Cine-mundial (1939)

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Pas Pequenas se ha Grandes Plone el Carn dio O es nada nuevo afirmar que la mayor parte de los actores son supersticiosos. Y por serlo, dan a las cosas pequeñas una importancia desmedida. Un pañuelo que llevaban una noche de triunfo, los primeros zapatos que un bailarín sacó a escena, la primera carta de un admirador son conservados como verdaderas reliquias. Y estos objetos a los que ellos otorgan gran significancia suelen conservarlos con los recortes de los periódicos que hablan de ellos laudatoriamente, con las condecoraciones que a algunos les conceden, con premios por su actuación; en fin, con cosas de positivo mérito. Por ejemplo, ¿qué razón hay como no sea una razón de orden sentimental para que Jeanette MacDonald conserve cuidadosamente un vestido azul de cuando ella era una niña y con el cual apareció por primera vez en público en una fiesta de la escuela ? Pues a dondequiera que Jeanette va, en su equipaje figurará invariablemente el vestidito azul. Por cierto que con él cantó el vals de “La Viuda Alegre.” Y por eso tuvo mucho interés, cuando hubo de can Marzo, 1939 No sabemos si la esposa de John Barrymore, Elaine Barrie, verá de buen grado los viejos pantalones de pesca con los que tanto Cosas tarlo en una película, en aparecer también con un vestido azul. Claro que en esta ocasión era mucho más largo. Uno de los cariños de John Barrymore es por un par de pantalones viejos. Se los pone a veces en casa, se los coloca en el campo y los cuida con verdadera solicitud. Ya hace años que los tiene, y, naturalmente, se han ido rompiendo; pero Barrymore, con un celo admirable, los ha dado a componer, los ha remendado, los ha recosido, ha hecho verdaderos milagros para poder seguir utilizandoles. Si se lo permitieran, los aseguraria. Estos pantalones a los que Barrymore tomó cariño por razones íntimas que nunca ha expuesto, los adquirió hace unos años en Alaska con motivo de una excursión de pesca que hizo a las glaciales aguas de aquella península. ¿Pues y la bata de su hermano Lionel? Como es bien sabido, Lionel Barrymore es aficionado a la pintura y tiene, para decir la verdad, cuadros bastante meritorios. Para pintar, y aún para grabar, porque es asimismo un grabador al agua fuerte ex encariñado el "eterno don Juan." celente, usa invariablemente una bata. La pobre, de tanto uso, está sucia y vieja. Lionel Barrymore, sin embargo, insiste en que ninguna otra prenda le acomoda tanto y ha llegado a creer firmemente que si dejara su vieja bata y se cubriera con una nueva, ya no pintaria tan bien. Cierto día hubo un escándalo en la casa de Lionel Barrymore. Este interpretó brillantemente la escena de una película sin la presencia de las cámaras ni del director, y todos sabemos con qué realismo se enfurece el distinguido actor. El motivo de su enojo fué que le llevaban la bata de pintar al lavandero. En vista de su oposición, le sugirieron: —; Podiamos llevarla entonces al sastre para que le saque las manchas y la planche? Lionel Barrymore se enfureció todavía más. De ninguna manera. Que nadie tocase aquella bata. La prefería así, sucia, rota descolorida. No hubo otro remedio que dejar intacta la bata. Días después, ya calmado, como le volvieran a hablar del incidente de la bata y buscaran una razón para oponerse a que se la limpiaran, dijo que temía que la bata encogiera y entonces ya no se sentiría tan cómodo como al (Continúa en la página 143) Página 117