Cine-mundial (1935)

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Nombre Calle Ciudad Pais Pagina 134 DE = | ELENA + Agua por dentro y por fuera UE los niños necesitan beber agua desde el momento en que nacen, es algo que las madres no comprenden, por lo general, y la ignorancia de lo cual causa no pocos contratiempos en la salud del recién nacido, ocasionando a veces serios trastornos. Si al organismo del niño le falta la cantidad de líquido necesaria, su temperatura sube y aparece la fiebre que sorprende muchas veces por desconocerse su causa. El niño necesita como cantidad mínima de fluído en su organismo, por lo menos dos onzas por cada libra de su peso. Parte de este líquido lo recibe en forma de leche, pero el resto debe dársele en agua, en las horas intermedias de su alimentación. Cuando un recién nacido tiene un aumento de temperatura sin causa aparente; cuando su piel se pone seca y caliente; cuando sus labios se agrietan y llora y está molesto sin que se sepa por qué, mo cabe la menor duda de que le hace falta agua. El remedio está al alcance de la mano y es muy fácil de aplicar, obteniéndose con él un resultado inmediato. Agua hervida, administrada por medio del biberón, o por un gotero o tubo de goma directamente hasta el estómago, si el niño se halla muy débil para mamar, rebajará inmediatamente la fiebre haciéndole recobrar la salud y el reposo, en la misma forma en que una planta marchita recobra su lozania con el riego. En algunos casos graves, el agua es administrada en inyecciones hipodérmicas, salvándose así la vida de no pocas criaturas, aunque el tratamiento en esta forma tiene que ser aplicado por -el médico o la enfermera y nunca por la madre o por alguna persona de la casa. ESMO todo cuanto sea prevenir es mejor que remediar, la madre debe cuidar desde el comienzo de la vida del niño de que éste tome agua pura, hervida, varias veces al día, entre las horas de la lactancia, pero nunca antes de darle el pecho o el biberón para que no le quite el apetito. El agua se le dará sin azucarar, en la proporción de una a dos onzas, dos o tres veces al día, durante el primer mes, aumentando la cantidad progresivamente conforme el niño va creciendo. El agua que haya de dársele durante el día puede hervirse por la mañana, conservándola en una botella tapada y templándola ligeramente antes de dársela. El agua debe hervirse hasta que el niño haya cumplido dos años, a menos que sea muy pura, en cuyo caso puede dejar de hervirse cuando el niño cumple un año. Un niño de dos a tres años debe beber diariamente no menos de medio litro de agua, y no más de un litro; siempre entre las comidurante éstas. Cuando el niño das y nunca está enfermo con fiebre o diarrea, y también en los casos de estreñimiento, el agua es aún más necesaria. Aun cuando sea menester ponerle a dieta, deberá dársele agua frecuentemente. En el caso de vómitos no se le dará durante algunas horas, dándosela después a cucharadas con unas gotas de jugo de naranja o de tomate, que le ayuden a retenerla mejor en el estómago. Esto por lo que se refiere al agua administrada interiormente. Exteriormente el agua es del mismo modo indispensable para el bienestar y la salud del niño. ; Et baño diario es uno de los grandes pla ceres de los niños, al que debe acostumbrárseles apenas nacen. Durante las primeras semanas el agua del baño se mantendrá a una temperatura de 38 grados centígrados, rebajándola gradualmente hasta 33, y más tarde, cuando el niño tiene ya dos años, hasta 30, si la soporta bien. Cuando el niño se halle enfermo o padezca de algun trastorno de la piel, el médico decidirá cuando ha de interrumpirse o reanudarse el baño diario. Los baños de esponja de agua tibia son muy beneficiosos para calmar a los niños cuando se hallan inquietos o molestos por cualquier causa. Una cucharada de bicarbonato en estos baños de esponja es el mejor remedio para el picor del sarpullido y para las irritaciones de la piel. Para reducir la fiebre de un niño se pone en el agua un poco de alcohol, en la cantidad de cuatro onzas de alcohol en medio litro de agua, a una temperatura de 36 o 37 grados centígrados, dándole el baño al niño con una esponja o con un paño durante 10 o 15 minutos de cada vez. Más adelante es una cuestión de importancia la de enseñar al niño a nadar, ejercicio provechoso y de suma utilidad durante toda la vida. Si el niño tiene miedo al agua, la culpa probablemente es de los padres, que le han enseñado a temerla; y si el niño desea estar metido en el agua como un pato, los padres deben alentarle y regocijarse de esta disposición. El niño, por el contrario de lo que ocurre con la generalidad de los animales irracionales, no nada instintivamente. Es necesario enseñarle y debe comenzarse la enseñanza casi en el mismo momento en que aprende a caminar. Para estas primeras lecciones nada mejor que la bañadera de la casa, para acostumbrarle a ver el agua en pequeñas dosis, haciéndole perder el miedo. Es un error grave meter a un niño en el mar, que necesariamente le asusta con el ruido de las olas y con la frialdad del agua, además de producirle una sensación desagradable el agua salada que traga. A menos que la criatura entre en el mar por su gusto, le tomará horror al baño para toda la vida. De ahí que no deba obligársele ni siquiera a que se moje los pies en la playa si él no lo desea. Cine-Mundial