Cine-mundial (1935)

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us Ojos Pueden Tener La Misma Belleza Y Seducción que Estos .. . CULTA en la profundidad de los ojos de 1 palpita la misma seducción que hace a esta mujer tan atractiva. ¢Por qué dejar que ese atractivo se quede ahi latente e inútil? ¡Despiértelo usted! Déle vida mediante el sencillo procedimiento de retocar sus pestañas . con Maybelline. Al instante, las pestañas desco escasas se convertirán en largo, abunte y negrísimo fleco; sus ojos se transforma loridas rán en hechiceros estanques de tentación. Los afeites comunes y corrientes no producen el efecto encantador que suministra el, MayI simo. Y el Maybelline genuino es ) irrita y no lo afecta el llanto. line en tintes negro, castaño o azul, en elegante estuche metálico . tiendas en que hay efectos de MAYBELLINE CO. 5900 Ridge Ave., Chicago, Ill., E. U. A. O O 1 ) MAY ¥ BELLINI EN LA BO Puerto Rice { r G r r 1 Salvador he f n E España —Fe+ t, Madr Uruguay—/ y, Y r Venezuela — — ___________-»__ II Página 722 “El carcelero me acompañó hasta donde había dejado el asno y me ayudó a montar. “Anduve unos centenares de metros. “Después, tras unos cactus, me desnudé y me puse un vestido de harraría, que llevaba debajo de la silla de mi borrica. Me cubrí el rostro como lo hacen las mujeres musulmanas y bajé a la ciudad, de la que salí antes de que amaneciera, camino de Eritrea. “Veinticinco días de camino, pidiendo limosna en los poblados árabes, comiendo chumbos y durmiendo al raso en las tierras coptas; hasta llegar a la costa z loz puso este duro comentario al relato de su hermana: —Si yo fuera el jefe del servicio secreto italiano, te concedería la Gran Cruz de Guerra y te haría fusilar después. Ni Nina mi yo pedimos una aclaración a aquellos vocablos. Veiamos al fabuloso Lidj Yassou, todavía prisionero ante el cadáver del coronel Lawrence, en poder todavía del Ras Tafari, sin oportunidad para prestar a Inglaterra el servicio de levantar en armas a todos los musulmanes de Abisinia. Escenas Imborrables (Viene de la página 715) Igualmente memorable es el incidente en “Día de Pago,” cuando Charlie llega, al amanecer, al domicilio conyugal y, pretendiendo meterse en la cama sin que su mujer lo note, despierta a ésta y, alarmado, se pone la chaqueta como disponiéndose a partir al trabajo. ¿Y en “La Avalancha de Oro,” cuando la cabaña comienza a dar cabezadas sobre el precipicio . . . o cuando Chaplin, con dos bollos de pan, forja un baile inmortal sobre la mesa? ¿Y el de “Luces de la Ciudad,” cuando ordena al chofer que detenga el Rolls-Royce a fin de recoger una colilla del pavimento, para pasmo de otro desastrado que la codiciaba? El “milagro del Mar Rojo,” que permitió a centenares de actores dirigidos por De Mille atravesar en seco las bíblicas aguas en “Los Diez Mandamientos,” constituye una de las maravillas en que el Lienzo no logra aun superarse y que resultó tan imponente como la otra, en la misma producción, en que “Moisés” recibe, sobre el Sinaí, las tablas de la ley. La figura galante de Valentino conserva su prestigio a pesar del tiempo y de la muerte. Ahí queda “El Jeque”; ahí “Monsieur Becauire” en que Rodolfo endosó empolvada peluca y espléndidas casacas. Fue un papel arriesgado, por diferente de los que venía representando, pero que le trajo todavía mayor número de admiradoras. No se borra de la imaginación tampoco aquel momento trágico de “Variedad” en que Emil Jannings llega al lado de Lya de Putti con las manos ensangrentadas ... ni cuando en “El Angel Azul,” el mismo intérprete tuvo el honor de presentar a la Dietrich a los aficionados cinematográficos del mundo, mientras ella, cantando, lucía sus ahora tradicionales pantorrillas. Otra escena vívida de la Pantalla es la de la teoría de carromatos atravesando las planicies de Norteamérica en “La Caravana del Oregon,” tan palpitante como aquella otra de “El Mundo Perdido” en que merodeaban por las calles de Londres monstruosos paquidermos antediluvianos. ¿Recuerdan ustedes “El Cantor del Jazz,” cuando Al Jolson acababa de cantar su famosa tonada “Cielos Azules” y, volviéndose a la actriz que asumía el papel de su mamá le a preguntaba “¿Te gusta?”