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Jacqueline Logan, de los De Mille Studios, se dispone a jugar tennis con el atavio impres
cindible: falda de franela blanca tableada, “sweater” blanco también con dibujos cubistas en rojo, y otro “sweater” sobrepuesto, marrón, para evitar el frío al terminar el juego.
Mientras Marion Harvey juega su partida de tennis, yo sentada en mi cómodo sillón de mimbre de la galería central del hotel, me limito a examinar curiosa a los que me rodean. Los hombres no me interesan, desde el punto de vista de su indumentaria, se entiende; y entre las mujeres, hasta ahora, no he podido observar nada sensacional, como no sea el mal efecto que causan en el campo los rostros pintados. La excesiva claridad, la fuerte luz del sol, la reverberación del intenso verde del campo y de los árboles, están abiertamente en pugna con el rouge de las mejillas y de los labios. Lo que en la ciudad sirve para embellecer a la mujer, en el campo la estropea porque se ve demasiado a las claras lo artificial.
Me hago a mí misma estas reflexiones, cuando llegan los grandes ómnibus con su nuevo cargamento de viajeros recogidos en la estación del pueblo cercano. Entre los cincuenta o sesenta que descienden, llama inmediatamente mi atención un matrimonio de mediana edad con una hija — doy por
supuesto — bella muchacha de unos diez y
ocho años. Debe ser el padre un hombre de negocios acaudalado y la madre es una muJer de cuarenta a cuarenta y cinco años bien
AGOSTO, 1928
CINE-MUNDIAL
Donde Stacomb
Eleanor Boardman y Harrison Ford de la Metro-Goldwyn-Mayer
A
le dice al cabello que se quede, alli se queda
E PEINADO del artista cinematográfico está sujeto a las modificaciones impuestas por el papel que representa y por los bruscos movimientos de la acción. Para ellos, Stacomb, la crema opalina, es un recurso salvador. El pelo es por naturaleza rebelde e insumiso, pero con Stacomb no hay rebeldía posible. Fíjese, sin embargo, en que Stacomb no domina el pelo “empastándolo,” como hacen pomadas y cosméticos, sino haciendo que cada hebra de cabello se torne obediente a la dirección que le imprime cl peine o el cepillo. Además, da al pelo una brillantez natural que acre cienta su atractivo.
Las buenas farmacias y droguerías lo venden en forma de crema o líquida.
CONSERVA PEINADO EL CABELLO
Dice Harrison Ford, el donoso galan del Cine: “Es realmente admirable lo bien que Stacomb mantiene peinado el cabello a pesar de que muchas veces en el trabajo del artista cinematográfico se presentan muchas oportunidades de enmarañarlo.”
Millares de hombres y mujeres en todo el mundo civilizado se adhieren a esa Opinión. Hoy cualquiera puede bailar, nadar y entregarse libremente a otros deportes sin temor a que el cabello se insubordine y atraiga hacia uno el feo
,
epíteto de “negligente. a
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