Cine-mundial (1939)

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HAY QUE MORIRSE PARA ALCANZAR CELEBRIDAD Por Yo crela que el morirse en escena era una cosa pasada de moda que correspondía al tipo de los melodramas antiguos. Cada uno tiene sus ideas, pero a mí me parece que, aún para los actores, morirse en la cama es mucho más cómodo. Hoy hasta los generales mueren en la cama, muchos de ellos de arterioesclerosis, la enfermedad menos militar que puede concebirse. Estaba engañado. Repasando la lista de los grandes éxitos de los actores cinematograficos, veo que no hay como morirse para obtener un verdadero triunfo. Hay algo de sádico en la complacencia que el público experimenta viendo morir a un semejante en el escenario o en la pantalla. Por lo visto el morirse, lo que hemos de hacer todos tarde o temprano y han hecho muchos millones de seres antes que nosotros, a pesar de su repetición y su vulgaridad, es una gran cosa. Quizá Jimmy Cagney no hubiera alcanzado la popularidad que hoy tiene si en una escena terriblemente macabra en “El Enemigo Público” no le hubieran acribillado a balazos, lo hubieran envuelto en cinta de esparadrapo, y así, delicadamente, como quien entrega un paquetito de regalo, lo dejaran a la puerta de la casa de sus deudos. Alguien llama a la puerta y al abrirla, cae de bruces, brutal, trágicamente, el cadáver de Jimmy Cagney. Pues eso Página 138 Aurelio Pego Jimmy Cagney consolida su fama mu riendo en la silla eléctrica en la última de sus películas, ''Angeles con caras sucias, de la cual es esta escena. tan sencillo y tan repugnante hace de Jimmy Cagney un astro de la pantalla. Si no se muere cinematográficamente, es posible que a estas fechas estuviera haciendo de “extra” o hubiera tenido que abrir un puesto — muy populares por cierto — para vender salchichas, alias “perros calientes,” con mostaza. ¡Grandes actores estos actores que se mueren en la pantalla! Algunos de ellos traen una tradición mortuoria que es todo una revelación artística. Spencer Tracy, por ejemplo, es uno de allos. Cuando trabajaba en el teatro hizo innumerables papeles. Como si fueran papeles mojados. La gente no se enteraba siquiera de quien era Spencer Tracy. Sólo lo conocían de verdad veintitantas viejas de esas que cuando van al teatro se leen cuidadosamente todo el reparto y lo llevan en la memoria durante el transcurso de la obra.. Hace de Mears, muere en escena, y Spencer Tracy adquiere fama de la noche a la mañana. Las personas piadosas dicen que no hay como morirse para ir al cielo. Los actores saben que no hay como morirse para alcanzar la gloria. No quiero mencionar el nombre de Edward W. Robinson. Cuanto más lo matan en las películas, más crece su popularidad. ¿Se puede dar algo de traza más funeraria que Boris Karloff? Karloff cuando se rie parece que es la Muerte la que se esta riendo. A este hombre lo han matado y lo han resucitado en la pantalla y es como si dijéramos el cadaver honorario del cine. Hasta cuando habla parece que la voz procede de ultratumba. Boris Karloff, como los agentes de pompas fúnebres, debe a la muerte toda su fortuna. Victor MacLaglen ha tenido interpretaciones felicisimas, pero pasara a la historia del cinematógrafo por haberse muerto de una manera muy dramática en la película “El Delator.” La cuestión no es cómo saber vivir simo cómo saber morir. Un actor sabe morir bien y, por paradójico que sea, ya tiene asegurada su vida. Nadie sabía quien era Olympe Bradna. Una muchacha trigueña, fina, delicada, bastante fotogénica. ¡Pero cuántas muchachas morenas, delicadas y fotogénicas no andan por ahí! La casualidad hace que en “Almas en el Mar” tenga que morir, dulce, lánguidamente, en los brazos de George Raft. Y ya se fija todo el mundo. ¿Quién es esa muchacha trigueña que sabe morirse tan bien? Y ya no le queda otro remedio a la Paramount que convertirla en estrella. Lew Ayres gozó durante muchos años (Continúa en la página 145) Jimmy Cagney se hace célebre en la película "El Enemigo Público," en la que lo entregan muerto, bien empaquetado, a la puerta de su casa. Cine-Mundial