Cine-mundial (1923)

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Eu ON " DUM 2M Eo al EL CUENTO DE EUACK HOLT Por Eduardo Guaitsel S SINTOMA de burguesía que le guste a uno la vida de familia, el uso de las pantuflas y la pipa, la cría de aves de corral y de jaula (¿se lla marán así?) y el cultivo intenso de los menores de edad. Y, siendo yo E un poco burgués, pensé ue Jack Holt, de quien había oído decir que era un “hombre muy de su casa”, resultaría una persona con idénticos gustos a los míos. Y efectivamente. La única diferencia que hay entre los dos, aparte de la edad, es que a Holt —según me dijo —le agradan más los caballos que las ayes de corral y de jaula (¿jaula?) y que, en vez del tute — que es mi debilidad en los naipes — él prefiere el “coon can”, o conquián como lo llamamos nosotros, españolizándolo, y que es un juego de origen meridional en los Estados Unidos. Eso del “coon can" — pongo la palabrita a la disposición del lector — se explica, porque Holt nació en el Estado de Virginia. Al preguntarle algo de sus antepasados, pues los antepasados son la manía de los indígenas de Virginia, me explicó que su padre había sido cura protestante. Ya ve el lector que no todos los astros del cine pueden ser descendientes de brujos, como el amigo Larry Semon. | ho ya por el camino de los antepasados, no hubo modo de que Jack Holt | usiera punto, hasta que hubo aclarado que por la rama materna descendía "e magistrados, jueces y personajes de influencia. — Y cómo fué Ud. a parar al cine? — interpuse cuando andaba por lo (Continúa en la página 548) A ESA CNN A d. |m t Jack Holt, estrella de la “Paramount”, lanzando arriba una mirada | olimpica sobre el universo; abajo, otra sobre esa especie de cañón que el curioso lector ve ahí y que no es más que una de las lámparas de las baterías de luces del taller de Lasky y, a la derecha, amenazando al fotógrafo con echarle encima al perro si no saca bien el retrato. Aunque Jack tiene cara de pocos amigos, los cuenta por do£ cenas, dentro y fuera de la cinematografia. NAA LA A AR De, > PÁGINA 515