Cine-mundial (1941-01-01T23:23:59Z)

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Confesionario ĵ del AMOR A cargo de Eduardo Zamacois Exclusivamente para los lectores de Cine-Mundial A UN DESENGANADO A LOS VEINTE ANOS. (Florida). Se casó tras un noviazgo que duró nada menos que dieciseis años. Cuatro años después—siendo ya padre de una hija—descubrió que su esposa le era infiel. ¿Se convencen ustedes de que las relaciones largas no sirven d nada como no sea para echar a perder el verdadero amor?... El, no obstante, sigue creyendo qu su compañera es buena. “Yo le exijo el divorcio—dice—pero ella no hace más que suplicarme que le perdone el error tan grande que ha tenido, y no hace más que llorar.” En tal caso, si usted está persuadido de la nobleza de su condición, y de la sinceridad de su arrepentimiento, perdónela. El perdón es la lección de moral más alta que podemos darle a un delincuente. TEODORO.—(Santa Clara) Cuba. Tiene veintisiete años; ella veintitrés: “es rubia, alta, muy simpática, elegante y educada.” Desde los primeros momentos esta encantadora criatura tomó lo que pudiéramos llamar “la ofensiva.” El lector juzgará. “Al día siguiente de conocernos— habla mi comunicante—me escribió unos versos dedicados a mí, declarándome su amor, pidiéndome que le correspondiera y que si mis padres le daban permiso se pasaría una semana en mi casa.” Este allanamiento de morada no llegó a efectuarse porque un hermano de la solicitante intervino: “Yo tengo en mi misma casa—dice el novio—una bodega. y ella, por las mañanas. cuando se levantaba, venía para mi casa, entraba en la bodega, me saludaba y me daba un beso o varios, según la oportunidad que tenía; después iba a saludar a mis padres y tomábamos el desayuno juntos, almorzábamos juntos y luego sacaba dos sillones al portal y me llevaba por el brazo para que me sentase con ella. Después, por la tarde. salíamos a pasear por el pueblo como si fuésemos hermanos, y así durante mes y medio.” Hasta aquí, francamente, el joven Teodoro no tiene derecho a quejarse. Su novia lo ha hecho todo: lo besa, lo toma del brazo (menos mal que no lo toma en brazos) lo sienta, lo mece. ... De súbito la escena cambia. Ella, una noche, se va al baile sin él y a continuación deja transcurrir cinco días sin verle, Teodoro se lamenta y entonces su seductora le recomienda “que la olvide.” El muchacho no sabe qué pensar. “Hace cosas de loca—prosigue—va cantando por la calle, se pone a hablar con cualquier hombre que se tropiece, aun no conociéndole, y la gente la critica.” Su hermano le ha dado cuarenta pesos para que se vaya, y ella se los ha gastado y no se ha ido. “Mis amistades—concluye el quejoso— me aconsejan que no le haga caso, que esa mujer no me conviene porque está medio loca.” Creo igual, amigo Teodoro: a esa señorita le falta un tornillo. La locura es pegadiza. Si continúa ftratándola. sería fácil que. a la vuelta de un año, anduviese usted también cantando por las calles. Además: si ella le ha dicho, “olvídame” . 2 qué espera usted.”. .. INFANTA Y NEPTUNO.—(Habana). (Cuba).— Se casó hace tres años sin estar enamorada; él es un buenazo y la quiere ciegamente, pero ella “no puede aguantarle.” Se aburre a su lado. siente hacia él “una repugnancia física.” He aquí un drama que sólo puede solucionar el divorcio. UN VILLARENO DESCONFIADO.—(Miami). “Nos conocimos y en el mismo instante nos sentimos atraídos el uno al otro. Pocos días después, ella me dió el “sí.” Luego me pregunta “si esa mujer le querrá tanto como dice y si le hará feliz.” Comprenda usted, mi distinguido amigo, que usted no me suministra dato ninguno sobre qué fundamentar mi contestación. Porque ese “sí” con que ella le endulzó los oídos, puede valer mucho si nsted es hombre maduro v pobre, y si es usted joven y rico, puede no valer nada. wW. LAZO.—(Tampa, J'la.)—Lamento lo ocurrido. No se ocupe del majadero que ha intentado burlarse de usted. Realmente el asunto no tiene importancia. Página 514 Bette Davis soluciona los problemas que se le plantean en la pantalla, de una manera que no se la aconsejamos a los que escriben a nuestro colaborador Zamacois. ¿Recuerdan la película en que encierra a su marido en el garage de la casa y deja que el monóxido de carbón, escapado del automóvil, le asfixie? Luego, no hace mucho, en "La Carta," "asesinó" a su amante, disparándole seis tiros de revólver. Ahora, cambiando su nombre por el de Regina Giddens, en "The Little Foxes," deja morir a su esposo, sin la más mínima emoción, al no darle la medicina que tiene al alcance de su mano.... La temible Bette asegura que está dispuesta al crímen, en beneficio del público, con cualquier arma; pero que detesta las armas de fuego . . . y también las armas blancas. —El ruido de un disparo me aterroriza— confiesa sinceramente.—La vista de la sangre me desvanece. ¡El administrar un veneno, en cambio, me parece sencillísimo! ... ¡Será necesario andarse con cuidado con Bette Davis! UN INDECISO.—(Annápolis). EE. TUU.—No llame usted “pecados” a las pequeñas condescendencias que esa señorita haya tenido—y acaso no tuvo—con otros novios. Lo esencial es que se quieran ustedes. La mujer y el hombre “empiezan su historia” a partir del instante en que “empezaron 9 amarse.” El pasado murió, y es el presente lo que vale porque es lo que vive. ¡Ah! ... Y si llega usted a casarse, no se muestre celoso, ni hable jamás de lo que fué. Recordar es peligroso. Quien recuerda se expone a resucitar lo que el tiempo enterró. DESAMOR. (México).