Cine-mundial (1935)

Record Details:

Something wrong or inaccurate about this page? Let us Know!

Thanks for helping us continually improve the quality of the Lantern search engine for all of our users! We have millions of scanned pages, so user reports are incredibly helpful for us to identify places where we can improve and update the metadata.

Please describe the issue below, and click "Submit" to send your comments to our team! If you'd prefer, you can also send us an email to mhdl@commarts.wisc.edu with your comments.




We use Optical Character Recognition (OCR) during our scanning and processing workflow to make the content of each page searchable. You can view the automatically generated text below as well as copy and paste individual pieces of text to quote in your own work.

Text recognition is never 100% accurate. Many parts of the scanned page may not be reflected in the OCR text output, including: images, page layout, certain fonts or handwriting.

EN Wek Ee ee. 'S ATEN Eduardo Guaitsel POF Henry Armetta, cuya sola apari ción en el Lienzo hace sonreir. A PENAS leí los “versos” que salieron en el número pasado, comencé a tararear mi canción predilecta que, si no es modernita ni modernista, algún dia—recuérdelo la presente generación—se convertirá en el himno oficial de los cazadores. La tonada, que es de vaqueros tejanos, relata cómo un negrito sale a buscarse una liebre para el almuerzo . . . y topa, de repente, con un oso. El susto le hace perder la escopeta y no tiene más remedio que luchar con el plantigrado mano a mano. En lo más recio de la pelea gime —y ese es el estribillo de la canción— “Señor Dios, si no puedes socorrerme a mí, al menos no socorras al oso.” Volvamos, no obstante, la espalda a los lirismos y metámosnos en los imponentes dominios de la cinematografía. ¿Y qué es lo primero que notamos? Pues que, deslumbrado por tanta estrella de primera magnitud, el entrevistador rara vez charla con las estrellitas chicas, que también contri Página 224 — l buyen (y, a veces, más) al general esplendor. Por ejemplo ... Bueno, presentemos dos ejemplos, ambos del género masculino y del género cómico, y los dos, por casualidad, al alcance de mis penetrantes gafas. Comencemos por Hugh Herbert — a quien el destino condena a interpretar borrachines—pero que me consta que sabe de todo y que, en lo particular, no prueba gota . . . de lo que no le gusta. —Cuénteme,—insinúo, mientras él fuma un tabaco descomunal y se arrellana en una butaca de hotel más descomunal aún—cómo fue a parar al cine. —Pues por la puerta de un teatro... del cual era yo ¡ujier! —Con razón conoce usted la farándula de un cabo a otro. . . . Pero no me explico que de acomodador pasara al tablado. . . . —Antes de representar, escribí varias obras cómicas, pero nunca me dió por actuar hasta que se enfermó un comparsa Hugh Herbert, uno de los carac teristicos más populares del cine. que hacía de hebreo . . . y yo lo substitui. Desde entonces, no he vuelto a ponerme el uniforme galoneado. Pero, en mi carrera, que ya es larga, he hecho de todo. ¿Sabe usted que presté sonido al cine antes que nadie? ¡Sí, amigo mio! Fuí, allá en los principios del “arte mudo,” explicador de películas, de aquellos que se ponían tras de la pantalla a colocar palabras en los labios de las sombras. . . . —Un precursor, ¿eh? —Pero no es eso lo más curioso, sino que, años después, se me contrató para hacer la primera cinta sonora, me mandaron a Hollywood, me puse a trabajar ¡y la cinta nunca se estrenó! Los actores principales eran May McAvoy y Conrad Nagel, pero quien más hablaba era yo. Tal vez por eso la suprimieron. . . . Herbert, al relatarme todo esto, ríe sonoramente y sus ojos azules, que se pierden a cada carcajada, derraman picardía. —¿ Habla usted hebreo?—le pregunto. —Un poco, que le aprendí a mi mujer . . . pues yo, aunque nadie se lo imagina, nací en Escocia . . . como los hermanos Torrence. Tengo debilidad por lo israelita porque, imitando judíos y escribiendo sainetes de la raza, me gané la existencia durante varios lustros. Ahora, rara vez tengo que interpretar papeles así en el lienzo. Estoy encantado, de todas maneras . . . y me paso la vida haciendo planes. ... Ahora tengo uno complicadísimo. . . . (Continúa en la página 257) Cine-Mundial