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NUESTRO HOLLYWOOD MEJICANO
Por Marco Aurelio Galindo
ABRIEL Soria estrenó en días pasados su
tercera producción: “Los Muertos Hablan”, con Amelia de Ilisa, Julián Soler y Manuel Noriega. Girando en torno de un tema pseudocientífico, la cinta combina una inofensiva novela universitaria y una historieta de amor desapasionado: todo ello con una singular falta de interés en su desarrollo y una ausencia embarazosa de emoción alguna en todo momento. A cambio de esto, abunda en diálogos de una solemnidad catedrática y en escenas deshilvanadas y, dramáticamente, ociosas.
Sin embargo, tal vez porque la protagonista es bonita y no viste mal, tal vez porque el héroe pasa a mejor vida en la parte final de la pieza: “Los Muertos Hablan” ha sido bien recibida por los que pagan. De ellos ha merecido especial aplauso la labor de Noriega, veterano de la escena, sin duda porque su escuela española y poco cinematográfica es del gusto de un público que no se ha desprendido por entero de sus aficiones al teatro en que aquél se educó.
S! bien la Cinematográfica Latino Americana,
S. A., más conocida por CLASA, lleva ya algunos meses de establecida y de estar cubriendo un sueldo semanal a directores, artistas y personal, y a despecho de venir anunciando para “estos días” la imiciación del rodaje de su primera película, “Vámonos con Pancho Villa!”; lo cierto es que, aun ahora, el director Fernando de Fuentes y los intérpretes escogidos para llevar a la pantalla los personajes de la novela de Rafael F. Muñoz, continúan inactivos. La empresa no ha inaugurado tampoco sus propios estudios, que todavía están por concluírse y se levantan en el camino que va de la ciudad de Méjico a la vecina población de Tlálpam.
UANDO “María Elena”, tercera producción
de la Impulsora Cinematográfica—que insiste en calificarla de superproducción—, salga finalmente a la luz pública, su costo excederá de $220,000.00 (Doscientos veinte mil pesos) en moneda mejicana. Y la cifra no es cosa que haya emanado del cerebro calenturiento de un agente de propaganda, sino una verdad escueta que la directiva de la empresa cita con sencillo espanto. Se asegura que esta película provocará una halagadora sorpresa; y aun de Hollywood, en donde ya se ha exhibido ante algunos productores locales, se han recibido muy favorables comentarios. El sonido, no obstante, deja mucho que desear, y ha sido preciso el regrabarlo una y Otra vez, siempre con lamentables resultados. Aquella compañía hace ya un nuevo esfuerzo « . y Una inversión más, a fin de corregir esta falta.
SESON nos informa un anuncio publicado en los principales diarios de la capital mejicana—¡a plana entera!—, pronto veremos en las pantallas nacionales las películas de la Cía.
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Industrial Film Español, S. A., (CIFESA), en cuyos elencos figuran: Imperio Argentina, Antoñita Calomé, Miguel Ligero, Roberto Rey, Angelillo y Marino Barreto, bajo la dirección de Benito Perojo, Florian Rev y Francisco Elías. La productora CLASA, de la que ya hacemos mención párrafos arriba, distribuirá la producción de CIFESA en Méjico, empresa que a su vez ha tomado a su cargo la distribución de las cintas de CLASA en la Península Ibérica. La producción de CIFESA para la temporada 1935-36 consiste en doce películas de largo metraje y treinta números cortos; la de CLASA para la misma temporada, se compondrá de seis películas y doce números cortos.
e numerosas las producciones cinematográficas que se nos anuncian por terminarse 0 por iniciarse en el curso del mes que empieza. Arcady Boytler ha de rodar “Celos”, de que él es autor, para Felipe Mier y Hno., con Vilma Vidal, actriz española importada especialmente, en la primera parte; antes, Boytler dará fin a “Mater Nostra” para el productor José Luis Bueno, con María Teresa Montoya, la primera actriz mejicana, en calidad de protagonista, siendo ésta la cinta que habrá de señalar el debut de aquélla en el cinema; “Silencio Sublime”, cuyo próxima exhibición se anuncia ya, presenta a Alfredo del Diestro y Adria Delhort; en “Rosario”, inspirada en el hiperromanticismo del poema de Manuel Acuña (si no andamos mal informados), reaparece la damita joven, Gloria Morel; Guillermo Baqueriza, después de remover cielo y tierra (más de ésta que de aquél), en busca de dineros, al fin ha dado principio al rodaje de “Justicia Humana”, para la que él maneja cámara y megáfono, con Lucha María en el rol que Baqueriza habría dado a Victoria Blanco de no ser por los compromisos que atan a ésta con otra empresa productora; José Bohr se dispone a impresionar una pieza más: “Marihuana”, de la que él será director y protagonista; la Impulsora Cinematográfica se ha obligado a lanzar “María Elena”, de Raphael J. Sevilla, al menos por la inversión que representa; para ol mes de enero próximo, la CLASA nos promete el estreno de “¡Vámonos con Pancho Villa!”. También anda por ahí una historieta de charros mejicanos de la qua no sabemos otra cosa sino que se titula “Juan Pistolas”....
