Cine-mundial (1923)

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. Į A actualidad este mes se reduce a dos reAU yertas con lesiones, como se dice técnicamente en los partes de policía. Empezare| mos, pues, por órden cronológico, con el lío | en cuyos contornos se han descubierto recien|. temente algunos yacimientos petrolíferos. El pueblo norteamericano se enteró este año de que el 4 de julio era el día de la pa tria porque esa era la fecha señalada para que el industrial Jack Dempsey y el comer| eiante Tom Gibbons se enredaran a trompa| das en el rincón del Estado' de Montana antes | citado. | y Los ciudadanos connotados de Shelby, el -amo del hotel, el del banco, el de la barbería, . el de la tienda mixta, el vendedor de terrenos Y los miembros de la Cámara de Comercio | — por pequeño que sea, no hay poblado yanqui sin ella — resolvieron que el mejor medio de anunciar la ciudad era organizando | una pelea por el campeonato mundial de peso | completo. | | Entre otras barrabasadas, se comprometie“ron a pagar a Dempsey trescientos diez mil . dólares. |. La prensa diaria se ha encargado de con| tar los detalles del fracaso, el más sonado | que registra la historia del pugilismo. En | aquella lucha, pugilístico-propagandista-mery cantil, el administrador del campeón demostró ser hombre bastante más temible que su ahijado. Dempsey a duras penas logró gaMar a Gibbons, mientras Kearns, él solo y a | mano limpia, casi derrota a todo el Estado | vaquero de Montana, al extremo de que a la hora de entrar en prensa ya han quebrado “tres bancos de los alrededores de Shelby debido a las martingalas de este super-manager. El resultado del encuentro fué una sorpre| sa general. Todos los expertos se equivoca| ron en absoluto — menos yo. ¿Por qué no | decirlo si es verdad? Todos afirmaban que "Gibbons no duraría arriba de tres rounds, y, | mo obstante, al final del décimoquinto estaba en pie, bastante cansado, pero sin haber caído | una sola vez. k E 4 j eo pelao E s NA code A TN de Shelby, aldeucha de setecientos habitantes. CINE-MUNDIAL Hay quien sostiene que la inmunidad de Gibbons tuvo origen en el aspecto amenazador de varios centenares de cow-boys alrededor del “ring”. Quizá eso influyera algo en el ánimo de Dempsey, aunque lo dudo mucho porque el campeón también llevaba sus satélites bien armados. Lo que sucedió, a mi juicio, fué sencillamente que Gibbons, muy superior en conocimientos del oficio a los demás boxeadores de gran peso, de movimientos ligerísimos y gran resistencia, no tuvo dificultad en neutralizar la potencia de brazo y facultades de Dempsey. E O ocurrido en Shelby revela una vez más que cualquier locura, por ridícula que sea, es posible en este país. Basta tener sentido común para darse cuenta de que si se desea anunciar una comarca a fin de que acudan pobladores, lo lógico es implantar un buen sistema sanitario, construir escuelas, edificios públicos, hospitales, parques, etc. ¿Qué atrac ción puede ejercer una pelea? Estos espec táculos sólo entusiasman a algunos de nosotros con gustos atávicos y a la gente maleante en general. RTE NE OS semanas antes de celebrarse la lucha entre Willard y Firpo, en Nueva York y sus alrededores no se hablaba de otra cosa. Tanto se comentó y discutió el encuentro, que el empresario Rickard tuvo la entrada mayor que se conoce desde que se comercializó este deporte. ¿A qué se debe que hubiera más interés en este match que en el de Carpentier-Dempsey — aquella maravilla de publicidad? Willard, aun en su época de campeón de) mundo, fué siempre un pugilista incoloro, sin grandes simpatías. ¿Será Firpo el que atrae la gente a la taquilla? Pues sí, Firpo es el imán, aunque resultaría algo exagerado llamarlo popular entre los aficionados yanquis. Cada vez que pienso en la carrera meteórica del argentino, recuerdo la frase confeccionada por un agente de publicidad para designar a Eric Von Stroheim, el gran traidor del cine: El hombre que les encantará a Vdes. odiar ¡Cómo les encanta a los americanos odiar a Firpo! Carpentier era un muchacho refinado, casi bonito, débil entre los gigantes que florecen por los “rings” de Yanquilandia, y su debilidad y su heroísmo en la guerra le captaron simpatías generales, sobre todo porque Dempsey tuvo buen cuidado de quedarse en casa. Los norteamericanos presumen de fuertes. Quizás los extranjeros sepan más, sean más agraciados, más cultos, de trato más fino. pero ellos están convencidos de ser la raza fornida por excelencia y este punto no puede tocárseles sin ofenderlos. De ahí la animosidad contra Firpo, que en el “ring” es la fuerza bruta personificada. Pero volvamos a la pelea. Aunque la cantidad recaudada fué menor porque las entradas se cobraron a menos precio, a la lucha asistió más gente que a la de Carpentier; las calles de Jersey City estaban más intransitables; los polizontes era más groseros; costaba más trabajo encontrar asiento; hacía bastante más calor y el enorme octágono ofrecía mayores peligros porque se bamboleaba más. Arriba de cien mil personas sentadas una al lado de la otra: imagínense ustedes lo que eso representa. Sólo había luz — unos focos enormes — so E graderías del circo, durante la pelea entre Jess Willard y Luis Firpo, en Nueva Jersey. > PÁGINA 455 AS idw mM A e e TR