Cine-mundial (1929)

Record Details:

Something wrong or inaccurate about this page? Let us Know!

Thanks for helping us continually improve the quality of the Lantern search engine for all of our users! We have millions of scanned pages, so user reports are incredibly helpful for us to identify places where we can improve and update the metadata.

Please describe the issue below, and click "Submit" to send your comments to our team! If you'd prefer, you can also send us an email to mhdl@commarts.wisc.edu with your comments.




We use Optical Character Recognition (OCR) during our scanning and processing workflow to make the content of each page searchable. You can view the automatically generated text below as well as copy and paste individual pieces of text to quote in your own work.

Text recognition is never 100% accurate. Many parts of the scanned page may not be reflected in the OCR text output, including: images, page layout, certain fonts or handwriting.

mo tantas otras estrellas, a verse libre de todo lazo conyugal, ¿volvería usted a casarse? —Si encontrase al hombre... —¿Cómo lo desearía usted? Por supuesto, una vez que, en una forma o en otra, se quedara sin Jack Dempsey. —PFrancamente, no sé. —Pero ¿cómo es posible? ¿Cómo no va usted a saber alguna de las condiciones que deba reunir el hombre que la seduzca? —Desde luego, no me gustan los jovencitos. Me resultan demasiados insípidos. A su izquierda se halla un periodista jovencito, que se encoge un tanto al escuchar tales palabras. A su derecha, nuestra madurez comienza a notar que el ambiente es de color de rosa. —¿De qué edad, de qué edad le gustaría a usted? — le preguntamos con reboso de optimismo. Estelle, con su sonrisa picaresca, calcula, mira a diestra y siniestra, nos examina disimuladamente a los dos admiradores que estamos sentados a sus lados, y, al fin, cita una edad que queda comprendida, y casi equidistante, entre la nuestra y la de nuestro juvenil colega, y que coincide, poco más o menos, con la de Jack Dempsey. —Amigo mío —le decimos al compañero de enfrente —: la esposa del ex campeón nos está resultando más campeona que su mismo A o RIA O Natalie, Constance y Norma Talmadge, en la boda de la segunda, que aparece también con su novisimo marido, Tomnsend Netcher. Kay Francis, artista de Paramount, y que también se considera como “la actriz mejor vestida de los Estados Unidos.” Habrá que abrir un concurso. AGOSTO, 1929 CINE-MUNDIAL marido. El ha dejado fuera de combate a muchos contendientes, pero uno por uno. Estelle acaba de apuntarse dos knock-outs a un mismo tiempo. Las víctimas somos usted y yo. En el curso de la conversación, sacamos en limpio, entre otras muchas cosas cuyo recuerdo pone un significativo estremecimiento en nuestro pescuezo, que Jack Dempsey es celoso, mientras que su mujer no so A E AS UREA Ina Claire, intérprete de obras teatrales, que ingresa en el cine parlante y que trae la fama de ser “la actriz mejor vestida de los Estados Unidos”, aunque otra joven, que en esta misma página aparece, le disputa tal titulo. Ina Claire ha sido contratada por Pathé. lamente no lo es, sino que hasta le parece natural el que su marido vaya de vez en cuando con otras mujeres a echar alguna que otra canita al aire. Sus negocios le obligan a ello con no poca frecuencia; y Estelle no quiere: ser un obstáculo para Jack. Lo único que le exige es que se porte bien cuando está con ella, que la haga feliz, y que no la ponga en ridículo. Cuando nos exponía sus teorías relativas a la dicha conyugal, creíamos que no era “del todo sincera Estelle Taylor: que hablaba por hablar. Pero dos o tres días después se presentó casualmente un incidente que parecía ocasionado especialmente por la Providencia para poner a prueba aquellas teorías. Su marido y otro boxeador se pelearon en Nueva York por una bailarina que andaba con ellos de parranda a altas horas de la noche; y la prensa dió cuenta de todo el escándalo. Al ser interrogada Estelle Taylor por los reporteros de Cinelandia, asumió casi exactamente la misma actitud que cuando hablara: con nosotros de sus relaciones conyugales. Según ella, Jack tenía derecho a distraerse; ella estaba segura de que su esposo no había hecho nada indigno; no se divorciarían porque no había razones para ello; seguramente se trataba de alguien que se había aprovechado de la buena fe de Jack para adquirir notoriedad; etc., ete., etc. Decididamente, Estelle Taylor es una de esas raras mujeres que facilitan, en vez de PÁGINA 801