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asombroso parecido con un rey, se hace pasar por éste, mientras el monarca, encantado de la libertad, pasa por el otro.... La reina, que estaba muy olvidada del monarca, se encanta con el sustituto, creyendo que es su legítimo consorte, y no ocurre una catástrofe conyugal, porque éste vuelve oportunamente y recobra su puesto. Mary Ellis y Edward Everett Horton, en primer término, y Eugene Pallete en segundo, se reparten las carcajadas del público.— Zarraga.
OSO NAEISAS (UNIVERSAL)
' En una ciudad de Méjico, tal vez la misma capital, vivían dos jóvenes que crecieron juntos, que se querían como hermanos y que compartieron todas sus pequeñas alegrías y amarguras: el uno compositor, herido de muerte por una dolencia del pecho; el otro rico y poderoso.
El rico se va de viaje y permanece dos años en el extranjero. Al volver se encuentra con que el amigo enfermo tiene novia y está en
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vísperas de casarse, y aquí empieza la tragedia que origina una muerte violenta y que al final los lleva a un monasterio.
¿Hubo traición?
¿Quién de los dos fue el culpable del desenlace fatal que vino a teñir con sangre el idilio?
Sería una lástima divulgar la trama y quitarle al lector el placer de saborear un emocionante giro dramático, que, si no es nuevo, lo parece.
La fotografía, irreprochable. La acción, sobria, bien llevada y bien sostenida. El interés aumenta en los últimos rollos, cosa rara en cintas de esta procedencia. La interpretación discreta y el argumento intrigante, con toques de verdadera originalidad.
No hay una sola escena ni un solo parlamento cursi, cosa rara también en esta clase de fotodramas.
Por la maestría en el corte y arreglo merece un aplauso Juan Agell, el hombre encargado de esta labor en la Universal; y, por supuesto, el acompañamiento musical de Max Urban es una verdadera filigrana, como siempre.—Hermida.
ARO BERTA RKO Rea DO}
Señoras, aqui tienen ustedes su pelicula. Canciones románticas, “sprit” francés—francée de Hollywood, por supuesto—, bailables modernos y sobre todo y por encima de todo modas. Revisión de modas. Modas para todos los gustos y capaces, de disgustar a lo más apacibles maridos. Vestidos de cazadora, de aviadora, de primavera, envueltos en pieles, trajes de baño “sintéticos,” modelos ceñidos, modelos ampulosos, escotes hasta cerca del ombligo, aberturas hasta la rabadilla. Y tan atractivo espectáculo para las señoras adobado con música, elástica y cimbreante, de “jazz.”
Un éxito. Un éxito, porque después de todo la concurrencia a los cines es mayormente femenina. Vaya por ustedes.
Fred Astaire—que por cierto baila inimitable y vertiginosamente—llega a Paris con una banda de “Jazz” que se denomina los “Wabash Indianians,? y el empresario que los había contratado se niega a recibirlos, porque él había hecho arreglos para que vinieran indios y entre
(Continúa en la página 329)
Una de las escenas de la producción his
panoparlante “Dos Monjes”, realizada en
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éjico y que distribuye la Universal.
Cine-Mundial