Cine-mundial (1923)

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por completo los defectos que tantos disgustos dieron a mis mayores, porque a la natación debo las únicas amistades de alcurnia con que cuento en este país; a los rastros del antiguo descaro que me queda, el empleo que hoy tengo y los que antes tuve, y las camorras aquellas en que con harta frecuen cia me ví mezclado son la base del puesto que hoy disfruto en esta redacción: el de perito en asuntos deportivos, sobre los cuales voy a escribir unas cuartillas con el permiso de ustedes una vez terminado. este ligero preámbulo, que va dirigido a los padres de familia que me hacen el honor de leerme. Pues bien: la llegada del caballo “Papyrus” (el mombrecito parece de camelo), ganador del “Derby” inglés, ha sido objeto de algunas columnas en la prensa diaria; el campeonato de tennis, que, como de costumbre, ganó el langaruto de Tilden a pesar de que el año pasado le cortaron un dedo de la mano derecha, dió origen a tibios comentarios; los desafíos finales de la temporada de base-ball traen a la gente media loca y, en cuanto al boxeo, pasado el verano y con él los grandes encuentros al aire libre, ha dejado de ser tema de actualidad. Sin embargo, la temporada pugilística veraniega ha concluído con un incidente curioso. El ciudadano Mike McTigue, que a principios de año arrebató el campeonato de 175 libras al senagalés Siki no se sabe todavía cómo; . hizo un viaje ala vetusta Georgia, “Perla del Sur y Cuna de la Caballerosidad", con objeto de ganarse unos cuantos miles de dólares con poca exposición boxeando doce “rounds” con Young Streibling, colegial de diez y ocho afíos bastante afamado por aquelas tierras. Este muchacho tiene por su respetable mamá y por “manager” a su no menos respetable papá, que además es el empresario del estadío de la ciudad de Columbus donde había de celebrarse el encuentro. Tan pronto como Mr. “entrenador” a Jacobs, administra NOVIEMBRE, 1023 < * às NET TIN ^a EA 233 te VATE EUR O CINE-MUNDIAL dor de McTigue, hizo acto de presencia con su gladiador en la hospitalaria Georgia, pudo percatarse de que el asunto asumía un cariz bastante gris y de que se había equivocado al suponer que allí iban a ganar el dinero con mesura y discreción. A los georgianos, como a todos los yanquis, les disgusta perder y se les sube la sangre a la cabeza con una rapidez pasmosa. De esto se dió cuenta en seguida el perspicaz Mr. Jacobs que, como otros hombres de empresa acostumbrados a vivir sin trabajar por las grandes.ciudades, se había figurado sin duda que la gente de provincias come gato por liebre sin enterarse. En fin, que el cariz gris del asunto se tornaba en negro por momentos. A pesar de haber traído de Nueva York a un amigo íntimo para que sirviese de juez en la pelea, de modo que no hubiera malas interpretaciones, Mr. Jacobs resolvió a última hora que lo más acertado sería cancelar la. fiesta y volverse a Nueva York con toda su recua, pero, al comunicar su intento a los naturales, éstos le contestaron que Georgia era la cuna de la caballerosidad y que, por tanto, si en realidad no iba a celebrarse la pelea, estaban dispuestos a tratarlo con la tradicional cortesía del Estado, a cuyo efecto podía desde luego ejer cer la prerrogativa de seleccionar el árbol en: que habrían de lincharlo. * . En resumidas cuentas: que hubo lucha y por un poco escabechan al juez — el mismo que actuó en el encuentro Carpentier-Dempsey hace dos años — y que en los actuales momentos no se sabe a ciencia cierta quién es el campeón mundial de 175 libras, porque el. aludido: buen tan pronto lo dejaron solo los caballerosos georgianos que lo perseguían revólver en A j : acaba de sucederme un lance con Don Eduardo que, a. Ia verdad, no sé cómo. interpretar. mano. ACE un par de semanas desembarco. en Nueva York David Lloyd-George, radical en un tiempo, conservador en otro, oportu nista siempre, una de las grandes figuras de` la política internacional y sin disputa, el. mejor actor que hoy tiene la escena inglesa. MIS LOYD-George me recuerda a Calvin Coolidge, nuestro presidente actual, bo lo poco que se parecen. El otro día. visitó la Casa Blanca. à DE señor dió. dos veredictosdentro del “ring” y otro al llegar al hotel,. Celso Cuéllar, yerno del Primer Magistrado de Cuba, con objeto de conocer a Mr. Coolidge y rogarle que autografiara tres grandes retratos para su suegro. Efectivamente: no se le concedió audiencia y las fotografías fueron devueltas más tarde sin autógrafo por la Secretaría de Estado. ¿Qué dirá de todo esto Don Alfredo Zayas, que era una figura conocida y maestro en política cuando Coolidge salía de la Universidad? ¿Qué dirá si recuerda las veces que fué candidato y los trabajos y apuros que El pugilista chileno Luis Vicentini, retratado en el gimnasio y la tarde en que ganó el campeonato sudamericano de peso ligero. Luis anda por estas playas desde hace varios meses y pronto se le verá en acción, contratado por Tex Rickard, en el Madison Square Garden de esta ciudad. 'pasó antes de ser presidente,. puesto pue hoy ocupa Coolidge por azar? No es extraño que el cargo se les suba a la cabeza a los presidentes norteamericanos de esta época. Estos señores se convierten en semi-dioses de la noche a la mañana, y los poderes que la constitución les confiere, juntos con los que la costumbre les ha ido otorgando, no tienen paralelo en país alguno. El dominio temporal que ejercen es mayor que el que disfrutaron los zares o emperadores alemanes, y, en lo espiritual, se les trata con reverencia análoga a la que sienten . los tibetanos por su Delai Lama. x ODOS mis compañeros conocen mis dos puntos flacos: Zamacois y Firpo. El gran novelista español es la única celebridad que hasta la fecha me ha honrado con sus consejos, y yo soy la única persona que cara a cara aconseja paternalmente al boxeador argentino cada vez que habla con él — sin que haya ocurrido nada de particular hasta el momento de escribir estas ocas: E E E A E Con Firpo — repito — no ha habido: que lamentar todavía contratiempo alguno, pero Verán ustedes de qué se trata y me dirán luego si tengo o: no razón para estar 'esca . mado. El otro día recibí la. última. obra «de : mi amigo, “Una vida. extraordinaria", “y no :pude menos que emocionarme al leer la dedi‘catoria, “en la que me deseaba” nada menos «que mi vida acabase como la del protago nista” de la novela. En seguida la entregué. 3 al encargado de la crítica literaria, rogándole tembloroso de satisfacción que derrochara todo su caudal de bombos y pusiera el libro | por las nubes. -> PÁGINA 66 M NT M P 4 MENU PN TURA TOS INA C3