Cine-mundial (1939)

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¡tación del papel más cómico de su repertorio. El sombrerito, que parece una caja | de píldoras, tuvo que descartarlo la semana | pasada porque ya no hace reir a nadie, y las | mujeres se creían que era un modelo de | última moda. En algún periódico yanqui, | que están muy bien de noticias este mes, | acabo de leer que el actor Nigel Bruce se fue con Annabela y Tyrone Power en ex| cursión a Ensenada, en la República de | Méjico. En la frontera, los aduaneros les | pidieron la documentación; y Tyrone y Annabela pasaron sin dificultad. A Bruce lo mandaron a freir espárragos porque no llevaba pasaporte, y para entrar tuvo que dar una fienza muy respetable. Lo curioso es que Nigel Bruce, hijo de cómicos ingleses que rodaron medio mundo, nació en la Baja California, y precisamente en esa ciudad de Ensenada. EL gran pelotari Guillermo, favorito del público en el “Hipódromo” de Nueva York, sorprendió a una periodista yanqui que fue a entrevistarlo. —Digame con franqueza, —le preguntó la dama,—¿ qué es lo que mas le gusta en Nueva York? —El whiskey—contestó el vasco. EL “Post,” de Nueva York, afirma que el Circulo de Economistas de los Estados Unidos le ofreció a Mr. Anthony Eden la suma de $1200 y todos los gastos pagos por venir aquí y hacer uso de la palabra en sus salones; y que el ex ministro inglés rechazó inmediatamente la oferta. Aceptó, en cambio, la invitación de la Asociación Nacional de Manufactureros, de esta misma ciudad, en cuyo banquete anual pronunció aquella brillante conferencia a últimos de 1938. Esto revela la diferencia entre la Teoria y la Práctica, ya que los economistas hablan y escriben sobre el dinero mientras los fabricantes se dedican a invertirlo y ganarlo. Los manufactureros—sigue hablando el “Post”—corrieron con todos los gastos de Mr. Eden y le pagaron $5000 por el discurso. o Esto que viene ahora es cierto, lo cual no quiere decir que sean infundios las otras notas de esta sección. Un sefior se fue a un Banco de Nueva York a cambiar libras esterlinas y le dieron cien dólares de más, que quiso devolver en cuanto se percató del error al recontar el dinero en su casa. Se fue a ver al pagador y se lo dijo. “No puede ser”, contestó éste. “Aqui nunca nos equivocamos. Además, la regla del Banco es que no se rectifican errores una vez que el cliente se ha sepa1939 Marzo, TERTULIAS DEL SIMON —No venga al Café esta noche, Don Emeterio: dénos una oportunidad para hablar mal de usted! rado de la ventanilla”. Vio al administrador, y lo mismo. Tuvo que quedarse con los cien dólares. Por supuesto, de sobra sabían en el Banco que era cierto el pago de más; pero no les conviene establecer el precedente de que se puede cobrar, salir del local y venir luego con reclamaciones. NO BASTA ENTRAR — ¡Qué rico chico! —Sí, señor. "i Abrid la puerta!" —¿Y, se abrió la puerta? ¿Ha actuado ya en el cine? Hizo un papel con Barrymore donde decía: —Sí, señor; pero el nene se quedó afuera. Página “i19