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mismo. Pero también aparece un tal Raimu (que filmó “Carlomagno”) a quien le corresponde mi medalla más gruesa y más redondita. Y colaboran igualmente Willm, que es el máximo galán del cine europeo; Fernandel, a quien quisiera ver en otras producciones, y Pierre Blanchar, que hizo “Crimen y Castigo.” Total: una pléyade completa. La que menos me convenció fue la que figura como protagonista. Se llama Marie Bell, parece la hermana gemela de Pearl White (la Pearl White de antes) y en “Carnet de Baile” se limita a mostrar en la pantalla su cara impávida de beldad rubia y sosa.
No importa. La historia pinta a una viuda que, al estar quemando los papeles de su marido, halla un carnet del primer baile a que ella asistió. Para interesarse de nuevo en la vida, decide ir en busca de los ex admiradores cuyos nombres están en el carnet de aquella inolvidable noche de juventud.
Siguiéndola por aquella senda de resurrección romántica, compartimos con la dama los sucesivos desengaños. Pero ahí es donde brillan y deslumbran los astros que interpretan a aquellos antiguos galanes convertidos en burgueses y en algo peor siempre. Sólo la escena del casamiento del aspirante a presidente de la república vale toda la película.—Guaitsel.
OCTAVA MUJER DE A AZUL''...(Paramount)
Comebia fina, tipo europeo, eriginal del autor francés Savoir y que viene a la Pantalla después de varias temporadas triunfales en el Teatro. Es la historia de un millonario yanqui, joven, brusco y autoritario, que se casa en octavas nupcias con la hija de un noble francés arruinado, y bastante sinvergúenza además. La muchacha va al altar aparentemente de muy buena gana, pero luego se niega a cumplir sus deberes matrimoniales y entonces es cuando empieza a enredarse la trama y a intensificarse el interés de la obra. Los principales papeles están a cargo de Claudette Colbert y Gary Cooper, que trabajan con verdadero amor, y los secunda el inimitable Edward Everett Horton, que interpreta al padre de la heroína. No vacilo en recomendar esta producción.— Hermida.
"SI EMPAR EPS H AY TNA MUERAS ou mib
Una nueva y esta vez graciosísima película, sin dislocamientos innecesarios tan de moda en estos últimos tiempos, en la que Joan Blondell, en la amable compañía de Melvyn Douglas, triunfa positivamente y tal vez por última vez en la pantalla, si, como asegura en la intimidad, ha de retirarse a la vida privada cuando dentro de un par de meses venga al mundo su segundo hijo. Eso de que Joan Blondell esté próxima a ser madre nos maravilla todavía más en su actuación de mujer dinámica en esta obra. Joan Blondell es la esposa de un detective particular que no tiene mucho éxito en los negocios, por lo que ella no vacila en hacerse cargo de uno de los asuntos que le están encomendados, cuando él, cansado de esperar una oportunidad que no llega, decide abandonar la práctica privada para volver de nuevo al servicio del Fiscal. Claro está que Joan sale triunfante; pero, hasta que ello ocurre, los incidentes divertidísimos se suceden sin interrupción haciendo de esta cinta una de las más graciosas y entretenidas que hemos visto hace algún tiempo.—de la Torre.
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BALLERO DE ESCANο “К νο e (Warner)
Εν el cine, que es esencialmente un cosquilleo de la imaginación, todo se permite. Si no, no sería divertido. Mientras más fantástico el argumento de una película, más satisfechos nos deja. Y ésta estira la credulidad hasta el punto máximo. Un joven vive en París de milagro, empeñando su traje de etiqueta y condimentando “crepes Suzette” para las damas cuarentonas. De repente, se enamora de una actriz norteamerica que anda por ahí de incógnita—con una peluca despeinada—y, sin más ni más, se mete en su auto, en su vida, en la cocina de su casa у... como no podía menos de suceder, en su corazón. Un tupé a la europea, que es distinto del otro. (¿De cuál otro? No sé, ni estoy aquí para contestar preguntas, sino para hacer reseñas.) El caso es que Fernand Gravet se hace simpático y Ralph Bellamy antipático. Pero nunca, entiéndase bien, nunca trabajó Bellamy tan bien ni tanto ni con tal desgaire y convencimiento como en esta cinta en que representa a un agente de seguros de vida, enamoradísimo aunque cerrado de mollera. La “ella” del cuento es Carole Lombard y su actuación no tiene pero. ¡Qué va a tener! También recomiendo a Allen Jenkins, haciendo de satélite del héroe de la historia, y a Isabel Jeans. Y ya en el camino de las recomendaciones, le dedico unas entusiastas palmadas al autor de las máscaras de. un baile de ídeas. En suma, se trata de una producción que no tiene defectos más que para los devotos de la lógica ... y esos no van αἱ cine.—Guaitsel.
