Cine-mundial (1934)

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ENNCiine en (Viene de la página 631) España buen operador de fuera y empléenos a nosotros como segundones. Yo sé lo que le digo.” Para que digan que el asturiano es “loco, vano y mal cristiano.” Lo peor es que los elementos que han venido de fuera, hasta ahora, no lo han hecho mucho mejor. El sutil director franco-argentino Harry D'Abbaddie D'Arrast vino a España a hacer una película con versión inglesa y española, y parece ser que salió muy descontento, porque, según dicen sus amigos, no halló aquí elementos ni para hacer una película regular. El peruano Richard Harlan, que es de los pocos hispanoparlantes regularmente preparados para dirigir películas de habla española, tampoco ha obtenido resultados satisfactorios, y se ha ido otra vez a Hollywood en busca de ambiente más propicio. Han venido asimismo a Madrid algunos de los alemanes expulsados de su tierra por la política bárbara de los modernos hunos. Y han formado una compañía productora que inspiró grandes esperanzas en un principio, porque parece ser que han trabajado en los estudios de la Ufa, lo cual tiene un efecto casi mágico en la imaginación de los españoles, para quienes el haber trabajado en la Ufa es patente de cineasta de primera magnitud, como si no trabajasen también en la Ufa los que allí barren el piso, y los que limpian los zapatos y otras cosas menos honrosas aunque no tan bajas, y los que ponen herraduras a las acémilas de la Empresa, y hasta las mismas acémilas. Justificando el sueldo La primera película que esos alemanes han hecho es una obra de teatro mal copiada en la pantalla. En la segunda, ya con más experiencia, hé aqui una muestra de la dirección que debemos a la Ufa: El actor Llaneza, que estaba desempeñando uno de los papeles, exclamó: “¡Gracias a Dios!”; y uno de los alemanes de la Ufa le detuvo para preguntarle si aquello estaba bien en español. “Hombre, claro que sí”, contestó Llaneza. Entonces el alemán se volvió hacia un consejero español que, por lo visto, no tiene otro mérito cinematográfico que el de hablar el idioma de los productores germanos, y le dijo, como continuando una discusión anterior: “¿Ya ve usted?” Pero el consejero tenía que demostrar que sabía mirar por los intereses de la Empresa que le estaba pagando un sueldo, y arguyó, convenciendo al germano de la Ufa, que el “gracias a Dios” no debía figurar ya en ningún diálogo cinematográfico desde el momento en que España era laica. Lo mismo, pues, que en la prehistoria del cine hispanoparlante de Hollywood. Pero que eso pase en España es ya el colmo. Sin embargo, aun comenzando así, tales elementos echados de Alemania, u otros semejantes que vengan de Hollywood o de Londres, serán probablemente los que lleven el gato al agua en lo que toca a la cinematografía española; porque ellos sí son capaces de producir organizaciones prácticas que son plantas exóticas en España, donde, salvo la Guardia Civil, no encuentra uno casi nada netamente español que tenga ni pies ni cabeza. Además, esos elementos extraños saben conseguir dinero para sus empresas, como lo demuestran los estudios de Hollywood, de Londres, de París, de Berlín; mientras que los españoles, en general, no lo invierten en esta clase de negocios, o, si lo invierten, es en pequeñas cantidades y para llegar a resultados que más bien Noviembre, 1934 desaniman a otros capitalistas. Una de las más importantes empresas exhibidoras de España, desarrollada con dinero del público, es bien sabido que está en condiciones económicas desastrosas. Una cierta compañía que, con capital popular, se constituyó para eclipsar, o poco menos, a Hollywood, no ha logrado producir ni una sola película por su cuenta, y se dice que sus estudios irán pronto a caer en manos de extranjero, y por una bicoca. Otra empresa, productora y distribuidora, que se presentó con humos de salvadora—cuando no acaparadora—de la industria peliculera de España, se dice que ya está quebrada. Pero persiste la demanda La explicación que se da de todo esto es que las Empresas han sido puestas en manos de ineptos (parientes, amigos, políticos influyentes, etc.) de quienes no se podía esperar otro resultado. Es bien sabido que en España, en general, lo que cuenta a la hora de buscar funcionarios no es la idoneidad, sino la propincuidad. Y, claro, así va ello. Lo que sí queda en pie es la demanda de películas en español y la seguridad de que cuando se le dan al público se obtiene más dinero del que creen sus productores. Por ejemplo, para no tomar ninguna superproducción, una película mediana, hecha en Hollywood en una semana por nuestra inteligente amiga Fanchon Royer, a base de Conchita Montenegro y Pepe Crespo, ha dejado de utilidad al distribuidor que la compró para España y Portugal tal vez más de lo que costara hacerla en California en dólares. in embargo, Fanchon Royer acaso esté creyando que no es buen negocio eso de hacer películas baratas en español. En cuanto al progreso del cine de habla española, hé aquí unas cuantas cifras significativas. He