Cine-mundial (1934)

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y pintorescos hotelitos, era el sitio a donde iban a parar casi todos los flamantes matrimonios hace veinte años. Hoy está en decadencia, y sólo se dejan caer por allí las parejas del Estado de Nueva York, o del Canadá, cuyas economías no les permiten irse más lejos. AWA La noche de la pelea entre Carnera y Baer, en el estadio de Long Island se congregaron cerca de sesenta mi! personas. Había terminado el combate semifinal y el público esperaba malhumorado la llegada del campeón y su contrario, que tardaron como un cuarto de hora en trasponer las cuerdas del “ring”. Para matar tiempo, el anunciador Humphrey presentaba a Tunney, Dempsey, Ross, Canzoneri y otras celebridades del pugilismo. Del hormiguero humano salian gritos de impaciencia y protesta. De pronto, el gentio empezó a levantarse y subirse sobre los asientos. Las miradas convergían en el pasillo de la Rampa B. Se oyeron vivas y hurras entre un run-run de entusiasmo general. Fuí a ver quién era el personaje que entraba y mis. ojos se tropezaron con una escultural rubia de platino—con Jean Harlow, acompañada de otra jovencita muy guapa de pelo negro. Ambas sonreían sin dar gran importancia a la ovación. Este fué uno de los grandes momentos de la fiesta. Otro, cuando el gigante italiano rodó por tierra al iniciarse el primer asalto. Baer, que retrocedía como un gato acorralado, dejó ir una derecha larga que acertó a Carnera de lleno en la mandíbula, y, a mi juicio, decidió el resultado y me puso en ridículo, porque yo estaba convencido de que el ex-campeón iba a ganar por puntos. El tercero, y tal vez el más difícil TRES, ERÁN TRES Septiembre, 1934 KUEN de olvidar, fué poco antes de sonar el primer campanazo cuando el anunciador alzó las manos para obtener silencio y dijo: “Acaba de recibirse un telegrama para Mr. Peter Johnson. Mr. Peter Johnson. Su hermano está muy grave y debe ir en seguida a su casa. Telegrama para Mr. Peter Johnson. Su hermano está muy »”» grave.. AN ¿Hay alguien interesado en saber si en realidad Carnera se rompió un tobillo? Sí es verdad. No hay duda de que le pasó algo muy serio en una pierna. Varios expertos yanquis, que saben aun menos que yo, aseguran que la lesión no empezó a sentirse hasta el décimo asalto; pero no hay tal cosa. Ya se le notaba al retirarse a su esquina al final del segundo “round”. Iba medio cojeando y era evidente que se resintía de una pierna. “También es muy cierto que Carnera no tenía nada en los tobillos cuando Baer le asestó el primer golpe y lo paró de cabeza. ATA EL domingo pasado, a las altas y obscuras horas de la noche, me dí de bruces con el Sr. Jorge Restrepo, antiguamente de Colombia y en la actualidad huésped del “Hotel La Estrella,” de la calle 74 de Nueva York. Acompañado de su familia, venía de pasajero en un automóvil muy enfangado, y, por lo que más tarde se averiguó, regresaba de un viaje de investigación por el vecino Estado de New Jersey, donde habia descubierto la ciudad de Bogotá. —En su calidad de explorador, dígame algo, Sr. Restrepo, acerca de la fauna y la flora de esos parajes. —Nada de floras—dijo.—Hay una especie de manglares llenos de mosquitos en las afueras de la población, pero los atravesa (Continúa en la página 541) Página 501