su acta de nacimiento fué, según parece, quemada en 1871. Sea lo que fuere, su padre se ocupó de su educación. Primero fué confiada a unos aldeanos bretones cerca de Quimperlé, más tarde a un colegio de Auteuil y por fin a las religiosas de Grandchamps, cerca de Versalles, donde la bautizaron en 1857. Como sucede con frecuencia a muchas jóvenes educadas en colegios religiosos e influenciadas por las pompas litúrgicas, Sarah sintió durante algün tiempo deseos de tomar el velo, pero esta vocación fué de corta duración. Admitida años más tarde en una clase teatral, en 1861 obtuvo el segundo premio de tragedia, pero al año siguiente sólo pudo obtener el segundo de comedia. Logró, sin embargo, entrar en la Comedia Francesa y su primera interpretación fué el papel de Ifigenia. En aquella época Sarah, que al cristianizarse había tomado el. nombre de Rosa, era muy flaca y nerviosa en extremo. Su interpretación desconcertó. "Tampoco fué más afortunada en el teatro del Gymnase, marchándose entonces precipitadamente de París, desesperada por su fracaso. Luego apareció en otro teatro, el de la Porte-Saint-Martin, pero los viajes parecían atraerla y durante algunos meses hizo varias turnés, recorrió Espafia y pensó en abandonar el teatro por la moda, aunque este proyecto no llegó a realizarlo, pues en 1864 entró en el teatro del Odeón. Entonces fué cuando interpretó el papel de Fedra por primera vez.y del Rey Lear, pero su situación no se afirmaba todavía. Se la juzgaba extraña, su dicción irregular, sus gestos bruscos y actitudes desconcertaban al püblico que, aun protestando, empezaba ya a sentir la influencia de su excepcional personalidad. En 1869 creó con Agar una pieza en un acto de un poeta novel: Francisco Coppée. De la noche a la mañana, autor e intérprete fueron célebres. Víctor Hugo le confió en seguida el papel de Ruy Blas, siendo un nuevo triunfo para ella, y a los 25 años había ya conquistado la gloria. Junio, 1923 <— Una mirada retrospectiva. — La carrera artistica de Sarah Bernhardt.—La leyenda. —Las campañas en pro de la moralidad son periódicas, como el ascenso del nivel del Sena.—La crónica escandalosa de la Ciudad-Luz.—Los diarios dicen que Max Linder esta mezclado en un morrocotudo lio de faldas. —Mi correspondencia. (De nuestro agente en Paris, J. Grau-R.) A partir de entonces, su carrera no declinó amás. En 1872 volvió al Teatro Francés, apareciendo en el papel de Junie de Britannicus y en el de Ruy Blas con el joven Mounet Sully. En 1875 su nombre andaba en boca de todo París: Sarah Bernhardt se había convertido en el ídolo del público. ` Pero las reglas tradicionales de la casa de Molière no cuadraban con el temperamento de Sarah. En 1879, obligada por Perrin a interpretar “La Aventurera”, rompió su contrato, huyó a Londres, recorrió América y Rusia, casándose en 1882 con un diplomático griego, Damala, que abandonó su carrera para hacerse cómico. Pálida y frágil, sujeta a frecuentes crisis nerviosas, se la creía atacada de tuberculosis y sus extrañas fantasías justificaban esta creencia. Por aquella época se hizo construir un féretro forrado de satén, exponiéndolo en su salón. En el pleito que le entablara la Comedia Francesa fué condenada a pagar una indemnización de 100,000 francos, levantándose la consiguiente polvareda. Sarah pintaba, esculpía, escribía novelas y piezas de teatro. Tenía un mono, un gato montés, leones, y era con título permanente la gran vedette de la actualidad parisiense. Bajo el nombre de su hijo Mauricio, dirigía el teatro del Ambigú. Luego creó “Fedora” en el Vaudeville, compró el teatro de la Porte-Saint-Martin en 1883 y consiguió en “La Dama de las Camelias” su triunfo más legendario. Luego interpretó “Nana-Sahib”, “Tosca”, “Theodora”,.toda una serie de papeles transfigurados por ella y que llevaron su gloria a la cumbre. Viuda en 1889, volvió a América, recorriendo el mundo triunfadora y ostentando en sus viajes un lujo prodigioso. En 1893 toma posesión del teatro de la Renaissance, afirma solemnemente su talento en el papel de “Fedra”, crea “La Princesa Leana” de Rostand, todavía poco conocido en aquella época, “Los Malos Pastores” de Mirbeau, “La Ciudad Muerta” de D'Annunzio. En 1896 los poetas organizaron con inusitada pompa una “matinée” de