Cine-mundial (1927)

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| | | CINE-MUNDIAL LAS MATAS Por Carmen de Burgos (Colombine) UANDO en todas partes, al alargar sus ideas, las mujeres se cortan los cabellos, en España se dan. lozanas, espléndidas y magníficas cabelleras, como las que se han lucido en un reciente concurso. Un par de docenas de concursantes han exhibido sus largos cabellos, en todos Jos matices, desde el negro de cuervo hasta el rubio de trigo; en cuyo color es más difícil obtener la abundancia. La María Magdalena de Ticiano, rubia, está en contraste con la Magdalena de pelo negro que han concebido la mayoría de los pintores pues aunque todos están de acuerdo en la magnífica cabellera no lo están en su color. Santa María Egipciaca, famosa por los cabellos que ceñía a la cintura para vestirse con ellos, después de deshecha su ropa en las soledades de Palestina, es siempre morena. Estas mujeres de largos cabellos tienen ahora el valor de las representantes del pasado. Esa mata de pelo, que parece nutrirse a expensas de los jugos del organismo y estar aferrada al cráneo, hace que sus poseedoras tengan un aspecto algo doliente, consumido, agotado. Les profundiza las ojeras, les aumenta la palidez y hace que todas reunidas tengan algo de espectros o de muertas resucitadas. Hacen recordar las figuras célebres por sus cabellos, como Doña Inés de Castro, la desdichada esposa de Don Pedro de Portugal, a la que llamaron “La de las Bellas Trenzas”, y las Señoritas españolas que han tomado parte en cl concurso de Matas de Pelo, celebrado en Madrid. conservaba aún en el acto de la macabra coronación, después de muerta. O bien esa Doña Sancha de Castilla, cuyas trenzas rubias aparecieron dentro de su ataúd, al cabo de los siglos, brillantes y lustrosas, entre las cenizas. Quedan ya pocas de esas grandes cabelleras legendarias, como aquella de la Princesa del cuento popular, que hacía escala de ella, desde lo alto de la torre de su castillo, cuando el amado le demandaba: ENERO, 1927 . Dos primeros premios del concurso de cabelleras. .. . “Bella hermosa: Echa subiré por ellos”. tus cabellos y Son ya una cosa pasada. Apenas quedan estas pocas representantes. Pero el orgullo de las mujeres de largos cabellos es algo que se nota al verlas pasar. Han quedado como las abanderadas del sexo y por eso, en el largo desfile de mujeres, son tan escasas como en las columnas del ejército los portadores de banderas y banderines. Pero la moda ha hecho cambiar muchas costumbres que iban unidas a la influencia de las abundantes cabelleras, a las cuales suplían las grandes damas, gracias a millares de postizos y castilletes de alambre. Ya la ofrenda de la cabellera a la Divinidad no tiene objeto, porque no representa un sacrificio el cortarla. No es ya para las monjas un signo de su alejamiento del mundo. Se pierde uno de los más conmovedores exvotos que veíamos colgados en las iglesias, en torno de las imágenes milagreras. Cada cabellera, amarrada con la cinta de seda, que pendía al lado de las imágenes, nos daba la impresión de una mujer mutilada. La imaginación veía siempre bella a la poseedora de la gran cabellera, y descifraba una dolorosa historia de sufrimiento que la llevaba al colmo del sacrificio, a mutilar su belleza. Eran testimonios de un fervoroso amor o de una ardiente fe. Es muy antiguo eso de ofrecer a la Divinidad la cabellera y desde luego no pensarían las mujeres que eso las afeaba, cuando las romanas ofrecieron las suyas a Venus du(Continúa en la página 59) PÁGINA 11