Cine-mundial (1940)

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Con ojos de joyero—o de miope—W. С. Fields examina la sortija de Mae West mientras descansan de filmar "Му Little Chickadee' para la Universal. ofrece con el mago encanto de su expresión y su color. De la blusilla abierta, sutil, flotante, asoma temblorosa la carne morena con un doble y atenuado toque carmesí de un escultural busto palpitante, en augusta postura. Mesas y repisas de tallado cristal reflejan el color de los muebles. Hay un silencio de iglesia en la sala. Aparece Dolores y su voz cristalina rompe el silencio: todo parece iluminarse más en torno de ella. Y todo se alegra, todo rie, ante esta mujer, ¡tan mujer!, que supo llegar a ser artista extraordinaria sin dejar ni un momento de ser una gran dama. Una gran dama por su estirpe, pero sencilla y adorable como una simple mujer que no tuviera más mérito que el de sus virtudes. Porque Dolores, biznieta del marqués de la Ortiga, es ante todo puritita mexicana, como sus padres y sus abuelos. Mejicana, que es sinónimo de honesta y católica. El peinado de Dolores, que tantas otras estrellas imitaron, es el mismo de las indias de Oaxaca. Dolores no necesita vestirse de china en el extranjero para que se la tenga por mejicana. Pero oyéndonos comentar la belleza de la obra maestra del genial Rivera, se enorgullece de sentirse, espiritualmente, como ante un espejo. Y es interesante observar que esta mujer, tan admirada por su elegancia suprema en el vestir, se encanta con los humildes trajes campesinos, plenos de arte, deslumbradores por su color. . Ahora, ya ante Dolores, y en plena charla amistosa, nuestro espíritu inquieto se fija, sin querer, en la figura estatuaria de la exquisita mejicana, que muy de negro, brochada de oro, destácase en un sofá de terciopelo rojo. Adornando el cuello de su vestido muéstranse unas clásicas palomas bordadas con dorados hilos. Pendiente de una pulsera, una vieja medalla de la Virgen de Guadalupe. Hablamos de Méjico y en los labios de Dolores parece palpitar la constante ofrenda de su nostalgia y de su cariño. De Méjico по guarda más que los recuerdos gratos. Los sinsabores, las amar Página 76 P Bette Davis, la estrella cada vez más luminosa de Warner Brothers, que acaba de triunfar—y no fue fácil—en su papel de reina Isabel de Inglaterra, y que se acaba de divorciar. guras, hasta las injusticias, ¡que de todo hubo para ella!, jamás se aposentaron en su alma grande y generosa. Su hogar modelo, su amor a todos los suyos, su señorial gentileza ante los extraños, son hoy como siempre los más preclaros timbres de su mejicanismo. Dolores nos dice: —Por nada de este mundo cambiaría yo este hogar que me ha ¿Qué importa si en el pasado hecho feliz. tuve, ¡como todos!, mis pesadumbres y mis tristezas? Hoy veo la vida con ojos distintos. . . . Sólo siento que este hogar no pueda estar en Méjico; pero Méjico está en mí y conmigo vive. ... Así contesta Dolores a los rumores insidiosos que la eterna envidia propaló sobre la posibilidad de su divorcio. Su Cedric la adora y esa calumnia salpicó sobre el feliz matrimonio, sin que pudiera man Cine-Mundial