Cine-mundial (1928)

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CINE-MUNDIAL DANDO VOCE Ror Marco Aurelio Galindo Æw L advenimiento del Vitáfono y de cualquier otro mecanismo semejante, tales como el “Movietone” y el “Phonofilm”, constituye la más seria amenaza contra el futuro de la cinematografía. Mecánicamente, el Vitáfono podrá alcanzar en unos años la perfección que se supone ha conquistado el automóvil, si bien, por mi parte, me atrevería a firmar que aún recuerda, con lamentable precisión, el primitivo fonógrafo de Thomas Alva Edison. Artísticamente, se convertirá, a la larga, en la muerte del cinema, si consideramos al cinema como medio de expresión estética. El cinema tiene un derecho de vida primordial sobre el teatro, con el que todo el mundo incurre en el error de compararle, y aparte de las afinidades que con él pudiera guardar. Ese derecho se lo debe a su silencio, su primera virtud y su más completa justificación. El cinema es meritorio por la amplitud del escenario de que hace uso, por el ritmo que puede captar, por la variedad del colorido que le es dable reflejar. Pero, sobre todas esas cualidades, el cinema es meritorio porque es mudo. Mudo hasta donde nuestra ignorancia de parlanchines descendientes de parlanchines niegue la vibrante, intensa y perdurable elocuencia del gesto, del ademán y de la actitud. 7 La palabra del cinema es mejor que la palabra del hombre: más clara, más precisa, innecesaria de traducción, más incisiva, más potente... y, sobre todo, antes que todo, más verdadera. De aquí que me entere con terror de los preparativos que William Fox está realizando para producir, bajo la dirección de Fred W. Murnau, la primera película hablada. Eso estará admirablemente bien como realización mecánica. Péro, de ser posible la generalización de semejante producto — quedarían aún por vencer numerosos obstáculos materiales, a Dios gracias —; de ser aceptado por el público, tendremos que dar al cinema por muerto y enterrado. Eo Es otro el camino que ha de seguir el cinema para alcanzar la perfección. No habrá de hallarle en la palabra, por mucho que los ingenieros electricistas a quienes se deba el Movietone hayan de dar a su aparato la exactitud de la voz humana. El cinema debe encaminar sus pasos precisamente hacia el polo opuesto, si ha de retener sus virtudes de arte personal que sólo tres o cuatro gentes de entre los que hacen películas han sabido encontrarle. La perfección del cinema no está en la adquisición de la palabra, por mucho que la ciencia logre humanizarla en la artificialidad de un mecanismo. El cinema, aun como se le disfruta ahora, ayudándose de la palabra escrita, es infinitamente más respetable como intención artística de lo que lo sería una vez que William Fox o los hermanos Warner, con su Vitáfono, le hagan hablar. La perfección del cinema está en la completa eliminación de la palabra, hablada o escrita. Bien mirado, esa perfección ya se alcanzó. Hemos tenido ocasión de asomarnos a tres 0 cuatro producciones cinemáticas que carecen de subtítulos. Claro que la gran mayoría de las obras de la pantalla acuden ahora al recurso del subtítulo, y seguramente que siempre las tendremos que recurran a él. También hay libros mediocres y malos, también no toda la obra teatral es buena, ¡ni por pienso! Ni tampoco toda producción pictórica es perfecta. IS Resulta chocante, de irónico, el hecho de que, al parecer, ha de ser Murnau quien realice la primera película hablada. ¡Precisamente Murnau, de entre tantos directores! (Continúa en la página 67) ENERO, 1928 Carolle Lombard, de las huestes de Mack Sennett (Pathé). PÁGINA 19