Cine-mundial (1933)

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OS Por ABLAR del drama religioso en un corto número de cuartillas es tarea harto difícil y, además, materia bastante discutida. Francia y España se han disputado la paternidad del mismo y los más notables historiadores han estado conformes en que debe aplicarse a nuestra Península, con una anterioridad, no de años, sino de siglos. En España comenzaron las representaciones escénicas, según citas del Fuero Juzgo, en el siglo VII, con farsas escandalosas que trataban de imitar las escenas de los Teatros paganos de Grecia y Roma. El arzobispo de Sevilla, San Isidoro, quiso contrarrestar aquella corriente de inmoralidad que tenía cada vez mayores adeptos y a ese fin dió origen el Teatro místico con obras que recordaban vidas de santos o misterios de la religión de Cristo. Por entonces nacieron De Synonimis y el Confliecto entre los vicios y las virtudes, llevándose esos diálogos a los tablados que se levantaban tras el coro de las catedrales, o en las portadas de las iglesias. El drama litúrgico alternaba con los villancicos y hasta con ciertas danzas. Brota en el Siglo XII el poema más antiguo que conocemos. Se había representado en Toledo y se conserva en el archivo de aquella catedral, en un códice de la época. El estilo es rudo, propio de la naciente rima. Hé aquí un pequeño trozo: HEroDEs—¿Qué decides? .. . ¿oydes? ¿A quien ides buscar? ¿De cuál tierra venides o queredes andar? Decidme vuestros nombres; non lo queriedes celar. GASPAR—A mi dicen Gaspar, estoito Melchor, ad acheste Baltasar. Rey único es nascido ques Senior de la tierra, mandara el seclo en grant pace, sines guerra. HeEroDEs—¿Es assí por verdad? Si es, Rey por caridat Página 78 Orígenes del Diaz de Narciso et como lo sabides que prounto lo habemos. En ese tiempo, el marqués de Villena, laureado juglar de las cortes de amor, ofrecía también una obra de parecido género que se representaba en Zaragoza con motivo de la coronación del rey Fernando, apellidado el Honesto, el año 1414. El clérigo Gonzalo de Berceo, de no escasa erudición y fácil musa, escribió obras como El duelo que fizo la Virgen María el día de la Pasión de su Hijo, San Millán, Nuestra Señora y Santo Domingo. En las grandes festividades, como la de San Juan Bautista, la Ascensión, la Navidad y la Epifanía, las representaciones religiosas iban ganando terreno, pero poco a poco llegaron errores hijos de viciosas costumbres y hubo necesidad de que, en algunos Concilios, se impusieran penas canónicas a los que, olvidados de ciertos respetos, las interpretaban. En el año 1263 mandó el sabio pontífice Urbano IV que la fiesta del Corpus se celebrase en todo el mundo católico con gran solemnidad. Esto dió origen algo después a la profesión de los llamados autos eucarísticos. Se tiene noticia del auto del portugués Gil Vicente que se representó en Lisboa, a la salida de una procesión. Fueron adquiriendo importancia y se formaban expresamente compañías de cómicos para representarlos. Los cabildos de las catedrales contrataban farándulas que, unas veces en los mismos templos, otras en las calles y plazas y delante de los palacios de los prelados, de los corregidores y de las dignidades de la Iglesia, recitaban aquellas obras de especial misticismo, basadas por lo general en pasajes bíblicos. El antes nombrado Gil Vicente, el librero valenciano Juan de Timoneda, el maestro Valdivieso, el mercenario Fray Gabriel Téllez y el fecundo Lope de Vega, nos dejaron hermosos modelos del género. Y sabemos de ciudades donde se llevaban a cabo con tal pompa, que acudían a verlos de otras ciudades. Sevilla, Toledo, Málaga, Granada, Valencia, Zaragoza, conservan en sus Una escena con exótico ambiente, de la cinta “La Momia”, de Universal. Teatro Re lia Mato Escovar anales recuerdos de esas fiestas escénicas. Pero, entre todos los autores de autos eucarísticos, ninguno llegó a la altura de don Pedro Calderón de la Barca. En sus concepciones de ese género hay tesoros de poesía, admirables pensamientos y efectos dramáticos de primer orden. Sus autos no se imprimieron reunidos hasta después de su muerte, en varios tomos y siendo hoy muy rara esta edición completa. En Francia, el drama religioso se hace remontar a 1398, pero su popularidad la obtuvo cuando los hermanos de la Pasión se dedicaron a obtener, por medio de esas representaciones, ingresos para los hospitales. Ellos, como dice Pougin, interpretaban misterios y milagros, mo sin imitar más tarde, en fondo y forma, los autos eucarísticos españoles. En el manuscrito que se conserva del Miracle de Notre Dame, existe una miniatura en la que se quiere reflejar una escena de las representaciones que organizaban los hermanos de la Pasión. Y, volviendo al teatro religioso en España, casi desapareció dentro del siglo XVIII, aunque en el siguiente todavía se aplaudieron obras como: “El Mal Apóstol y el Buen Ladrón”, de don Juan Eugenio Hartzembusch, “Los Coloquios del Sacerdote”, de Gabriel Fernández, “Herodes”, de Franquelo, “La Pasión de Jesús”, de Altadill y “San Isidro”, de Asquerino. N. de la R—Nuestro colaborador, don Narciso Díaz de Escobar, a cuya pluma debemos el interesante artículo que precede, acaba de ser honrado por su ciudad natal, Málaga, con la colocación de una artística lápida en la casa donde nació. Durante la ceremonia, que premia los méritos de tan docto literato y poeta, pronunciaron discursos el teniente alcalde de Málaga, seffor García Oliveros y el señor Díaz de Escowvar. La cortina que develó la lápida fue descorrida por el alcalde, señor Alba, en presencia de los gobernadores civiles y militares y de varias corporaciones. Cine-Mundial