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y después | del baño..
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TALEO BORATADO
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CINE-MUNDIAL
sin poder caminar apenas, resolvió volver a la choza, andando a veces o arrastrándose sobre la tierra. Las huellas de sus pies y sus manos, estudiadas por el Alguacil Moon durante las investigaciones preliminares del crimen, no dejaban lugar a dudas, y explicaban el hecho de las ropas mojadas y llenas de arena que vestía la víctima.
PARA ahogar sus quejidos, le taparon la boca con estopa sacada de un colchón. Entrada la noche, Virgilio enganchó la calesa al caballo de su hermano y se dirigió a la cabafía. Colocó el cuerpo inconsciente de su amigo en la calesa y lo condujo al cruce del ferrocarril. Allí atravesó la calesa en la vía y acostó el cuerpo de Lovett entre los rieles, de manera que el tren lo mutilara y las compañías de seguro pagaran a Fred Decker los $24,000 de las pólizas por la muerte accidental de su hermano. Y luego, desapareció Virgilio Decker.
A las diez de la mañana del sábado, Fred y su familia partieron del cortijo para visitar parientes en Larwill. Pasaron el día en la referida ciudad. A su regreso, por la noche, se detuvieron en la casa de un vecino llamado Echart. Fueron convidados a cenar, pero no aceptaron, aunque permanecieron allí hasta las 10 de la noche. Después se detuvieron en la casa de otro vecino, William Guy, donde los enteraron del “accidente ferroviario”.
Fred partió acompañado de Mr. Guy, pero en vez de dirigirse a Bourbon, a donde había sido llevado el cuerpo de su supuesto hermano, fué directamente al granero de la granja a cerciorarse de que sw caballo estaba en el pesebre. Encontró a la bestia viva y con los arneses puestos. Salió en seguida para el cruce de Robinson y después siguió para el hospital de Bourbon a identificar al joven moribundo como su hermano Virgilio. En el hospital, preguntó a la enfermera S? había esperanza de que su hermano recobrara el conocimiento y hablara. Al enterarse de la muerte de Leroy, volvió a preguntar si había hablado antes de fallecer.
También trató de anticipar el entierro de la victima.
TERMINADO este relato, el Fiscal leyó al Jurado las declaraciones contradictorias de Virgilio Decker durante su encarcelamiento. La defensa se opuso tenazmente a la lectura de las diversas confesiones firmadas por el acusado. El Fiscal solamente aceptaba como verídica la confesión en que Decker declaraba que él había asesinado a Leroy Lovett.
Russel Gill, el propietario del garage, declaró que el automóvil Ford abandonado cerca del paso a nivel la noche del crimen era el mismo que él le había alquilado el viernes anterior a Virgilio Decker, quien dijo llamarse Carl Benson.
Los abogados de la defensa argumentaron que no había existido tal conspiración como la que se alegaba para defraudar a las compañías de seguro. El suegro de Fred Decker, hombre acaudalado, declaró que él le había aconsejado a su yerno la compra del cortijo, prometiéndole ayudarlo en caso de presentársele alguna dificultad en el cumplimiento de sus compromisos. En efecto, la defensa demostró que el suegro de Fred fué quien canceló el primer pagaré a su vencimiento.
Otro razonamiento de los abogados de Decker era que éste tenía perfectísimo derecho a asegurarse por la cantidad que estimara conveniente, excepto que no usó muy buen
criterio en sus cálculos, pues pretendía hacerse rico en el término de veinte años por menos de $500 anuales.
Además, la iniciativa partió de los agentes de las compañías, no de Virgilio Decker. Ellos fueron los que insistieron en venderle las pólizas. Si existió intención de conspirar, el muchacho era ajeno a la proyectada estafa. No hubiera sido él seguramente quien echara a perder un complot que le habría de producir unos cuantos miles de dólares. Si su propósito era desaparecer para que Fred cobrara las pólizas, no se habría dirigido a Marion, donde le conocían muchas personas.
La reputación de Virgilio Decker era tan buena, que se hizo difícil encontrar testigos dispuestos a declarar contra él.
Finalmente, los abogados defensores afirmaron que un mozalbete de diez y ocho años y de inteligencia escasa, como Virgilio Decker, no podía haber planeado y ejecutado por sí solo la conspiración y el asesinato que se le imputaban. Una sola persona no pudo haber realizado todas las cosas alegadas por el ministerio fiscal en el tiempo transcurrido entre la media noche del viernes y las 8:30 de la noche del sábado.
El día 10 de junio, después de tres horas de deliberaciones, el Jurado rindió un veredicto de culpabilidad por asesinato e impuso al acusado una condena de prisión perpetua.
Durante todo el proceso, nadie llegó a convencerse de que Virgilio Decker era el verdadero asesino, aunque los sefiores del jurado jamás dudaron que fué él quien colocó el cuerpo moribundo de Leroy Lovett en la vía del ferrocarril. Este elemento de duda fué lo que salvó a Decker de la silla eléctrica.
Los abogados de la defensa solicitaron nuevo juicio, pero el tribunal negó la petición. Cuatro días después, Fred y Calvino Decker obtuvieron la libertad provisionalmente, gracias a las fianzas prestadas por sus amigos y vecinos.
La señora Decker fué absuelta debido a su avanzada edad y a su analfabetismo, por lo cual la consideraban irresponsable. Fred Decker fué procesado en Columbia City y salió absuelto. A Calvino Decker nunca lo llegaron a procesar.
Todavía hoy no puede decirse que el velo del misterio ha sido descorrido del todo. Nadie sabe quién ideó el asesinato. Se ignora quiénes y cuántos fueron los cómplices de Virgilio Decker y por qué el acusado no declaró todo lo que sabía en relación con el espeluznante suceso.
Precisamente por no divulgar estos secretos, Virgilio Decker espía su crimen en una celda sombría de la penitenciaría de Michigan City.
CHISPAZOS
De España ha llegado a Hollywood el señor Samaniego, comisionado por el Gobierno del General Berenguer para el estudio de los más modernos procedimientos cinematográficos, pues se desea fomentar en Madrid la producción nacional. Como expertos, el señor Samaniego bien podía llevarse a la villa del oso y del madroño algunos de los escritores (!) que por Hollywood pululan desorientando a los norteamericanos y con notorio perjuicio para los artistas hispanoamericanos en general.
FEBRERO, 1931