escogido al azar una fecha de fin de temporada del año pasado, y he comparado los datos correspondientes con los de la misma fecha en la temporada que acaba de pasar. Hace un año los 33 cinematógrafos madrileños anunciados en la prensa diaria exhibían 22 programas en inglés (todos norteamericanos), 5 en español, 3 en francés y 3 en alemán. Este año en la misma fecha eran 32 los cines anunciados en la prensa diaria, y sus programas eran 14 en inglés (uno procedente de Inglaterra), 9 en:español, 5 en francés y 4 en alemán. Por consiguiente, en un año, los programas de habla inglesa descendieron de 22 a 14, mientras que los españoles subieron de 5 a 9; los franceses, de 3 a 5; y los alemanes, de 3 a 4 (me refiero, por supuesto, a idiomas, no a nacionalidades). Se podrá creer que la fecha escogida al azar resultó ser casualmente la más favorable para el cine español; pero no es así: unos días antes se estaban exhibiendo películas acabaditas de hacer en España en cuatro de los siete cines de primera vuelta que hay en la capital de España, los cuales están regularmente dedicados a las películas de idiomas extranjeros. Aunque falte el estímulo Ahora bien: cuando eso es lo que ocurre en los cines principales de Madrid, se puede asegurar que, a medida que uno se aleje de ellos y vaya hacia los de barrio y provincianos, encontrará mayor proporción de películas en español. Porque las películas en idiomas extranjeros son preferidas por los mismos extranjeros yo por los españoles poliglotas o cursis que concurren a los mejores cines de la capital de España y de Barcelona y tal vez de alguna que otra ciudad; pero la inmensa mayoría de espectadores, que va a los cines menos presuntuo sos, prefiere la película hispanoparlante. Huelga decir que si progresa el cine de habla española no es debido como en otras partes a la ayuda oficial. Al contrario: no hay en España nada que fomente el desarrollo de la película nacional. Todo favorece a las extranjeras, menos la demanda popular. Hasta la “Mutua de Defensa Cinematográfica Española” está dominada directa o indirectamente por poderosas empresas extranjeras. Y encima de todo esto, en las oficinas españolas de ciertas casas hollywoodenses se puede leer un aviso que dice que no se alquilará una película en español si no se alquilan con ella cuatro de las otras. ¿Qué quiere decir esto? Pues, sencillamente, que la demanda de películas en español, hasta en Madrid (que es donde mis propios ojos han visto el aviso), asciende naturalmente a más del 20% del total de películas exhibidas. A más, porque no se concibe que una empresa extranjera imponga ese límite si la demanda no aspira a más. Ambiente pesimista Por otra parte, el afán de los distribuidores de imponer las películas extranjeras en idiomas extraños está dando por resultado algo que ellos tal vez no esperaban. El negocio del cine está de capa caída. Tanto es así, que no pocos dueños de cinematógrafos se hallan en condiciones económicas muy desfavorables, mientras que en otro tiempo se cansaban de ganar dinero. Los distribuidores, claro está, dirán a los productores por ellos representados que todos los negocios andan mal en España en la actualidad ; y no se alejan mucho de la verdad, porque en toda la República española acaso no haya más que tres profesiones que hoy tengan derecho a presumir de prósperas: la del pistolero, la del político y la del pordiosero. Pero aun así hay síntomas inequívocos de que el negocio del cine ha estado mal manejado por los distribuidores, como lo prueba lo que está pasando con los cines de primera vuelta de Madrid. El teatro, beneficiado En efecto, al empezar la temporada que acaba de cerrarse, había en la capital de España ocho cines de primera vuelta. A poco andar, comenzó a haber bajas en el grupo, y actualmente no quedan más que cinco, y todavía se dice que uno de ellos va a seguir el camino de los otros. ¿Cuál es ese camino? El de abandonar la pantalla para dedicarse al escenario, que hace más tiempo que anda de capa caída, pero que aun así inspira más esperanzas que el cine a algunos de los principales exhibidores de Madrid hasta en esta época veraniega en que casi todos los espectáculos teatrales se suelen cerrar. El Astoria—que hasta hace poco fué el cine principal de Madrid—lleva ya muchos meses dedicado a obras teatrales de diversas clases (la mayor parte reprises); y aunque parece ser que ya ha sido arrendado otra vez para cine, no por eso deja de ser el que más insistentemente ha estado pulsando la decadencia de la pantalla. El Coliseum—de mayor capacidad y de construcción más reciente—lleva ya varios meses dedicado única y exclusivamente a programas de variedades, con tan buen éxito, que ya es opinión muy generalizada el que este género es el que va a cosechar mejores frutos en la temporada próxima. El Alkázar, que comenzó su desvío del cine dividiendo el progra” ma por partes iguales entre el escenario y la pantalla, ha estado ya varias semanas representando en escena la versión teatral del film “Muchachas de Uniforme”, hábilmente adapta Página 651