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Merle Oberon, Maurice Chevalier y la Princesa Natalie Paley (esposa del modisto francés Lucien Le Long), entre escenas de “Folies Bergere”.
SS OBERON: UN vee CON FALDAS
Por
L A repugnancia que tenemos algunos a dejarnos achicar, frecuentemente nos pone en ridículo. Por ejemplo, una de mis reglas es que, si un caballero me dice “Mi padre fue gobernador de las Molucas”, siempre respondo: “Pues yo tuve un tio que era astrónomo”, y la conversación cambia de rumbo. Ante la astronomía, que es una cosa tan cósmica, hasta las personas de más ilustre prosapia se empequeñecen; o se callan, que es de lo que se trata.
Cuando, al llegar a nivel de los ojos de Merle Oberon—unos ojos inmensos y que hacen pensar en las almendras almibaradas —le pregunté dónde los había abierto por primera vez, ella aclaró: “En Tasmania”.
i Tasmania! La gente puede nacer en Egipto, Puntarenas y hasta el Cabo de Buena Esperanza y siempre se enterará de que mi tío se tuteaba con los telescopios, con las interferencias y con la declinación del planeta Urano; pero una isla de Oceanía ya es harina de otro costal. Merle me epató, como dicen los franceses. También dicen “merle” para designar al mirlo, y de este pajarito más o menos australiano tomó nombre la protagonista de mi historia.
—; Y lo de Oberon, de dónde viene?
—Es una variación de O’Brien—contesta la actriz—pues mi verdadero nombre es Estela Merle O’Brien y Thompson, para servir a usted.
Mayo, 1935
Eduardo Guaitsel
Doblé y desdoblé el espinazo (ya voy mejor del lumbago) e inverti un minuto entero en admirar a la joven-Mirlo.
Me la están echando a perder como quisieron echar a perder ¡y no lo lograron! a Myrna Loy. Cada vez que Merle filma, la peinan estirando el cabello hacia atrás y achinándole los ojos por las comisuras, diz que para prestarle aspecto exótico y oriental. Y ni Myrna ni Merle necesitan que nadie les mejore las respectivas fisonomías: están muy bien al natural, palabra de honor. ¡Qué le engomen el pelo a alguna rubia desabrida o que le empequeñezcan los ojos a cualquier estrella con puntos de bizca, pero que nos dejen a Myrna tal como es en realidad y a Merle como llegó a Tasmania! ¡Abajo los postizos!
Sus ojos son azules y expresivos. Bajo el mismo sombrerito que los sombreaba, unos rizos rebeldes y color de castaña al fuego hacían pirueta y media. El cuerpo es esbelto, pero no huesudo; breve, pero no no diminuto; bien torneado, pero no esferoidal. ¿Me explico? La voz es voluptuosa. Y, más que la voz, los labios. Su conversación tiene típico acento británico. Se explica:
—Mi infancia la pasé en Bombay y en Calcuta, con parientes. Mi padre, que falleció antes de macer yo, era oficial del ejército inglés. Hasta los dieciseis años no
conoci el continente europeo ¡pero cómo me
desquité! Empefada en ser actriz—sólo por haber logrado uno que otro éxito en piezas de aficionados en la India—escapé a Londres y, después de peregrinar inutilmente y de causar a mi madre no pocos disgustos, acabé en un café cantante... como corista . . . y no de primera fila por cierto.
—¿ Y luego?
—Luego, intervino la casualidad, en la persona del director Korda, quien habiéndome visto actuar en un papelito ínfimo de cierta película en que yo intervenía como comparsa, me ofreció mejor ocasión en otra cinta que él tenía a su cargo en el mismo taller. Asi debuté . . . por breves instantes . . . en “The Wedding Rehearsal”
—Por méritos propios—interrumpi.
—No, sino porque—eso lo supe más tarde —se había estrellado en un accidente automovilístico la actriz en cuyo lugar me puso Korda. Pero, en honor de la verdad, no puedo quejarme. A poco, me contrataron para salir en “Men of Tomorrow” y, después, como Ana Bolena, en “Enrique Octavo”.
—Y en “La Batalla”—interrumpo yo— que es la que indudablemente la llevó a usted derechita a la fama... .
—¿ Y no le gustó a usted “La Vida. . .? —j No echemos a perder una entrevista que tan bien está resultando !—exclamé para que no saliera a relucir el nombre completo de la película en cuestión.
Merle comprendió sonriente. Y conste que es en extremo modesta y que, cuando habla de sus producciones, prefiere aludir al trabajo de quienes con ella colaboraron.
—; Qué va usted a filmar ahora?
(Continúa en la página 325)
”
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