Cine-mundial (1937)

Los hermanos Warner en 1933 reviven el género con la pelicula “Risas y Lagrimas,” y de tal manera lo revivieron que todavia se mantiene en auge y es la unica razon por la que vemos en la pantalla a Irene Dunne, Dick Powell, Bing Crosby, Eleanor Powell, Jeanette MacDonald, Nelson Eddy, Fred Astaire y otros especializados en el canto o el baile. Con tal motivo se organiza la segunda excursion de compositores de canciones, a Hollywood. Entonces las grandes empresas cinematograficas salen a caza de los de mas talento y los retienen bajo contrato—como si los metieran en una jaula—pagandoles sumas considerables para que luego el publico vea y oiga peliculas como “Alegre y Feliz” o “La mariposa de fuego.” Jerome Kern es, acaso después de Irving Berlin, el mas popular. A Jerome Kern se le conoce porque siempre lleva en la cabeza un sombrero de fieltro viejo. Es parte de su fetichismo. Aunque gana cantidades que le han hecho recobrar la fortuna que perdió еп la crisis económica de hace unos años, jamás compra un sombrero. Pide a sus amigos que le cedan los que desechan por viejos. El mismo Irving Berlin no adquiere un piano de cola por mada de este mundo. Ante un piano de cola, al famoso compositor popular no se le ocurren dos notas seguidas. No parece sino que la inspiración se le fuera por la cola. Tiene que trabajar en uno de esos pianos viejos verticales que se encuentran en las casas particulares donde no se tocan nunca, o en los establecimientos de antiguedades. La Metro-Goldwyn-Mayer, que no le agrada que nadie le pise el pie, en lugar de uno contrató a lo que podría denominarse “los hermanos siameses de la canción popular,” Herb Brown y Arturo Freed. Este último anda siempre tan elegante que lo toman por un actor cinematográfico o el anuncio andante de una sastrería. Arturo Freed nunca se hace un traje. Lo menos que manda hacer de una vez son 25. Su guardarropa da la impresión de que en su casa se hospedan un centenar de hombres. Y lo más curioso es que su compañero y colaborador Brown fue en sus mocedades aprendiz de sastre en Los Angeles. A Brown le da por los automóviles. Claro que no compra veinticinco de una vez, pero ya tiene cuatro y sigue componiendo canciones y cobrando pródigamente hasta que consiga poseer cuando menos un automóvil para cada día de la semana. Herb Brown es autor de la canción “Amor Pagano,” que dió a conocer al mundo en una película Ramón Novarro. La empresa cinematográfica Columbia fue la que lo entendió mejor. Adquirió los servicios del compositor popular, Victor Shertzinger, a condición de que cuando no escribiera música dirigiera las películas de Grace Moore. —Un momento, Grace, que se me ha venido a la imaginación la idea de una canción. Corro al órgano y vuelvo en seguida. Y la Moore tenía que quedarse como una estatua mientras su director vertia al Diciembre, 1937 Tres renombrados autores de melodías para el cine: Ralph Rainger, Richard Whiting y Leo Robin. Están contratados por la Paramount. Uno de los dos reconocidos como El otro exponente máximo de Victor Schertzinger, cuyas toases de la música norteamericana: las composiciones yanquis ponadas vuelan por el mundo, Jerome Kern. Nacio Herb Brown y Arthur Freed, autores de las partituras de las cintas musicales de M-G-M. pulares: Irving Berlin. gracias al cine. pentágrama el motivo de su inspiración. Victor Shertzinger, de muchacho, fue un violinista. Cuando vió que el violín, por más que le estirasen las cuerdas, no producía gran cosa, se fue a Hollywood y se hizo director de películas. Entonces las cintas eran silenciosas y el violín sólo servía como motivo de adorno. Shertzinger dirigió veintiuna comedias de Charles Ray. Dije antes que Victor Shertzinger le suplicaba a Grace Moore que le esperase mientras corría al órgano. Este compositor trabaja en el órgano. Acaso esto explique que sus canciones no sean muy alegres y que exija que las oiga y manifieste su apreciación su hija Paula, que tiene 12 años. El más rápido de los compositores de canciones populares trabaja para la “Twentieth Century-Fox.” Se llama Lew Pollack. A Lew Pollack no hay más que decirle: (Continúa en la página 730) Página 725