Cine-mundial (1936)

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¡Buenos Días, Vida! de la Después Barcelona.—Tres dos la metralla y para aliviar Por Enrique A o me siento—de sentarse— ante la maquinilla de escribir en un cuarto de hotel de Nueva York y me siento —de sentirse—con ánimo para trabajar un poco, desenmarañando recuerdos después de las vicisitudes pasadas, de los trágicos días vividos, me parece mentira que haya yo podido “aterrizar”..en esta. ciudad, después de la voltereta que emprendí en Barcelona y que siguió su curso por el Mediterráneo, por tierras de Francia, por el Atlántico. .. . Y lo que mayor pasmo me produce, ahora que lo racapacito, fue el “despegue” en la ciudad condal, que ardía en guerra, aquel jueves 23 de julio de este año desgracia de 1936. Ayer, como quien dice. Yo quisiera sonreir un poco después de tanto tiempo de seriedad angustiada, a que obligaba el espectáculo de la muerte y del siniestro que por todos los ámbitos nos rodeaba, en aquella pensión de la Rambla de Canaletas, donde pasamos los días trágicos de Barcelona; yo quisiera sonreir un poco, pero los recuerdos tristes mandan. No se aparta de mi memoria la batalla fratricida. Sangre de hermanos regaba las calles de la más bella ciudad mediterránea, cuyas iglesias ardían como inmensos cirios votivos. . . . Uno pensaba desde el fondo de su buena voluntad: ¿cómo no ha sido posible un acuerdo entre estos extremismos en pugna, que al estirar y al estirar cada cual por su lado han roto a España? Si hubiera habido concordia, convivencia, transigencia. . . . Que las haya en otros países, que el ejemplo de España es demasiado aleccionador. Amaos los unos a los otros, pero de verdad. ¿Por qué no? Si la débil voz de uno pudiera servir de algo. ..... Uno quisiera reir un poco, pero los recuerdos y las realidades tristes mandan. Sin embargo, haciendo un esfuerzo. ..... Cuando los cañones tronaban cercanos y los fusiles disparaban de las azoteas a las calles y viceversa y los aeroplanos regaban metralla, los huéspedes de la pensión de Pilar Leredo nos recluíamos en las habitaciones interiores, y allí era el comentar y el vaticinar, cayendo en la anécdota y en el chiste, porque voluntad para reir la hay siempre, aun en los momentos más graves, y muchas veces asoma para aliviarlos, como una necesidad de desahogo. . . Octubre, 1936 Uhthoff de bajo la pesadilla días anécdotas angustia. Entre los huéspedes había tipos pintorescos y disímiles: varios pelotaris, un comerciante catalán que había liquidado sus negocios en Chile para volver a la patria _chica, que en aquellos días le hacía ese gesto grande; la actriz mexicana Virginia Zuri, que estaba en espera de debutar en un teatro de Barcelona; y había un argentino, un pobre señor argentino, que estaba de paseo por Europa, y que había ido a Cataluña, huyendo de Madrid, porque le habían dicho que la catalana era la región más apacible de España.—Pues cómo será lo otro, ¡ché !—decía sin cesar, dando vueltas de un lado al otro de la habitación. . ... El había venido a pasear, y en efecto, se paseaba, aunque fuera en aquel mínimo espacio europeo. —Lasa, te escondes demasiado; tienes mucho miedo. —Mucho miedo. No tengo mada de héroe. Prefiero para mí una lápida que diga “Aquí corrió que“ Aquí murió”... Y después, con un léxico pintoresco, entre vasco, cubano y mejicano, mos contó un sucedido que alborotó nuestras carcajadas, mientras fuera tronaba la metralla. Iba Lasa con unos amigos en un automóvil por una carretera de Vasconia, en los tiempos aquellos, muy cercanos al estallido de la guerra, en que le detenían a usted enarbolando un banderín rojo, pidiéndole dinero para el “socorro” . . . del mismo color. Banderín, detención del automóvil de nuestros amigos y petición consiguiente: cien pesetas. ¿Qué le íbamos a hacer? Resignación. A los veinte kilómetros de marcha, otro banderín. Nueva detención y nueva petición. —Miren ustedes que acabamos de dar alitas —Sí, pero eso corresponde al pueblo de X.... Esto es otra cosa. —Bueno. Ahí va ese primoroso “papiro” de veinte duros. Continuó la marcha, y no se había avanzado más de diez kilometros, cuando vieron en la lejanía, a media carretera, otro trapo rojo. —¡ Ah! no. Este es ya demasiado. Vamos a pasar a toda velocidad. ¡Acelera! Enrique Uhthoff, periodista y dramaturgo mejicano a quien sorprendió la guerra civil en España y que está ahora de paso en Nueva York. ¡ Y que sea lo que Dios mande! Y lo que Dios mandó fué que cayera el automóvil en un profundo bache, pues aquel tercer banderín no era del “Socorro Rojo”, sino para indicar que la carretera estaba en reparación y que había peligro. ... En el exterior, continuaba el tiroteo implacable, y en aquel refugio de gente neutral que se dolía imparcialmente del drama, se deslizó otra anécdota, para aliviar la angustia. .... Después del triunfo reciente de las izquierdas, un gallego se encuentra con un paisano y amigo y comentan el caso. —Usted ha visto, don Segundo, qué cosas. . . . Hay que rendirse a la evidencia : perdimos las derechas. . . . ¡Quién lo había de decir! Perdimos las derechas. Las cosas como son. . . . ¡Pero mire usted qué casualidad! Ganamos las izquierdas. . . Había un catalán corpulento y bien plantado que tomaba a broma la cosa, un poco de dientes para fuera, con su sonrisa de hombre sano y contento y que fue cordial hasta el extremo de acompañarme, bajo las balas, a buscar mi evasión de la ciudad en fuego: de armas y de incendios. Encontramos en el muelle un barco enviado por Francia para repatriar a los atletas de ese país que acudieran a lo Olimpiada Popular . . . y en que no hubo más concurso que el de tiro. Mi catalán y yo tomamos asiento al lado de una norteamericana muy linda—““plátano pa Zzinzonte”, que dirían en Cuba—que aguardaba también. El hombre es fuego; la mujer, estopa. Sonrisita va, de la americanita; sonrisota viene. del catalán garrido. Cuando nos permiten émbarcar, veo que la niña ha decidido quedarse en Barcelona con el catalán, a quien grito desde la escala: “¿Pero qué les da Ud. que las vuelve heróicas ?” A MI “Pancho Macho” debe el poder procurar sonreir (tres infinitivos!), porque él me condujo de Madrid a Barcelona; si no hubiera sido por su solicitud filial, aún permanecería yo en la Villa del oso y del madroño, que tan abundante se da en la inmediata sierra del Guadarrama, Página 577