Cine-mundial (1940)

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Miniatura de la Cinta de la Universal “Primer Amor” Connie Harding (Diana Durbin) se gradúa en el colegio de niñas ricas, donde sus tíos la han tenido educándose. Y al terminarse los ejercicios de graduación, busca en vano a su familia, que espera venga a buscarla, como es costumbre. Ante ella se presenta únicamente el ayuda de cámara de su tío, para llevarla a la casa. En el baile, al que Diana llega sola, por un error que comete ingenuamente, se hace dueña de la situación. Y mientras canta, para deleite de los concurrentes, descubre entre éstos al novio de la prima que la contempla extasiado. Unos minutos más tarde, en la terraza y a solas, se declaran el mutuo amor, que irremisiblemente los une. Al llegar la recibe su tía (Leatrice Јоу), una señora amable pero inconsciente y un poco chiflada; la primita (Helen Parrish), una niña mal criada y presuntuosa, que mira a la recién llegada con desdén; y por el primo (Lewis Howard), un muchacho indolente y perezoso que no puede sostenerse si no se apoya en algo. Los tres se van a una fiesta. Diana, considerada en la casa como una parienta pobre, es humillada constantemente por la prima. No obstante, en un día de apuro de ésta, que tiene una cita para montar a caballo con su pretendiente, se vale de Diana, enviándola a entretener al novio hasta que ella llegue, Así lo hace Diana, recurriendo para ello a todos los medios posibles. Página 74 Llega el día de un gran baile al que Diana no puede asistir porque la familia, considerándola muy niña, no se ha preocupado de comprarle un vestido adecuado. Pero la cocinera, el ayuda de cámara y la doncella de la casa, que la adoran, deciden tomarla por su cuenta comprándole entre todos un lujoso atavío, digno de una princesa de un cuento. La primita, furiosa al verla regiamente ataviada y bellísima, sabe encontrar un pretexto para que se quede en la casa, esperando a unos tíos que llegan. Los criados averiguan que no llegarán hasta las 12, y con la ayuda del policía hermano de la cocinera, traman un complot para detener a la familia y hacer que ella llegue al baile con escolta. Al dar las 12 de la noche, Diana, como la Cenicienta del cuento, sale presurosa del baile, perdiendo uno de sus zapatos. La primita, que con su madre llega al baile en aquel momento, corre detrás de Diana hasta la casa. Al encontrarla en la cama, duda un momento; pero tirando de las sábanas la descubre vestida de baile y la insulta de mal modo. Diana, decepcionada, se marcha de casa de los tíos, buscando refugio en el Colegio y en el afecto de la anciana directora. Esta comprende la tragedia de la niña, y, aunque fingiendo entereza, se propone ayudarla. Y el día en que presenta a Diana para cantar ante el público, llega el amado en su busca, y ella feliz corre a su encuentro. Cine-Mundial