—Se casó a los veinte años para divorciarse, “por incompatibilidad de caracteres,” un año después. A poco conoció a un sujeto de quien se apasionó “por parecerme que él era mejor, más bueno y más todo que nadie.” A su lado vivió dos años y actualmente sólo existe entre ambos una leal amistad. Luego surgió el amor—el terrible amor—que había de enloquecerla. Tras un idilio breve y ardiente, él se marchó a Veracruz; desde allí le escribía y conversaban por teléfono casi a diario: pero cuando, semanas más tarde, regresó a México, va no era el mismo. Parecía otro. Y, efectiva mente, era otro . Ca OA “Desamor” lo quiere y se queja: “Créame— dice—que lo que él ha hecho ha sido una canalada y una burla, porque yo estaba muy tranquila cuando él se me apareció. Mi venganza la tengo fija en una sola idea, que es matarlo como a un perro.” No, “Desamor,” usted no hará eso; no lo hará por cariño a su madre—que moriría de dolor si viese a su hija en pleitos cun la Justicia—y, sobre todo, porque “no tiene usted derecho a vengarse.” Usted vivía tranquila y ese hombre destrozó su sosiego. De acuerdo. Pero seguramente no lo hizo adrede, o sea “por gusto de hacer daño,” sino cegado transitoriamente por el espejismo pasional «on que usted—también sin querer—le trastornó, lo cual quita a su delito casi toda su gravedad. Para convencerla de cuán ciertos es lo que digo, invirtamos los términos del drama. Sujongamos que era él quien vivía tranquilo y usted quien—involuntariamente—Je inspiró un cariño al que, desvaneciaos los primeros momentos de ilusión, usted no había de corresponder. Tendría él derecho a matarla por el solo hecho de haber dejado de quererle? .. . No. Resígnese, amiga mía, y no vuelva a pedirle esos retratos y esas cartas que, en el implacable rodar de los años, cuando él—ya en los umbrales de la vejez-—recuerde su juventud, seguramente le harán suspirar y le humedecerán los ojos. . . porque su corazón pertene LOCA DE AMOR.—(Habana) (Cuba).—La vida madruga más en las mujeres que en los hombres. Ellas son, en todo, más precoces que nosotros. Una joven, a los quince años, es ya una mujer capaz de desempeñar todas las obligaciones de una madre de familia; en tanto un mozalbete de dieciseis años no es todavía “un hombre,” dando a esta palabra su verdadero sentido espiritual. Por lo mismo, a mi confesante, que tiene quince años, no le conviene un novio de dieciseis, pues aunque la lleve un año es mucho menor que ella. “Loca de Amor”—que no tiene otra locura que la de su poca edad, dice refiriéndose a su adorado: “El no me conoce, pero me lo yan a presentar.” Y más adelante: “Qué hago?” “Me enloquece ese muchacho. Búsqueme una solución que no sea olvidarlo.” Precisamente lo que hará usted es olvidarlo, acaso sin darse cuenta. Usted estudia, usted es una niña discreta y, siéndolo, cómo voy a creerla enamorada ciegamente de un boquirrubio con quien no ha hablado nunca, cuando la suprema seducción del hombre está en su inteligencia? . . . Déjese de niñadas. Vaya al cine. a la playa, a los bailes, diviértase . .. y un día se preguntará a sí misma, llena de extrañeza:—“Y Fulano?” .. . ¡Qué raro! .. . Hacía tiempo que no me acordaba de él.”. .. Y se reirá de lo que en estos momentos la tiene un poco triste. UNA AGRADECIDA.—(New York).—Esta adorable criatura, luego de exponerme su problema, añade: “Me parece que lo que me va usted a decir es: “Muchachita loca, dedícate a tus estudios, eres joven y el día de mañana encontrarás algo mejor.” Acertó usted y hago mías esas palabras saturadas de buen sentido. No alimente por más tiempo ese capricho absurdo. La persona a que uted se refiere es, sin duda, inferior a usted en educación y en trato social. A su lado sufriría usted horriblemente. Aspire usted “a subir,” o cuando menos, “a no descender.” Para una mujer, de gustos delicados, la compañía de un marido tosco es el peor de los suplicios. MORENA CLARA. (New York).—Lleva seis años de relaciones con un individuo que. porque gana escaso dinero—y el poco que gana lo invierte en vestirse—no se resuelve a casarse, y sobre no casarse promete asesinar a su novia si le deja. Yo quisiera saber en qué se basa este perfecto imitador del “perro del hortelano” para monopolizar una vida que no es la suya. Tenemos evidente derecho a matarnos, pero no a matar. “Morena Clara” debe desoír esas amenazas y aceptar los amorosos requerimientos de ese otro hombre que tiene “buenas intenciones y promete casarse enseguida.” A “Morena Clara,” que tiene veintinueve años y vive honradamente de su trabajo, nadie puede arrebatarle su absoluto derecho a ser libre. No me cansaré de repetir que en la libertad radica la dignidad de la persona. DESESPERANZA. (Camagiúey) (Cuba).—Qué va usted a hacer con un zascandil que. después de entretenerla durante seis años se dispone a casarse con otra? ... Nada. De tamaño zángano no puede esperar nada. ¿Mi consejo? moO Olvidarle. Si no lo hace perderá usted neciamente su juventud. UN INDECISO. — (Lagunillas, Cienfuegos). Hable con la interesada. ¿Qué puede suceder? ... ¿Que no le acepte o que su familia se oponga rotundamente a la boda? ... Todo es preferible a que, más adelante, se pregunte usted a sí mismo:—“Por qué no se lo dije?”. .. Cine-Mundial