Cine-mundial (1934)

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Envíenme un ejemplar GRATIS de su ilustrado e interesante libro de recetas de cocina para preparar la Maizena Duryea CM-11-34 Nombre E Dirección > Ciudad A País S-3436 Sus animales favoritos DEN a un lado las razones, más o menos lógicas, que nos inclinan a prohibir que nuestros hijos se enorgullezcan con la propiedad de un animal doméstico determinado, pretextando motivos sanitarios o psicológicos de cualquier índole, lo cierto es que la posesión de un animal favorito—llámese perro, gato, pájaro o grillo—es de verdadero valor para los niños, aparte de lo que pueda considerarse como mero entretenimiento. La posesión de un animal es un verdadero derecho de la niñez y cuando se priva al niño de este derecho se le priva a la vez de una poderosa influencia educativa, de una compañía valiosa en ejemplos de lealtad, valor y abnegación, y de un estímulo vivísimo en la relación de los afectos, de suma necesidad en el futuro del hombre. N la elección del favorito debe tenerse en cuenta en primer lugar las inclinaciones del niño. El perro es el que tiene más posibilidades no solo entre los niños, sino entre los adultos, de ser el elegido. Pero habrá muchos niños que prefieran un gato, un loro o unos peces de colores. No faltarán tampoco los interesados en pollos y gallinas, en palomas o en conejos; y de un niño sé, y muy querido para mí por cierto, que tenía su delicia y diversión en jugar con dos cerdos enormes que se cebaban en la casa, manejándolos a su antojo como si se tratara de dos lindos gatitos. Pero con el gusto y las aficiones de cada muchacho se debe compaginar el lugar en que ha de vivir el animal que se escoja. No se debe tener un perro policía en un departamento de tres habitaciones, ni una cría de gallinas en una casa sin corral con su gallinero correspondiente. Siendo de todos modos el perro el animal por excelencia como compañero del niño, es el más recomendable para seleccionarlo como favorito del pequeño de la casa. La adquisición del animal deberá hacerse con preferencia en una casa conocida y acreditada que se dedique a la venta de animales, para tener la certeza de que se adquiere un perro sano aunque sea ordinario, lo que indudablemente es mejor que recibir como regalo un perro fino cuyas condiciones sanitarias se ignoran aún por las mismas personas en cuya casa haya nacido. Si se prefiere un cachorrito—lo cual es hasta cierto punto mejor para comenzar la amistad con el niño—no deberá temer menos de cinco o seis meses de nacido, cuando ya se halle en el proceso de tener los segundos dientes y con vigor y fuerza necesarios para jugar y saltar con su pequeño dueño, aguantando los tratos, tal vez un poco rudos, que éste quiera darle. A los seis meses, un perro es ya lo suficientemente inteligente para entender lo que se le ordena y para saber que las zapatillas del padre o las patas de las sillas no son manjares destinados a su alimentación. N todo caso, si se desea comprar un perro ya grande ha de tenerse presente la diferencia entre la vida del animal y la del hombre. Un perro de un año está en el período de desarrollo de un niño de nueve o diez años; a los cinco años, el perro representa la vida de un hombre de treinta; a los diez, es como si se tratara de un hombre de cuarenta, y a los trece o catorce, está ya en lo que puede considerarse como su ancianidad. Los perros de tamaño mediano o grande son más fáciles de manejar y de adaptarse a las nuevas condiciones, que los perros pequeños; son más dóciles, más nobles y más pacientes. Pero, si no se tiene una casa grande, el foxterrier y el Scott-terrier, son compañeros excelentes de los niños. E? esencial que en la familia haya alguna persona competente para saber cuidar al perro, haciendo ver al niño, y muchas veces a los padres, que un perro no es un juguete, sino compañero que depende por completo del amo para todo el bienestar y satisfacción que ha de recibir en el mundo. No se puede jugar con él un momento y tirarle del rabo y las orejas haciéndole padecer durante otro rato; no se le puede dar de comer hasta que se harte en una ocasión, olvidándose de darle la comida en otra. Sería siempre mejor tener una perra que un perro. Suelen ser más limpias y más cariñosas para los niños, como regla general. Cuando se traiga el perro a la casa, no se le aturdirá con demostraciones de afecto por parte de los miembros de la familia. Por el contrario, se le debe soltar en un cuarto con los niños sin hacerle caso aparente y sin que éstos sean nunca los primeros que se acerquen al animal. Ellos no deben hacer otra cosa que observarle tranquilos y hablarle con tono suave. Pero la aproximación debe partir del perro. Cuando éste haya satisfecho su natural curiosidad, inspeccionando todos los rincones de la habitación o del jardín en que se le suelte, vendrá hacia las personas meneando la cola y olfateando a sus futuros compañeros de juegos, para ofrecerles de este modo gentilmente su amistad. Cuidándole bien, sin mimarle demasiado; teniendo presente que es un animal carnívoro, que no puede ni debe alimentarse de golosinas, y obligándole a que haga ejercicio bastante— de lo cual se encargarán los propios niños—será el perro un compañero inseparable y valiosísimo mientras viva, y los niños aprenderán de él no pocas lecciones de tolerancia y abnegación, que les serán provechosas en la vida. Cine-Mundial (==