. Era un instante de sorpresa escénica que regocijaba a quienes ahí oyeron hablar al cine, antes mudo, por vez primera. y Y ese recuerdo trae otro también simbólico: el de Greta Garbo pronunciando la primera frase de su carrera cinematográfica, al lado de Marie Dressler, en “Anna Christie,” cuando abrió los labios para decir “Déme un whiskey”... y la voz resultó ronca, aunque, quizás precisamente por eso, doblemente atractiva para sus devotos. | El ciclo de “películas de criminales” aportó igualmente detalles clásicos al cinema: la mania de George Raft de andar jugando constantemente con una moneda de plata en “Caracortada”; James Cagney, en “El Enemigo Público,” estrellando una toronja en las inocentísimas facciones de Mae Clark, y en esa misma película, el truculento epílogo en que el cadáver del protagonista se desploma, tieso ya, a los pies de la familia cuando se abre la puerta del hogar donde se le aguarda vivo. Toda la sala se estremecia.... Y persiste asimismo otro tremendo final fotodramático: el de la cinta de Paul Muni que concluía al perderse el prófugo en las sombras, gritando desesperado: “No sé; no sé... ¡Soy un fugitivo!” Tales detalles, tales obras maestras de presentación e ¡interpretación son, quizás, tan culminantes como los típicos ademanes de Mae West, la creadora de un tipo sui géneris de las tablas y del Lienzo. Porque, a menudo, el público olvida lo que se intentó que resultase sensacional y retiene, en cambio, un detalle que parecía carecer de interés. . . . Los aeroplanos que tanto costaron y tanto esplendor dieron a “Angeles Infernales” quedan borrados, pero ¿qué aficionado olvidará el traje revelador de Jean Harlow en la misma cinta? Con Noe (Viene de la página 690) aguantaba una semana al año siquiera de poesía. Algunos poetas se suicidaron, otros se convirtieron en tenedores de libros y las poetisas se casaron con el primer banquero que les hizo el amor. Todo por vengarse de la indiferencia de los lectores. Ahora el nuevo “Centro Nacional de Poesía” trae un plan renovador. Hay que modernizarse o perecer. La poesía es tan antigua como la palabra en el hombre, porque apenas los seres aprenden a coordinar ideas procuran subconscientemente rimarlas. La literatura de todos los pueblos comenzó por la poesía. A pesar de su tradición, la nueva asociación poética convencióse de que el único procedimiento de hacer renacer el verso en Estados Unidos era siguiendo métodos industriales. “Todos los años hay en Nueva York una exposición del automóvil. La hay igualmente de aparatos de radio y otra de comestibles y otra de flores. Ni cortos ni remisos, los directivos del nuevo centro poético organizaron una exposición de poesía. ¿Qué se puede exhibir en una exposición de poesía? Manuscritos, originales, versos muy antiguos y pareados recién salidos, frescos y crugientes, de la imaginación calenturienta de los nuevos poetas. ¿Pero cómo atraer al público a que ascendiera al piso 44 a contemplar los manuscritos poéeticos y que tomase de paso una taza de té? Entonces dieron con el hallazgo más formidable que el lector pueda imaginarse. Descubrieron que Rockefeller, el gran Rockefeller, ese viejito arrugado, de noventa y pico de anos, e) “rey” del petróleo, era nada menos que un Cine-Mundial