Cine-mundial (1923)

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CINE-MUNDIAL NAS ADO CUATRO VECES.... Por Miguel de Zárraga N TORERO no es cosa que se pueda ver en Nueva York todos los días. Los neoyorquinos pueden ufanarse de sus rascacielos, de sus mujeres, de sus boxeadores, ¡hasta de sus subways!; pero no de sus toreros. Aquí no hay toreros, ni, por lo tanto, Sociedad Protectora de Toreros: les basta con la Sociedad Protectora de Animales... entre los que no están incluídos, por supueste, les boxeadores. s A Nueva York, no obstante, ha llegado en estos días un torero. Un torero de verdad; no uno de esos toreadores de ópera y vaudeville que los empresarios estadounidenses, para no ser menos que sus colegas de Francia, suelen brindarnos lo mismo desde el escenario del Metropolitan que desde la arena del Madison Square Garden. Este torero es Domingo Uriarte, bilbaíno, de Sestao, popular en toda España y en todos los países hispanoamericanos donde la influencia yanqui aún no logró suprimir la clásica fiesta española. Domingo Uriarte llegó de Cuba, donde organizáranse unas atrayentes exhibiciones de toreo que no llegaren a efectuarse. El bilbaíno vínose entonces a Nueva York, trayendo en su equipaje sus trajes de luces, las capas, los estoques... Se lo trajo todo. Y, con todo eso su valor que asusta. Un valor excepcional que en cien ocasiones le puso en peligro de muerte para macabro asombro de sus admiradores y desencanto constante de las empresas funerarias. Uriarte tiene carne de inmortal. Cuatro veces fué viaticado, y las cuatro volvió a la vida con la sonrisa en los labios: con la alegría infinita de haber nacido una vez más. Uriarte, criado entre toros, vivió siempre para los toros y por los toros. Cuando en su casa le prohibieron terear, se escapó de su casa y se fué España adelante en busca de otros toros. Se fué a los campos de Salamanca, tierra de famosas ganaderías, y allá se hartó de aprender el arriesgado arte del teree, jugándose la vida a todas horas. Toreó cuanto quiso y como quiso. Acompañado de su prime Fertuna, el ahora famoso matador, recorrió toda Castilla y toda Andalucía. Y fué torero. Desde las primeras novilladas en que tomó parte revelóse como un torero extraordinario. Su arte era tan inmenso como su valor. Se arrimaba tanto a los toros, que los cuernos de éstos quemaban todas las tardes la seda de sus vestidos. Era — y es — un torero trágico. La emoción le acompaña y le envuelve como una capa triunfal que a veces pareció un sudario. Tiene todo el cuerpo acribillado a cornadas. Hasta le falta un pedazo de cráneo. Y he aquí una nota tragi-cómica: el amigo Uriarte lleva siempre consigo, junto a su cartera, el pedazo de cráneo, que a las gentes enseña como un glorioso talismán... Sobre la sien izquierda el torero, cuando está en la plaza, ajústase una plaquita de ere, para preservarse de cualquier posible contusión. La pierna derecha la tiene atravesada de parte a parte. Bajo el vientre, otra tremenda cornada de milagresa trayectoria estuvo a punto de privarle de todas las más íntimas ilusiones de su existencia. A Cuantos han visitado a Uriarte vieron sus Cicatrices. La mayoría de ellas espeluzna. Periodista americano hubo que se pasó horas enteras tomándole las medidas de los costurones. Pero no todo habían de ser cornadas. El torero bilbaíno tuvo, para fortuna suya, más triunfos que cornadas. Y en Madrid, en Barcelona, en Málaga, en Bilbao, en toda España, en Colombia, en Venezuela, en Panamá, en cuantos pueblos toreó, sus tardes victoriosas fueron innumerables. Especialmente toreando de capa es un gran maestro, y en justicia se le llama “El Rey de los Faroles." Estos faroles constituyen la más característica especialidad del trágico Uriarte. Más de veinte le llegó a brindar a un mismo toro en medio palmo de terreno y sin mover los pies. Con sus faroles hipnotiza a los toros. 'Tal es Uriarte en la plaza. En Nueva York es otra cosa. Aquí, donde no se permiten las corridas de toros, el valor de Uriarte decae. El simpático torero, que a nada teme cuando se viste el (Continúa en la página 476) Varias instantáneas del espada bilbaíno Domingo Uriarte toreando de espada y muleta. DU CDM CU d .Acosro, 1923 E > PÁGINA 447