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HOTE WOOD
(Viene de la página 295)
ella. ¿Y quién es ella? Pues, sencillamente, una muchacha de Kansas, que aspiraba a ser cantante de ópera. Pero, ¿cómo? Pensó que en Hollywood, como simple extra, acaso pudiera encontrar trabajo constante, que la permitiese ahorrar lo suficiente para irse luego a estudiar canto a Italia. Ya en Hollywood, ¡ni como extra pudo encontrar colocación! Entonces decidió meterse de camarera en un restaurant, donde acaso le fuera posible el soñado ahorro. Y llegó Santell, se fijó en ella, ¡y le ofreció una parte, de relativa importancia, en “Bondage”!
De análogo modo, por extraños caprichos de la suerte de cada una, lograron otros tantos papeles Elsie Cort, Isabel Jewell, Marian Hall, Herta Lind, Catherine Navarro, Eleanor Kent, Treva Lawler, Dora Merande, Gloria Roy, Nydia Westman . . . y Bessie Barriscale, estrella famosa en otros tiempos, ya olvidada.
He aquí 11 afortunadas entre las millares que buscan trabajo, sin conseguirlo.
Ros locos suelen acertar
EN Hollywood, lo ¿lógico suele ser lo más lógico. Mientras unos, los más, luchan desesperadamente por lograr algún trabajo, valiéndose de todos los medios que lógicamente les pueden llevar a la realización de sus deseos, algunos, cansados de una larga e inútil espera, se deciden a poner en práctica los procedimientos que se considerarían más absurdos.
Por ejemplo, Fred Melton, un muchacho de Alabama, que estaba empeñado en ser actor de cine, llegó a Hollywood hace unos meses y se dirigió, directamente, a los estudios de Fox, en Movietone City. Pero no fué a pedir trabajo al Casting Office, que era lo lógico, ni se le ocurrió solicitar permiso alguno para visitar los estudios. Tranmquilamente saltó la tapia, ¡y se encontró ya dentro! Cómo burló la vigilancia de los guardas y de la policía de servicio, que no le hubieran dejado moverse sin el correspondiente fase, es inexplicable. Se asomó a los sets, vió filmar varias escenas, se fijó en quiénes eran los directores, y no vaciló en presentarse, sin el menor escrúpulo, a Henry King, que estaba dirigiendo “State Fair”, suplicándole un papelito. . . . ¡Y King se lo dió! El joven Melton trabajó con Janet Gaynor.
Otro caso. Una inteligente muchacha, cuyo principal encanto estaba en la belleza de sus pantorrillas, sólo encontraba trabajo cuando se necesitaba que las luciera. Y, por fortuna, se las pedían a menudo; pero la muchacha seguía siendo una extra, o, cuando más, una doble en los casos en que alguna estrella de las mal formadas, ¡que también las hay!, debía desnudarse, o fingirlo. Desesperada la muchacha al no poder ganarse la vida en el Cine más que mostrando las piernas, ¡decidió afeárselas, para que no se las volvieran a pedir! Se compró una botella de cierto poderoso ácido, y se las roció con éste. . . . Las quemaduras fueron tremendas, y la infeliz tuvo que gritar locamente, suplicando auxilio. . . . Llegaron los vecinos, la policía, una ambulancia, reporters, ¡y todos creyeron que la mujer había tratado de suicidarse! Los periódicos publicaron la noticia, en los estudios se comentó, algunos directores se compadecieron, y la muchacha, desde entonces, comenzó a ser utilizada
Mayo, 1933
como artista en personajes de relativa importancia.
Y días pasados llegó de Wilkesbarre, Pensilvania, un tal Clifford Jones, que un mes antes conoció, casualmente, al director John Ford, que pasaba en automóvil por aquel pueblo y se detuvo a comprar gasolina. Al ver Jones que la matrícula del vehículo era de Hollywood, le dijo a Ford que su sueño era el de ser artista de Cine. Ford, como simple amabilidad, le contestó: “Pues si alguna vez va usted por California, tendré mucho gusto en hacer por usted lo que pueda.” . . . Y, ante esto, Clifford Jomes se puso en viaje para Hollywood. Se enteró en qué estudio dirigía Ford, y allá se presentó, preguntando por él. No le encontró, y, esperándole, se metió en el restaurant del estudio, sentándose en la mesa donde otro director, Bill Menzies, estaba almorzando. Se puso a hablar con él, le hizo gracia a éste, ¡y le dió un papel en la pelícuia que estaban filmando!