AS en el ánimo del que escribe, como entre todos los elementos de la industria cinematográfica mejicana, ha causado franca pena le desaparición, en los primeros días de octubre próximo pasado, del señor Jorge Pezet, uno de los contadísimos productores serios y concienzudos del país, que supo ganarse la estimación y el respeto de propios y extraños por el celo profesional, la gentileza y la caballerosidad que le distinguieron siempre en el desarrollo de sus actividades. Joven aún, extraordinariamente apto para la profesión que había escogido, y de muy apreciables dotes personales; el señor Pezet, de nacionalidad peruana, por largos años radicado en Méjico, en donde casó y ahora deja viuda y cuatro hijos; resultará difícil de substituír en el campo de la producción. Las presentes líneas, breve e inadecuado tributo a una cordial personalidad, las ha inspirado, no la expresión de un sentimiento obligado y convencional, sino la de un pesar sincero hijo de una sincera amistad.
* Y UANTAS de estas cintas se harán acree(do doras a un aplauso franco? .. . ¿Cuántas nos merecerán siquiera un comentario? . . . Asimismo cabe preguntarse: ¿cuántas de ellas no verán la luz siquiera? Porque no es raro el que de diez películas de que se rumora, habla y comenta, apenas dos o tres hagan su aparición en las pantallas. Los proyectos son muchos, las ambiciones, grandes, las lenguas, largas; pero la carne, flaca, y el bolsillo, magro. Confiamos, sin embargo, en que, por esta vez, habremos de ver salir de los estudios locales no menos de siete de las producciones citadas.
NTRA el fondo antañón y apacible del
lago de Pátzcuaro, en el estado de Michoacán, Carlos Navarro ha agrupado algunas figuras de toques humanos en su película “Janitzio”. La novela, sugerida por alguna conseja del lugar, explota el viejo recurso de la perversión de la pureza del indio por el blanco. No está ella exenta de dramaticidad en su contenido y tampoco, hasta cierto punto, en su realización gráfica, si bien el desenvolvimiento de la mansa tragedia es tardo y aun irresoluto; cinematográficamente—es decir, dramáticamente—, esa lentitud no la justifica el pausado vivir de las gentes que la pieza evoca.
El elenco de la primera producción del Sr. Navarro no alcanza a aprovechar el valor emotivo de las situaciones, pero, discreta y comedida, la labor de los intérpretes principales no molesta ni logra nunca un efecto opuesto al que pretende. El viejo cacique, en la persona de un actor mediocre de habla precisa y atildada, desentona fastidiosamente.
Rico el isleño villorrio de Janitzio en sugestiones pictóricas, y en motivos dramáticos la historia tejida en torno de los naturales; la cinta crea apenas la impresión de que no se hicieron valer ni unas ni otros. De todo le cual hemos de concluír que las virtudes de “Janitzio” son más negativas que positivas.
NO queriendo ser menos que la Liga de las Naciones en la aplicación de castigos, la Unión de Trabajadores de los Estudios Cinematográficos de México ha prohibido a sus miembros el trabajar, con uno u otro carácter, bajo las órdenes de Gabriel Soria. Esta medida fué adoptada en represalia por algunos conceptos vertidos por aquel joven realizador, que la Unión ha tenido por injuriosos para la misma. . . . Esta organización ha condenado a los hermanos Rodríguez, ingenieros de sonido, a indemnizar a la Impulsora Cinematográfica por las pérdidas sufridas por esta productora con motivo de que los señores mencionados no se presentaron a hacer la regrabación de la partitura musical de una película a la hora que se les señaló. Después de aguardar toda una noche, cantantes, músicos y actores tuvieron que retirarse sin que los peritos en cuestiones acústicas se presentasen. . . . Fernando de Fuentes conduce ahora un flamante automóvil “Pontiac”, obsequio del productor de “La Familia Dressel”, la más reciente de las obras realizadas por aquél. Así ha querido demostrar a de Fuentes su gratitud por el éxito pecuniario que le ha significado esta película. . . . Carmen Conde y Juanita Castro, dos lindas y juveniles aspirantes a los laureles cimematográficos, se han agregado al elenco de artistas exclusivos de la Cinematográfica Latino Americana, S. A. La una es breve y nerviosa; la otra, alta y reposada: ambas hicieron sus primeras armas en la pantalla como supernumerarias en “Viva Villa!”, producción que la Metro-Goldwyn-Mayer, de Hollywood, California, rodó en tierras de Méjico en 1933 (Continúa en la página 46)
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