Cine-mundial (1925)

CINE-MUNDIAL H | . . . Nuestro corresponsal en Buenos Aires, Narciso Robledal, suspira por las onzas | Je oro que se quedan en el tapete verde de aquel Biarritz argentino, pero se bonsuela pensando en las millonadas que han entrado en circulación con mo i livo del último escándalo financiero-ferroviario.—Las peliculas se derriten bajo | sol canicular, pero la metrópoli se divierte de todos modos. “bermejazo, platero de las cumbres > Se redactan informes, se instruyen diligena cuya luz se expulga la canalla”, cias, etc., etc. Negocio finiquitado y a otra | z y cosa. ‘no siempre, y que perdone el gran Quevedo) $ TEE os entresijos de la boraz bestia apocalíptica hue se tragó, sin complicaciones digestivas, ] ina lista variada de alimentos muy singular: El General Pershing entrando al yate presidencial ¡Fincas al natural, canteras saltadas, traviesas “Adhara” para hacer su jira por el puerto. — El fin pS carros en su propio barniz... aviador argentino Iglesias, que vuelve de la campaña | Y con pormenores y apostillas canalpana t meñas — época de la administración france de Marruecos condecorado por el rey Alfonso. la — fueron sacándose los enredados hilos de “sta madeja ferroviaria entre cuyos nudos, ~ lazadas, anádicos y huecos, colábanse, como m bor las rendijas de una criba gigantesca y cota, gratificaciones, sueldos, comisiones, conE bratas, maquinaria, edificios, peones, bosques, lrieles, terrenos... en resumen: cerca de cieni to veinte millones de pesos nacionales que, al cambio actual, redondean la bonita suma de cuarenta millones de dólares. | Como el curioso lector habrá advertido, esta ¡2 millonada alcanza para establecer una línea ¡aérea y zeppelinesca entre Buenos Aires y i Nueva York. || A las pocas semanas de este escándalo mo| | netario, sugió otro a la superficie, también oficial, pero de insignificantes proporciones. Casi no merece la pena mencionarlo; resulta ¡um crío desmedrado a la vera del primero; ¡E el elefante y la hormiga, una fracción despre| iciable, o sea un millón seiscientos mil pesos -mal contados que se volatilizaron en una im¡portante dependencia del Ministerio de MariMl ina, según las sendas informaciones de toda lla prensa. f Digamos, para consuelo de escrupulosos y f asustadizos — si es que aun quedan ejempla¡res humanos de esta categoría moral — que ¡las millonadas de referencia, en realidad, no se han perdido: se han distribuído dentro del país y en nada vienen a mermar su estupenda | riqueza. Al contrario; estos millones han entrado en circulación activa, desparramándose Piscina del Club Obras Sanitarias de la Nación durante la disputa de campeonatos.—Abajo, el Gral. Pershing en la Catedral donde colocó una corona en el mausoleo del Gral. San Martín. —a Y s por todas partes. En otras palabras: cambia ¡iron de dueño y de lugar. Por el mundo peliculero no se ha registrado acontecimiento alguno sobresaliente. Se estrenaron algunas cintas entre las cuales “Ojos que no ven”, comedia dramática que acusa una ponderable dirección técnica, gustó al público. Los protagonistas, Seena Owen y Lionel Barrymore, o sea la “pareja pasional” imprescindible en todo argumento con pretensiones, atraen desde luego la atención por su discreta habilidad interpretativa. “El vagabundo generoso” es un culebrón Eo) ¡El notable político brasileño Dr. Alcántara Tocci con le trama gastada, pero con bastante fuerza sensiblera para impresionar a los que poseen un corazón cebolloso y primitivo. “Polleras y pantalones”, del género cómi su secretario D. José Di Bona, que visitó las oficinas | de CINE-MUNDIAL durante su reciente permanencia Cu Broos Ape co, se atascó en el camino del éxito por lo ñoño del argumento y lo desarticulado de las escenas. j ABRIL, 1925 El General Pershing llegando a Constitución con los Ministros Justo y Le Breton y el Coronel Balotta. Los espectáculos teatrales languidecen, medio derretidos por el calor. Rumbo a Chile, donde parece que debutó con suerte, acaba de pasar por aquí, haciendo un alto de varios días aprovechables en el teatro Avenida, la tropa alígera y escénica que capitanea Eulogio Velasco a base de la primera tiple María Caballé, juncal, simpática y expresiva. Tras de la cordial visita que nos hiciera el jefe de la Policía de Nueva York, Mr. Enright, fué nuestro huésped varios días, recibimos ahora la del general Pershing, el veterano que, allá por las campiñas europeas, desoladas por el plomo... (Continúa en la página 241) PÁcinNa 209