¿No es todo esto para volverse loco? Por algo se dice que Hollywood es un inmenso manicomio.
o El loco. ee Rosita Moreno
N “El zíngaro vagabundo”, que acaba de
filmarse en Fox, Rosita Moreno encarnó a la protagonista, y en una de las escenas tuvo que tomarse un baño a la vista de todos. .. . Ada Lozano se lo preparó, y Rosita, para no ser menos que Claudette Colbert en “La señal de la Cruz”, pidió que fuera de leche. . . . Lopez Rubio, el ingenioso autor del libro, opinó que, de no ser el baño de agua natural, se podría preparar de Agua de Colonia, ¡más agradable de olor que la leche, aunque a ésta se la echara azúcar¡ . . . Y al fin, como puede suponerse, no hubo más agua que la natural. Pero Rosita se bañó de veras, y todos los presentes lo celebraron mucho. Hubo que repetir la escena 7 veces. ¿Porque se equivocó Rosita ? No. ¡Porque se equivocó el director, a fuerza de mirarla y remirarla!
Elida die no Hollywood"
AUL ROULIEN, nuestro máximo astro cosmopolita, para demostrar que por derecho
propio le corresponde el estrellato, acaba de sentirse cometa y, como el más fugaz de todos ellos, se fué de Hollywood a Rio Janeiro en aeroplano, pasó allá unos días, ¡y por los aires volvió, sin perder la cabeza en las alturas!
El mismo correo aéreo nos trajo la película que Fox tomó de su llegada a la capital del Brasil, y en ella vemos la inmensa multitud que hubo de recibirle y de agasajarle con entusiasmo insólito. Y conociendo a Roulién nada nos sorprende. Roulién es un artista excepcional, desde todos los puntos de vista, y con razón le hicieron su ídolo los cuarenta millones de brasileños. Idolo será también muy pronto de todo el público hispano, y su fama traspasará otras fronteras, extendiéndose por el mundo.
No es hipérbole. Muy pocos artistas reunen la extraordinarias condiciones de Roulién, que, en plena juventud, rebosante de simpatía, es actor, cantante, compositor, periodista, literato, artista de cine. . . . Y todo ello con la más
asombrosa naturalidad, como si jamás actuase premeditadamente, en espontánea manifestación de un arte ingénito, de exquisito gusto. Es brasileño porque nació en Brasil y porque ama al Brasil con el más hondo de sus amores. Pero es también francés, por la elegancia de su espíritu; italiano, por el profundo sentimiento artístico en que se inspira; y español— ¡hispano de la Gran Hispania!—por la fuerza impulsiva, avasalladora, que le lleva a toda clase de aventuras.
Durante su brevísima estancia en Río, que se desbordó en homenajes para el felíz intérprete de “El último varón sobre la Tierra”, quiso dar una prueba de cómo se asimiló el dinamismo norteamericano, y, en ocho días, escribió todo un delicioso libro titulado “El verdadero Hollywood”, donde, con esa tan característica agilidad cinematográfica que le atribuyó Brulé, reflejó sus sensaciones ante este cielo artificial de improvisadas estrellas, terrestre vía láctea, por la que sólo puede irse camino del manicomio. . . .
La obra de Roulién sobre Hollywood, escrita originalmente en portugués, va a ser traducida ahora al español, al francés, al italiano y al inglés. Y en todos los idiomas ha de tener análogo éxito, porque muy pocos libros de esta índole se escriben con tanta sinceridad, sin preocupaciones de agradar o intenciones de herir, y, al mismo tiempo, con un humorismo de la más pura cepa literaria. ¡Y sim que detrás de cada página se vea al escritor! Porque esto es, precisamente, lo que más sorprende en Roulién: su formidable personalidad . . . impersonal. Actúa, canta o escribe, como la cosa más natural del mundo. El actor, el cantante o el escritor, no es Roulién. Quiero decir, no es el mismo Roulién. Hay un Roulién distinto para cada una de sus tan diversas modalidades artísticas.
De Roulién, astro del Cine, hay mucho que decir y mucho que comentar. Pero todo eso merece un capítulo aparte. Por hoy, limitémonos a tomar nota de su vuelta a Hollywood, donde Fox se dispone a presentarlo en inglés con honores análogos a los de un nuevo Chevalier.
Mamás te riera drena
| Os lectores sabrán, seguramente, que la ya
famosa película “Soy un fugitivo,” filmada por Paul Muni en los estudios de Warner, está basada en episodios reales, palpitantes, auténticos en absoluta. Son la autobiografía del propio autor del film, Robert E. Burns.
Burns, escapado del presidio de Georgia, no sólo se atrevió a publicar su libro, sino que tuvo el valor inaudito de presentarse en California, aspirando a la plaza de director técnico de la producción cinematográfica de la obra. Naturalmente, los Warners Studios no pudieron complacerle, seguros de que, en cuanto se publicara tal nombramiento, se pediría la extradición del convicto. ....
Lo que no pudo evitarse fué que, durante la filmación de la película, viviese en una casa de Burbank, en las cercanías de los estudios, por si querían aceptar sus consejos o indicaciones. .... Aunque, desconocedor en absoluto de la técnica cinematográfica, ni aquéllos ni éstas fueron utilizables.
Paul Muni visitó y habló largamente con Burns, para la más exacta encarnación del tipo. Cuando, poco después de filmada la cinta, alguien denunció a Burns y éste tuvo que huir
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