Cine-mundial (1923)

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súa de la decadencia del teatro espa ñol. Y achacaba la tal decadencia a la incultura de cómicos y empresarios. Indudablemente, el empresario en su afán de dar con la obra “de taquilla”, como ellos llaman a la que puede darles dinero, dan de lado al arte y buscan el astracán o el melodramón de fácil éxito entre el público de galería. Es un mal, y mal muy grande, el que los empresarios causan al arte teatral, pero mayor es el mal que causan a ese mismo arte los cómicos horros de. cultura. Cualidad principal del cómico -es el don imitativo. Tiene el deber de imitar cuanto ve y cuanto escapa a su vista, igual que ei simio. Muchas veces sus deseos de imitación se convierten en muecas ridículas, que aventajan a las muecas del más experto orangután. Si éste es envidioso y egoísta, el cómico lo es en más alto grado. Pedirle cultura al mono sería tanto como pedir que las aguas del río fueran cauce arriba, en lo cual no se diferencia de muchos cómicos que andan por esos escenarios de Dios para martirio de los públicos. La cultura del cómico, en muchos casos, no va más allá de lo que dicen las obras que lleya representadas. Y esto sin contar con que ni aún se le alcanzan las enseñanzas que de esas mismas obras se desprenden. Son loritos que dicen lo que se les enseña. Creen los faranduleros que su misión no es otra que la de hacer reír a los espectadores si representan un papel gracioso, o vestir el frac con discreción si se trata de una alta comedia, o poner cara feroz si lo que hacen es un drama. Después de eso no saben nada Bcc hablaba Alberto In SEPTIEMBRE, 1923 <— Un caso típico, tomado al azar entre la farandula de la Habana.—La chocarrería de las interpretaciones teatrales y el vicio del reclamo, en honor de la taquilla y sin respeto al arte.—La invencible vanidad del cómico.—Infame explotación del pobre y del incauto. — Notas de espectáculos. — Las novedades por venir. (De muestro representante general, Eduardo A. Quiñones) A más. Para ellos lo mismo se viste una obra "del siglo IV, que una del siglo XVI. La lite ratura que conocen no excede de la producción de dos o tres autores que han tratado en su vida de bastidores. Y así anda ello. * ok ox El cómico es vanidoso en grado sumo y envidioso en grado superlativo. Todo el tiempo de que dispone fuera de la escena es poco para hablar mal de los compañeros y para hacer el propio elogio. Es ridículamente ególatra. De ahí que no le quede tiempo para el estudio. Muchos hay que ni lugar les queda para estudiar los papeles que han de representar, con lo cual, no sólo son martirio del püblico, sino también desazón de apuntadores. ¡Ah, el apuntador! Y qué poca justicia se hace a estos meritísimos personajes de la farándula. Mi admiración va hacia ellos en vez De arriba a abajo, a la izquierda: Nuevo edificio social del . Yacht Club". — Banquete ofrecido al poeta José María Uncal, triunfador en el concurso literario del “Correo Español”. — Mr. Stevenson, “coach” del “Cienfuegos Yacht j Club” y que lo ha sido de todas las sociedades deportivas de la Habana. — Canoa de la Universidad de la Habana, que también tomó parte en las regatas nacionales. — A la derecha: . Sr. José María Cuervo y Teniente José Orms, primero y segundo premio, respectivamente, en el campeonato anual de tiro de platillos. — Remeros del “Havana Yacht Club”, vencedores en las regatas “junior” de cuatro remos. de ir a los cómicos. El apuntador es la pro videncia de los actores. Silabea las palabra para que el cómico no las trueque y diga un sandez. Pendiente siempre del gesto y de diálogo de los que están en escena, los encarrila tan pronto como los ve descarriados los domina desde la concha y les facilita la. dicción con su pronunciación clara y correcta. Al apuntador nunca se le hace justicia. Su labor anónima ni cosecha los aplausos d los fantoches de la escena, ni está suficien temente remunerada. Son las víctimas del. teatro. Sin la labor concienzuda de un buen apuntador muchas obras de mérito caerían en el fracaso. Y sin embargo, ni los autores, ni los empresarios, tienen para ellos la más mínima demostración de gratitud. : En muchos casos son la$ empresas culpa bles de la vanidad que se apodera y envuelve al cómico. Yo sé de un caso, ocurrido aquí en la Habana, que demuestra esta afirmación mía. : : Y va de historia. ; ; Era un comiquito que zascandileaba por los teatros. Tenía alguna gracia, la suficiente para desempeñar airosamente papeles d escasa importancia. Y así entre papeles co tos vivió hasta que a un empresario se ocurrió convertirlo en primer actor. ; Empezaron los bombos en los periódicos, bombos pagados por la empresa. Esta llam una vez al histrión y le dijo: i 3 —Oiga, Fulano. Esto que le dicen los periódicos, es la empresa quien se lo dice. Por eso pagamos un tanto diario. Leadvierto esto para que no se crea usted merecedor de > PÁGINA CA AA