apoteosis, donde fué exaltada como una verdadera diosa. Es el momento culminante de su carrera. ¡Sólo tenía cincuenta y dos años! En 1898 se instala en el antiguo Teatro de las Naciones, convertido por ella en teatro Sarah Bernhardt, creando “L*Aiglon” en 1900, “Teroina de Mericourt”, “Teresa de Avila”, “Varennes”, “Juana Doré”, veinte obras, siempre adulada, siempre festejada y siempre viajando, pues además del inmenso éxito que obtiene en París no sabe renunciar a las turnés. s Su existencia es un increíble ejemplo de actividad. En verano descansa en su propiedad de Belle-Isle-en-Mer, pero durante el resto del año su trabajo no tiene límites. Ni los años ni la enfermedad consiguen hacer mella en esta naturaleza de acero. Agobiada por apuros financieros, debilitada, envejecida, hace frente a todo con una energía irresistible, acepta una clase en el Conservatorio, escribe, viaja, no deja de representar. Amputada de una pierna, no por esto abandona la escena. Pocas semanas antes de su muerte, dió algunas representaciones en Londres. Su carrera cinematográfica fué más breve y se comprende. El Verbo tenía para ella virtudes únicas. Solicitada por primera vez, aceptó figurar en un film en 1908, “La Tosca”, y casi inmediatamente “La Dama de las Camelias”. La toma de vistas no duraba mucho en aquella época. Veinticuaro horas fueron bastantes para terminar una de las cintas. En 1912 volvió al mismo taller de Neuilly, el del “Film d'Art", para interpretar el papel de Isabel de . Inglaterra, según el drama del mismo título representado tiempo antes en su teatro. Con Sarah Bernhardt figuró en esta cinta Lou Tellegen, casado y divorciado más tarde de Geraldine Farrar. Esta película obtuvo en Francia un gran éxito, triunfando antes en América con el título “Queen Elizabeth”, y siendo uno de los factores que contribuyeron a consagrar la reputación de la naciente firma FamousPlayers, actualmente Paramount. Después interpretó “Adriana Lecouvreur” y más tarde “Juana Doré” y “Madres Francesas”, film de propaganda durante la guerra, dirigida por Luis Mercanton. Ultimamente, no pudiendo trasladarse al estudio, Sarah Bernhardt interpretó otra película, la última, en su propio domicilio, “La Vidente”, que según parece será editada dentro de seis meses. AE Arrecia nuevamente la campaña gubernamental contra la pornografía de los teatros y music-halls. Estas campañas son aquí tan matemáticamente periódicas como las subidas anuales del Sena. Interrogado por los periodistas, cierto director de music-hall contra el cual han llovido denuncias por espectáculo sicalíptico, ha contestado en la siguiente forma: “Personalmente soy de la misma opinión que el gobierno, por lo que respecta al desnudo en el music-hall, pero ¿dónde empieza y dónde acaba el abuso? Esto es lo que debe especificarse para evitar discusiones y arbitrariedades en la aplicación de la censura. Que se establezca un código cuyos principios sean imparcialmente impuestos a todos los espectáculos similares. Personalmente, repruebo la exhibición de los desnudos “integrales” y prefiero en absoluto el uso de las mallas. He sido “el último” en suprimirlas entre mis intérpretes, viéndome obligado a ello para ponerme en las mismas condiciones que mis competidores y aun para no obstruir las costumbres de una “troupe” a la que un vestido, por ligero que sea, “molesta” y que, sobre todo, desea la comodidad y soltura de sus gestos... “En cuanto a la revista atacada, no veo en qué puede ser más pornográfica que los demás espectáculos análogos. Sólo se muestran en ella cuatro mujeres desnudas, las cuales fueron “deshabillées”” (prefiero dejar la palabrita en francés) por un gran modisto parisién, de quien no se ha dicho hasta ahora que fuese un demonio de obscenidad y perversidad (¡atiza!). No olvidemos tampoco que los espectáculos que organizamos se dirigen especialmente a una clientela “cosmopolita” (es decir, ustedes y un servidor cuando nos encontramos en París), que el texto casi no existe (ni hace falta) y que debemos contar siempre con el gusto del público, el cual se aprecia ante todo por la recaudación...” ¿Qué les parece a ustedes? x * o A pocos días de intervalo, los diarios daban la noticia de que un tal Paul Clion ha (Continúa en la página 365) > PáciNA 348