Cine-mundial (1923)

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El rubio entrevistado en su inevitable bicicleta y tratando de encaramarse a un árbol, en una escena de la película “Un Romeo Tropical”; después, luciendo uno de sus famosos sombreros increíbles y, por último, a punto de arrearle un trancazo — ¡el infame! —a su primera dama Irene Dalton. Acosro, 1923 < —— e AAA RR ERRES O EE RES A Nd A Rt gra TUN CINE-MUNDIAL ] Preocupan a Al. St. John | Las Primeras Damas Por Eduardo Guaitsel SI de pronto, parecería que las mayores preecupa ciones de Al St. John serían sus tirantes, su bicicleta o, al menos, las desventuras del malograde Gerdito con quien — en otros tiempos — se dedicaba a las pantomimas cinematográficas. Pero mientras más vivo, más me convenzo de que no hay que fiarse de las apariencias. La prueba es que cualquiera que viese a Hermida por la calle lo tomaría por un excelente padre de familia, dedicado a la jardinería y a la colección inofensiva de mariposas silvestres... Pero volviendo a Al St. John, diré que lo que lo hace fruncir el ceño no son los saltos inverosímiles que perpetra por cuenta de la Fox Film Corporation, ni el sombrero microscópico que tan milagrosamente sostiene sobre su cabeza rubia, ni ninguna de esas cosas que a mí, verbigracia, que soy un hombre normal, me quitarían el sueño. Ne, lo que a Al St. John le preocupa es la selección de las primeras damas para sus comedias. Esa es otra prueba de lo que escribí hace un momento respecto a las apariencias, porque cualquiera que vea comedias de cine juzga que las primeras actrices de esa clase de cintas no necesitan más que un requisito, o mejor dicho, dos: pantorrillas bien torneadas. Pero¡ah! la sicalipsis está, según parece, reñida con las películas de St. John. El actor es hombre de muchas ocupaciones. Cuando llegué (Continúa en la página 475) > PáeiNa 446