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pasión rusa, tan intrascendente y desequilibrada como son de amplias las pretensiones realísticas con que se ensaya a adornar a la película, que lleva el título. de “La Danza Ro
ja”... En un principio, “La Danzarina Roja de Moscú”.
La obra lleva tres meses en el Gaiety y, así en la sesión vespertina como en la nocturna, la salita se atesta lo suficiente para llevarnos a pensar que “La Danza Roja” pudiera correr tres meses más en la misma pantalla.
Pero lo que nos hemos reservado comunicar al lector hasta este último párrafo es que quien atrae diariamente a dos mil espectadores a la sala del Gaiety no es Dolores del Río, ni Charles Farrell, ni aun Ivan Linov, el pesado y pavoroso hombre malo-bueno de la historia, sino un caballero de linda, atildada y risueña apariencia, de breve barba y retorcido bigote blancos y de transparente cabeza cana que hace aquí, en un rollo pasajero, amable e inocente, su primera aparición cinematográfica.
El hombre es George Bernard Shaw, el paradojista y satírico comediógrafo y dramaturgo inglés,
Charles Farrell y Dolores del Rio, tal y como se conducen en “La Danza Roja” de
Foz.
OCTUBRE, 1928
CINE-MUNDIAT
enemigo de viejo de la pantalla, aficionado a los baños de sol, feminista, irlandés y pródigo donante de un largo Ultimo Testamento a la Humanidad que lleva el extenso título de “Guía de la Mujer Inteligente hacia el Socialismo y el Capitalismo.” George Bernard Shaw sonríe diariamente desde la pan
Junior Coghlan y Phillip De Lacey, que salen en “Dinero Marcado””, de De Mille Studios.
ra desaparecer tras la discreta irrealidad de la hoja de plata. El es el “astro” del momento en Broadway.
EL CRONISTA SENSACIONAL (TELLING THE WORLD) “Metro-Goldwyn-Mayer—-2,100 metros.
Intérprete principal, William Haines. Colaboradores: Anita Page, Eileen Percy, Frank Currier, Polly Moran, Bert Roach, William V. Mong y Mathew Betz.
Producción de Sam Wood.
De ser yo el editor de esta película, la habría cortado por la mitad, destinando a presentar al público sólo la primera parte y la habría terminado, literalmente, de cualquier modo; porque cualquier modo de conclusión habría sido mejor que el suministrado por el director. El contraste es más notorio porque el principio se revela excelente en trama, en originalidad, en interpretación y en divertidas e interesantes escenas, en tanto que el fin resultaría de mal gusto hasta en la más barata de las series de episodios.
Y eso, que había tela donde cortar, porque el asunto se presta. Además, Haines trabaja con cariño porque el papel de joven insolente, intruso y simpático a pesar de sus majaderías, le viene pintiparado. Se trata de un hijo de millo
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talla, relata una anécdota incolora y pretende, en broma y sin éxito, imitar el gesto adusto y caciquista de “Il Duce”, ante un público compuesto en su ochenta y cinco por ciento de mujeres, y se retira seguido de las mansas palmas y cantarinas risas de sus secretamente desencantadas admiradoras pa
Harry Langdon haciendo coro
a una acémila que con él com
parte la desgracia en su cinta
“Mal del Corazón”, para First National.