Cine-mundial (1923)

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AY CINE-MUNDIAL Se estrena en París “La Escuela de las Cocottes” SI como en las piedras hay unas de orna mento y otras para edificar, así las mujeres están hechas unas para el lujo y para hacer pagar el impuesto sobre el lujo, y otras para servir en el hogar y compartir la dura carga de la existencia con el hombre. Las primeras, las cortesanas, representan un papel social muy interesante. Las pasiones que despiertan en el macho crean en ellas potentes energías, les inspiran grandes proyectos que convierten en realidades. Doman a un Luis XIV, cuando se llaman la viuda Scarron. Por pagarse su compañía, los guerreros hacen la guerra, los industriales maquinarias, y los caballeros de industria estafas. Por eso las Babilonias gritan: ¡Vivan las cocottes! Y con razón, pues son un estimulante enérgico. En el Teatro del Palais-Royal, *L'Ecole des Cocottes”, de Armont y Gerbidon, se desarrolla así: Una gentil cocotte vive con un empleadillo. Ella está representada por la actriz Jane Marnac. Stanislas, (el actor Max Dearly), profesor de buenas maneras, dice a esa hija del amor: “Habéis nacido para los billetes de banco, el lujo, el palacio en la Avenida de los Campos Elíseos, el castillo en la Costa Azul; abandonad a vuestro amigo, cambiadlo por el sefior Barón, que es un banquero más generoso. Yo os enseñaré cómo durmiendo viene la fortuna, cuando se es bella. Os ensefiaré a juzgar de una manera definitiva a los poetas, a los pintores y a los músicos, y haré resaltar lo que me tomo la licencia de llamar el lado estético de las personas. Seré vuestro Mefistófeles. Dadme vuestra alma, para que la modele. Os doy mi palabra de honor de que no tendréis que lamentar ese abandono enteramente moral." Así fué como Mlle. Marnac abandonó el empleadillo por Monsieur Barón, y, después de conocer el camino, dejó a Barón por Monsieur Leclerq. Pero la fortuna y el buen éxito no son el todo de la vida. Muchas veces se echa de menos las alegrías bohemias de Montmartre, las comidas en un pequefio restaurant, seguidas de bailes en un cabaret más pequeíio, formando pareja con un Camarada de los que saben “vivir la vida”. Y así es como esas damas de la mesa redonda del placer, esas lugartenientes de la prostitución, esas auxiliares de la Academia francesa, pues son las primeras en enseñar la lengua a los extranjeros, esas flores que sirven de adorno a los banqueros que juegan a la alza, así es como esas “great atractions” de los boulevares, tienen sus horas de melancolía. Y entonces exclaman: “No más 2 Wem WERC P ll IN Q ADN NU \ ni i; l AN 2 e | pl e M y M M Ji San Cristobal, patrón de viajeros DICIEMBRE, 1923 « No se trata de una institución pedagógica, sino de una obra que con éxito se representa en el Palais Royal.—Manbila Butukú llega de las selvas del Congo a imponer a Paris su modo original de vestir.—La piel se remienda sola. —Mademoiselle Bayoneta. —El Gran Salón de Otoño del Automovil.—San Cristobal, patrono. (Por Raymundo de la Veracruz) champagne, señores; dadme vino rojo y ordinario; no más Wagner o Beethoven, que la orquesta toque la “Renga”, o al “Salir del Hospital”. Así pasa en el Palais-Royal, y a través del diálogo percibimos a todas las cortesanas, con todas sus alegrías y desmayos, pero siendo siempre la fuerza motriz que hace a muchos individuos sobrepasarse a ellos mismos, si se me permite la expresión. EFIE ANBILA Butukú acaba de llegar a París. De las selvas del Congo, del “jungle”, ha venido directamente a la Ciudad Luz, para imponer la moda. Una moda práctica, económica y a la vez artística. Su llegada a la estación del ferrocarril de Lyon fué sensacional. Su manera de vestir es la siguiente: Salta de la cama, en seguida se lava su negra piel, la que queda más negra y lustrosa; después, delante de un espejo y rodeado de varias latas de pinturas de diferentes colores, provista cada una de su correspondiente brocha, comienza a pintarse en el cuerpo un traje, un pantalón con cuadros blancos y azules, cinturón amarillo y un frac esmeralda, pechera blanca con corbata roja. O bien, cuando en gana le viene, se decora con flores y mariposas de colores metálicos, o con una especie de decoración dadista, en la que entran en juego símbolos y figuras geométricas. Tal es su indumentaria. Nada hay de más económico y fantasista. Como sombrero aprovecha un diario de la mañana o la primera tela que tiene a mano. Como se ve, esta manera de vestir ahorra gastos de lavandera y de sastre, y, en caso de rotura, la piel se remienda sola. Su intención es la de destruir la idea milenaria de los europeos respecto al vestuario, y muchos son los que se adhieren a sus teorías.; muchos empleados, obreros, literatos y artistas, que desde hace años no han podido renovar su guardaropa, piensan formalmente adoptar la moda para el verano próximo. Con los sueldos que se pagan actualmente; Max Dearly y Jane Marnac teniendo una familia que alimentar, ¿cuánto se puede reservar para comprar ropa? Lo primero es comer y pagar la casa. La suerte de nuestros intelectuales modestos en la sociedad contemporánea no es cómoda. En Rusia andan con andrajos. En Alemania, según la obra de Ambroise Got, “la Alemania al desnudo”, no tienen para comprarse calcetines y llevan los pies desnudos dentro de los zapatos. Aquí, en Francia, aún no llegan a ese estado, pero van hacia él. En cuanto a las mujeres, esta moda masculina no les interesa. La eterna Eva comenzó en el Paraíso por vestirse con una hoja de parra y creó el misterio. Desde entonces su tendencia es a cubrirse con las telas más caras, o a descubrirse con telas más caras aún. * k * ODOS aquellos enemigos del sufragismo femenino que niegan que la mujer haya descubierto algo, deben quitarse el sombrero. No sólo la mujer es la inventora del traje, sino de algo más importante y trascendental. Si la mujer no inventó. el polvo de arroz para la tez, en cambio a ella se debe la invención de la bayoneta. La sociedad de el “Souvenir Francais” acaba de celebrar en Bayona el cuarto centenario del sitio de esa ciudad, por los 25,000 lansquenestes de Carlos Quinto. “Fué en esa ciudad, dice L'Oeuvre, “donde se vió a las mujeres de Bayona, — unidas a los soldados en las trincheras, — utilizar por primera vez esa arma de su invención llamada la “Bayonnette”. La bayoneta ligera, fina, brillante y puntiaguda, es bien femenina. Si el hombre inventó el “arma de fuego”, la que para matar hace un gran ruído, la graciosa bayoneta expide a los humanos con delicadeza y en silencio.. De esta manera los dos sexos han colaborado en el perfeccionamiento del fusil, el instrumento más efectivo para destruir a sus semejantes. La bayoneta, inventada por esas damas, se halla mezclada con los grandes hechos históricos de los tiempos modernos. Ha tomado parte en todas las guerras y en todas las revoluciones. Decía Bismarck: “Todo se puede hacer con las bayonetas, menos sentarse sobre ellas”. Esto se ve bien en España y en otras partes. La “fraternidad humana” no reinaría en Rusia sin las bayonetas de las guardias rojas. (Continúa en la página 754)