Cine-mundial (1941-01-01T23:23:59Z)

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EL GALAN DE LOS OJOS TRISTES (Viene de la pagina 456) El nos afirma de nuevo sus convicciones al decirnos: —Al público no se le puede engañar. Se da cuenta inmediatamente cuando el artista no es sincero, cuando se descuida, cuando no está en papel. . . . Y si el artista trata de burlar al público, pronto paga las consecuencias, porque éste pierde interés y le retira sus simpatías. Y entonces, aunque el artista se arrepienta, es demasiado tarde. Vale más dar siempre más de lo que espera, que menos. ¡Esa es mi teoría! . Habla Boyer con acento pausado y en sus ojos dormidos, que miran un poco en el vacío, se lee la sinceridad. Es el artista concienzudo, lleno de escrúpulos, que, por muy alto que se halle, jamás puede considerar que ha llegado a la perfección. En la carrera de Boyer dominan el estudio, el tesón y la fuerza de voluntad. Nos refiere un episodio de su niñez que le retrata de cuerpo entero. Un amiguito suyo tenía una bicicleta que él se empeñaba en aprender a montar, con terribles consecuencias cada vez que intentaba hacerlo. —Mamá,—decía un día y otro desconsolado a la autora de sus días. —No sé lo que me pasa, que en cuanto monto en la bicicleta de Pierre me mareo, comienzo a verlo todo negro y me caigo. La madre, piadosa, le consolaba diciéndole que de lo que le ocurría no tenía él la culpa y que debía olvidarse de ello. Y olvidado pareció quedar el asunto, hasta que al llegar las fiestas de Navidad dijo el niño a la madre: Desearía que Noel me trajera este año una bicicleta tan grande como la de Pierre. Y cuando Noel trajo la bicicleta, influenciado por la madre complaciente, para sorpresa de ésta el niño salió corriendo en ella, sin marearse, con su rostro radiante por el triunfo. Triunfo conseguido a costa de no pocos coscorrones y cardenales, que durante meses Página 502 SOLUCION AL FOTOCRIMEN DE OCTUBRE L profesor Fordney estuvo seguro de que Emerson no se había suici dado cuando notó que el revólver estaba dentro de la caja de valores. Emerson había muerto instantáneamente y resultaba imposible que se hubiera disparado el balazo fatal ¡y puesto el arma en el cofre! La identificación de la huella digital en el cartucho quemado reveló a Fordney quién era el asesino. La nota escrita a máquina y el falso pasaporte eran, para la perspicacia de Fordney, signos inequívocos de que el asesino había querido, teatralmente, traer la presunción de que Emerson intentaba abandonar a su esposa y a su patria y, desesperado, había preferido suicidarse a última hora. Pero la estupidez máxima fué la de poner el arma dentro de la caja de valores. Whalen había disparado el balazo homicida, pero Morris, como su cómplice, lo acompañó a la silla eléctrica. En la proxima edición publicaremos “Robo en Carnaval,” un episodio emocionante que requerirá toda la perspicacia detectivesca de nuestros lectores. enteros habían tenido perpleja a la mamá. Cuando Charles tenía apenas doce años, su padre murió. Y el niño, haciéndose hombre antes de tiempo con el acicate del dolor, comprendió que tenía que tomar el puesto del ausente dedicándose a los negocios del padre, y dirigió la ruta de sus estudios en esta dirección. Un día llegó de nuevo ante la señora y le dijo resuelto: —Mamá, detesto los negocios y quiero ser artista. Es mi ambición suprema. La madre sonrió comprensiva, pero pidió un tregua razonable. Jack Dawn es, en Hollywood, uno de los mejores expertos en maquillaje. Aquí le vemos silueteando con el pincel los labios de Ruth Hussey que la Metro confía convertir en estrella de primera magnitud, en vista de su creciente popularidad. Ante la cámara fotográfica, como en la vida diaria, el cuidado de los labios es esencial. —Termina primero tu educación, hijo mío, y después veremos si sigues pensando como ahora. El hijo obediente estudió desde entonces con afán intenso hasta tomar con los más altos honores su grado de doctor en Filosofía en la Sorbonne. Y al llegar ese día a su casa, despojándose de la toga, dijo de nuevo: —Mamaá, lo que yo ambiciono todavía, más que nada, es ser artista. La madre, ocultando con su eterna sonrisa de comprensión una lágrima, le autorizó para que se matriculara en la clase de Declamación del Conservatorio de Paris, donde le rechazaron en el exámen preparatorio. Insistió Boyer de nuevo y fué admitido, logrando dos años más tarde el papel principal en la comedia “Les Jardins de Murcie.” Ocho años de triunfos siguieron a su debut. ¡Boyer era artista! .... Y no obstante. . .. Hollywood volvió a rechazarle, después de dar una prueba insignificante en una película de Jean Harlow, titulada “The Red Headed Woman,” aunque más tarde el mismo estudio tuvo que pedirlo prestado a Walter Wanger, pagando por él $100.00, para representar a Napoleón con la Garbo en “Conquest.” Desde entonces Hollywood es suyo. El público le adora y las mujeres todas del mundo han hecho de él un ídolo, rendidas a la fascinación del galán de los ojos dormidos. Y dormidos realmente están los ojos de Boyer para todas las mujeres, menos para la suya. Tenemos que hacer enfáticamente esta afirmación, aunque llevamos con ella el desencanto a muchos corazones. Charles Boyer no se cansa de repetir a cuantos quieren oírle que la única mujer a quien ha querido en el mundo es su esposa . « ¡y que es además la única a quien piensa seguir queriendo! .. —Una sóla mujer en la vida de un hombre—dice el artista, mirando el retrato de la esposa no con ojos dormidos, sino con ojos apasionados—-es suficiente, cuando encarna el ideal soñado. Y esta afirmación categórica la demuestra plenamente no habiéndose visto nunca envuelto en Hollywood, no sólo en un escándalo, sino ni siquiera en un “flirt.” Nuestra impresión personal de Boyer es la de un hombre afable, pero reservado; nervioso, excitable y frío con todo lo que no le interesa directamente; apasionado por su arte, e indiferente por completo a la admiración que por su yo físico siente el sexo femenino. En Hollywood vive como un príncipe. Tiene una casa magnífica, cuyos planos hizo él mismo y en ella una de las mejoras bodegas, atestada de exquisitos vinos franceses. Es hombre ordenado, que lleva por sí mismo las cuentas de su casa; un virtuoso, que toca el violín admirablemente, y un espíritu sencillo, que viste siempre de azul o de gris. Cine-Mundial