Cine-mundial (1923)

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comprendida o de un hecho mal interpretado. Otro de mis compañeros de entonces, Sunnue, Vástago de una muy ilustre familia de letrados, tratando el mismo asunto, me dijo que no hay lugar, orientación, tiempo, conjunción de astros que sean absolutamente fastos o nefastos, y para probarlo me recordó que la misma hora que vió la ruína de la dinastía Yinn, presenció el triunfo de la dinastía Tcheou; que la misma tierra, el vale del Wei, que vió el fin de los Ts'inn, contempló el principio de los Han. Sin embargo, nunca pudimos ponernos en completo acuerdo Sunn-ue y yo, porque él creía en el destino ineluctable, en que todo está sometido a la rotación de los cinco agentes y a la sucesión de los números. Era un fatalista. Recuerdo una de sus frases más célebres: *Querer evitar su destino, cualquiera que sea el medio que se emplee, es obrar como el niño que, al ver que un gigante lo va a agarrar, se cubre los ojos, y con eso se cree en salvo". —¿Para qué hablar de la hermenéutica que, como Vd. sabe, o no sabe, toma su nombre de Hermes Trimegisto, uno de los grandes sabios y legisladores del Egipto, a quien conocí veinte siglos antes de que encarnase el Cristo; ni de la magia, que trae su origen de Mag, sobrenombre de Zoroastro? La misma Santa Escritura ofrece claros ejemplos de la existencia de la magia. Gerson afirma que, segün la fe, existe positivamente, y que es probable en buena filosofía. San Agustín asienta, en su “Ciudad de Dios”, que negar los prestigios de los demonios es tanto como no creer nada de la Santa Escritura. En la misma encontramos pruebas incontestables de los magos de Faraón, de las magias de Moisés, y la historia de Tobías, de la Pitonisa de Endor, y del Rey Manassés; y tenemos a la mujer de Loth transmutada en estatua de sal, y las murallas de Jericó derrumbándose al toque de las trompetas del sitiador; y a Jossué deteniendo el curso del sol, anécdota también registrada en los anales chinos, en los que consta que Sinn-yuan-p'ing hizo retroceder al astro del día desde el poniente al zenit, y que Yang-Lou lo detuvo en su curso hasta que terminó una batalla pendiente, lo que viene a demostrar una vez más que no hay nada de nuevo bajo el sol. —Plinio, ; nada menos que Plinio! reconoce las virtudes mágicas de la hiena, y habla de las propiedades que tiene el corazón del topo, el que, comido crudo y palpitante, da el don de profetizar y de hacer prodigios. También dice, y San Isidro lo confirma, que las personas que llevan en su boca, bajo la lengua, la piedrecita que tienen dentro de la cabeza las tortugas de las Indias, pueden profetizar; lo que ratifica Mardoqueo, obispo de Rennes, — quien agrega que, según el cuarto en que se , hallare la luna, dicha piedra guarda su virtud hasta el medio día, o todo él, o toda la noche hasta la salida del sol. ;Qué dirán de todo esto y de otras cosas por nadie ignoradas, los camaradas de la calle de Valverde, que nos espetan que la superstición es ciencia extraña a la fe religiosa, y contraria a la razón? Esto prueba que los dichos camaradas fingieron ignorar lo que es ciencia y lo que es razón, lo que es religión y lo que significa extraño, extraña. —Las gentes ateas, o religiosas, que llevan la vida más sedentaria y apacible tienen tantas supersticiones y son tan fetichistas como las que están en constante peligro de muerte, religiosas o ateas. Hay personas de gran inteligencia y mucha instrucción que sólo obligadas por imperiosa necesidad pasan NOVIEMBRE, 1923 < CINE-MUNDIAL debajo de una escalera de manos, o de un andamio; otras que no se sientan a una mesa ya ocupada por doce individuos, para no completar el número 13. Y a propósito de ese número fatídico, mas fatídico aún si va unido al día viernes. Esa es superstición derivada de la última cena de Nuestro Señor Jesucristo con los doce Apóstoles, y de haber muerto en la cruz en día viernes. Hasta hace pocos años, no había marino yanqui que se atreviese a hacerse a la mar en viernes. Hace algunas semanas naufragó en las costas de Massachusetts el vapor “Seaconnet”, mandado por el capitán Daniel J. Miller, Jr., quien demostró en el peligro un gran valor y una serenidad a toda prueba, gracias a lo cual se salvaron la tripulación y los pasajeros y, por último, él mismo. El capitán ha jurado que jamás volverá a embarcarse en viernes ni en día 13 y menos en viernes 13. Más racional hubiera sido jurar no embarcarse en un barco de pacotilla como lo era el “Seaconnet”, o no embarcarse nunca. —Entre los marinos españoles hay una superstición muy curiosa. Hace muchos años hice un viaje en el vapor “Montevideo”, de la Línea Trasatlántica. Entre los pasajeros venía el Ilustrísimo Don Ramón de Ibarra, obispo de la diócesis de Chilapa, México. Al entrar en Puerto Rico teníamos mal tiempo; para facilitar la maniobra ordenó el capitán, hombre extremadamente religioso y culto, que izaran un foque. Toda la tripulación y los pasajeros estábamos sobre cubierta. Una fuerte racha de viento hizo derivar demasiado al barco hacia un cercano arrecife que estaba a sotavento; el capitán gritó que arriaran el foque; el foque se enredó; segunda orden del capitán, que vió lo inminente del naufragio, y volvió a repetir la orden de “Arría foque”, acompañándola con una de las más atroces blasfemias que puede proferir un católico. Arrióse el foque como por encanto, el barco, obedeciendo al timón, se enderezó, y nos salvamos. Terminada la operación, el capitán bajó al puente, donde con los demás pasajeros estaba el Obispo, se arrodilló ante él y, con lágrimas en los ojos le dijo: “Perdóneme Vuestra Señoría Ilustrísima y absuélvame del atroz pecado que he cometido, teniendo presente que si no profiero esa horrible blasfemia, no obedece el foque, y naufragamos”. He relatado el hecho a varios marinos españoles, creyentes fanáticos, y todos me han confirmado lo dicho por el capitán de referencia. Digo esto para probar que nada hay superior a la superstición. —Bravo, bravo, mi erudito, mi sapientísimo señor y maestro don Primitivo; aquí tengo que repetir aquello de: Sí, señor don Anacleto, Tiene Vd. mucha razón; Eso mismo que Vd. dice, Eso mismo digo yo. Ha venido Vd. a robustecer mi tesis, a hacerla más sólida que el Peñón de Gibraltar, de todo lo cual deduzco que es Vd. también supersticioso. —No, no, mil veces no, amigo mío, y voy a probárselo de una manera que no deja lugar a duda. Me encontraba en Sevilla; una gitana me perseguía tenazmente para que la dejara decirme la buenaventura. Cansado de verla tras de mí, exclamé molesto: —“ Culebra, culebra” que es la peor imprecación que puede proferirse contra un gitano y contra los andaluces en general. La vieja harpía lanzó un aullido de loba furiosa; le brillaron los ojos con luz de rabia; hizo con las manos algo que parecía conjuro demo Hechos Para el Bebé OS Pantaloncitos CubrePañales Jiffy de Kleinert, se hacen por ser una necesidad para el bebé. Las madres los consideran espléndidos, porque protegen sus vestidos y las ropas delicadas del bebé. Los Pantaloncitos CubrePañales se garantizan como impermeables, Se hacen de goma elástica pura, en blanco, natural y rosado. 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