Cine-mundial (1929)

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AAA AAA ASA Jóvenes galanes ¡Cuidado con las barbas! ¡Aféitate primero! Desde tiempo inmemorial ha demostrado la mujer una aversión muy marcada a las barbas. Eso de explorarlas para encontrar los labios del amado o de sentirlas como un papel de lija cuando no están bien afeitadas, no tiene nada de agradable. En cambio, jóvenes modernos, ahora que los galanes de la pantalla se ven siempre tan cuidadosamente afeitados.... ¡fíjense en esos besos de “permanencia voluntaria”! Esas caras tersas y bien cuidadas explican por qué la Crema de Afeitar Mennen tiene tanta demanda en Hollywood. Basta mojar la brocha en agua caliente o fría; ponerle un poco de Crema de Afeitar Mennen y la jabonadura que resulta, abundante y espesa, reblandece la barba más rebelde. Y ahora, además, viene mentolizada para dar a la cara la vivificante frescura del mentol en cualquier clima. Fíjense en que el tubo tiene un disco rojo y, cuando la prueben, jóvenes galanes, noten cómo aumentan sus conquistas. Nota: La Crema Balsámica Mennen (Skin Balm) evita que las pequeñas cortadas se infecten. El Talco Mennen para Hombres quita el brillo que dejó la afeitada perfecta. Las buenas tiendas venden los productos MENNEN PÁGINA 1266 CINE-MUNDIAL El comisario inmediatamente se puso en contacto con Colbert, la estación siguiente, apenas llegó a la cual el tren fué detenido por las autoridades locales. Chapman y Gray no estaban a bordo. Pero la suerte no favoreció a los presidiarios. Un automovilista que por casualidad viajaba paralelamente al tren de carga, avisó que los había visto saltar del convoy y escurrirse entre la maleza circundante. Apresuráronse los policías a seguir el camino indicado por el denunciante y no tardaron en dar con Chapman y Gray, que, sin precipitación, iban por la vía del ferrocarril, indudablemente con la esperanza de abordar el tren de pasajeros que no tardaría en pasar. Saltaron el comisario Butler, de Colbert, y sus acompañantes de los automóviles en que iban, dando a la vez la voz de alto. Butler lanzó un disparo al aire. —Economice su plomo, estúpido — gritó Chapman. Y simultáneamente abrieron él y Gray el fuego sobre sus perseguidores. Separábalos sin embargo tal distancia que los disparos no hicieron blanco y, después de cambiar media docena de ellos, los fugi tivos se parapetaron tras de un grupo de pinos. Butler y sus subalternos camb'aban tiro por tiro, pero los convictos se hallaban aparentemente bien provistos de municiones y mantenían un bombardeo constante contra los sitiadores. Al cabo de un cuarto de hora de maniobras, llegaron refuerzos: el comisario de Hull y otro subalterno. Eran ya seis contra dos, y además de sus revólveres y cápsulas en abundancia, el comisario de Hull trajo consigo dos rifles Winchester. Comenzaba a caer la tarde sobre los pinos. Se organizó un consejo de guerra y se decidió hacer un asalto concertado. Guiados por el veterano comisario, todos se lanzaron hacia la pequeña fortaleza de pinos. Al verles avanzar, Chapman salió al claro del bosque solo y, apuntando cuidadosamente, vació su revólver contra la policía, y luego, sin perturbarse en lo más mínimo, se dispuso a cargar de nuevo el arma, erecto y en actitud de desafío frente a la verdura de los pinos. Pero quienes contra él marchaban no se dejaron vencer por aquel gesto supremo de desprecio a la muerte. A una orden del comisario todos dispararon. Chapman cayó a la primera descarga; se enderezó y trató de enfilar su revólver, pero antes de lograr apretar el gatillo se desplomó nuevamente de bruces entre las matas. Cuando los perseguidores llegaron a su lado, hallábase sentado entre las matas. Su mano derecha caía inútil y comenzaba a for mar, sangrando, un rojo charco en la tierra. Sus pantalones, teñidos de escarlata, denunciaban otra herida en la cadera. Estaba pálido, pero en sus labios apretados vagaba una sonrisa espeluznante. Trataba desesperadamente de volver a cargar su Colt manteniéndose en tierra con la rodilla y pretendía meter la cápsula en el cilindro con la mano izquierda. “No me habrían atrapado vivo a no ser por esos rifles Winchester; pero ahora que me tienen “no será por largo tiempo” — dijo el bandido con los ojos centelleantes. Fueron necesarios todos los hombres, seis y bien fuertes, para desarmarle y llevarle a los coches que habían quedado en el camino. Según el comisario Hall, el bandido “no era más grande que un gato, pero resultaba un gato salvaje”. Gray había sufrido varios rasguños pero no estaba herido. Los oficiales le encontraron agachado entre la maleza manipulando su pistola para hacerla funcionar. No hizo ninguna resistencia. Gravemente herido como estaba, Chapman se revolvió en el coche y acusó a Gray de cobarde por haberse dejado coger vivo. Al ser capturado, Chapman vestía su uniforme gris de presidiario bajo un sobretodo azul. Gray se había quitado el uniforme y llevaba sobretodo oscuro y sombrero negro. Cada uno de ellos tenía más de doscientos dólares en billetes de cincuenta y un dólar. En las inmediaciones de Athens, las autoridades del Condado de Clarke se reunieron con los que custodiaban a los prisioneros. Gray fué llevado en seguida a la prisión local, y Chapman conducido en una ambulancia al hospital, donde los médicos calificaron su estado de grave. El brazo derecho del bandido había sido atravesado por un disparo de re vólver, y una bala de Winchester le había herido gravemente la cadera, rompiendo tendones y rozando el hueso. Cuando Chapman fué colocado sobre la mesa de operaciones estaba tan debilitado por la pérdida de sangre que no podía levantar la mano. Sin embargo, negóse a tomar anestésico cuando los cirujanos se dispusieron a realizar la extracción de la bala. Dió una muestra de su humor atrabiliario al responder a la enfermera que le preguntó su domicilio: —He permanecido en el palacio de Invierno que en Atlanta posee el Tío Sam. Inscriba allí mi casa. “Penitenciaría Federal, Atlanta”. Y agregó con sardónica sonrisa: —Si puedo salir de aquí, no tendrán ustedes que molestarse en trasladarme allá otra vez.” Poco tiempo después de la captura, el diputado Warden Fletcher llegó de la Penitenciaría para hacerse cargo de los prisioneros. Gray, bien custodiado, fué conducido a At Con sólo bajar la capota rápida y fácilmente, este Coupé Convertible Chrysler se transforma en un elegante Roadster. DICIEMBRE, 1929