'' CA DAL
''THE FIRST HUNDRED YEARS'' .. . (MGM)
He aquí a unos recién casados con negocios antagónicos. El esposo quiere construír barcos en New Bedford. Y la esposa quiere continuar con su agencia teatral en Nueva York. Ella sugiere que pasen la semana separados, trabajando cada cual en lo suyo y viéndose los sábados y domingos. El quiere vivir con su esposa permanentemente y no de visita. No tardan mucho en decidirse por la separación, con un amigo de ella y una amiga de él a la vista. Pero las cosas ocurren de modo que todo se arregla a maravilla, gracias a los buenos -oficios de un tío viejo y bondadoso. Virginia Bruce, no tan bonita como de costumbre por culpa de un peinado que nada la favorece, y Robert Montgomery, son los esposos en discordia, colocados a maravilla en esta deliciosa comedia, que parece hecha a la medida para ellos.—Don Ο.
ARE BETA (20th Century-Fox)
Cuanvo tengo que ir a ver una pelicula de Shirley Temple me entran ganas de comprarme un piruli y sentarme a rechuparlo mientras desfilan por el Lienzo las monerías de la niña prodigio de Hollywood. Todas las cintas de Shirley Temple son de un acaramelamiento que empalaga y “Rebeca” no es una excepción. Hay que confesar que Shirley canta con habilidad, aunque su voz no tenga nada de particular, baila con precisión los zapateados y actúa con estudiada y simpática ingenuidad. Esto es lo único que hay que ir a ver en la película estrenada en el “Roxy” de Nueva York. Y como esto mismo nos lo dan dado en otras películas, mejores por cierto, de Shirley Temple, la repetición toma los alarmantes caracteres de
un empacho de sardinas en aceite. Un industrial desea encontrar una muchacha de la edad de Shirley, 9 años, para que figure en un programa de radio que contribuya a popularizar el cereal para desayuno que vende. Esa muchacha, como puede suponerse, es Shirley Temple, que, llevada por un tío suyo, desaparece después de la prueba radiotelefónica y es trasladada a una finca que tiene una tía de ella en el campo. A una casa cercana va también a pasar una temporada de descanso uno de los agentes de radio que intervenían en el programa en el que iba a figurar Shirley Temple. Se encuentran, como era de esperar, el agente de radio y Shirley, y ya todos, vencida inclusive la hostilidad de la tía, marchan por buen camino y hasta Shirley interviene para que se quieran el galán y la dama joven. Pero vuelve el tío, al enterarse
de que la sobrina produce dinero, y se lleva con
documentos legales a la vista a Shirley Temple para que figure en otro programa de radio. Esto le parece muy mal a la diminuta artista y finge que se ha quedado sin voz. Renuncia al contrato el tío y termina todo felizmente y con tres, mada menos que tres, casamientos en cartera. Al menos para mi son demasiadas bodas y demasiada simpleza. Pero Shirley Temple sigue siendo una monería.—Pego.
"ΤΗΕ GIRL ΟΕ THE GOLDEN WEST'" . . . (MGM)
La ultima película de Jeanette McDonald y Nelson Eddy es de lo mejor que ha salido en lo que va de año de los talleres de Hollywood. Como el título indica, el argumento es el mismo que dió fama hace treinta años al autor-empresario Belasco y que luego Puccini llevó a la ópera con el nombre de “La Fanciula del West.” Hay en la obra un asunto intrigante, buena música e interpretación perfecta, en la que se destacan los dos artistas ya mencionados y Walter Pidgeon en el papel del jerife matasiete, que quiere casarse a balazo limpio. Nelson Eddy se luce en el papel del bandolero Ramírez, y Jeanette en la “girl” legendaria del Oeste norteamericano. El que quiera oir buenas voces, entretenerse con un argumento interesante, reirse y emocionarse un poco, que no deje de ver esta producción.— Hermida.
LUCAS TIL Т ӨЁ5 ЕЕ ЧЕ E AIRE'' . . . (Monogram)
PenicuLa en español hecha en Hollywood con Cristina Telles, Pilar Arcos, Emilia Leovalli, Rafael Alcaide, José Peña (Pepet) y el desconcertante Andrés de Segurola, que está exactamente lo mismo que hace veinte años cuando figuraba a la cabeza en el elenco de la ópera metropolitana de Nueva York. El productor, Eduardo Le Baron, también de los nuestros a pesar del nombre, es en la actualidad uno de los directores de orquesta de fama en Norte América.
La dirección estuvo a cargo de Jaime Salvador, que produjo varias cintas en Barcelona antes de la guerra.
Se trata de un argumento cómico, ligero, sin pretensiones de gran espectáculo pere montado con propiedad y lujo, que entretiene y hace pasar hora y media agradable. Cristina Telles tiene bonita voz y sabe lucirla; y Pepet, Pilar Arcos y un actor yanqui que interpreta a un borracho, y cuyo nombre no recuerdo, tienen varias escenas que hicieron reir con ganas al público el día de la exhibición privada en Nueva York.—Gil Pérez.
Cine-Mundial