Cine-mundial (1941-01-01T23:23:59Z)

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En Broadway Estamos ya a mediados de septiembre, y en Nueva York hace un calor horrible. Los hombres andan por la calle en mangas de camisa, sin sombrero, empapados en sudor, con un humor de mil demonios. Las mujeres, como de costumbre, frescas y rozagantes, algunas con abrigos de paño y otras con pieles. Y de Cuba acaba de llegar un equipo de futbol, que viene a desafiar a los de la metrópoli. Es un misterio cómo se le puede ocurrir a nadie venir a jugar futbol en Nueva York en esta época, con este calor y esta humedad que casi no le dejan a uno respirar. Lo más sorprendente es que el equipo que acaba de desembarcar en Nueva York se estuvo jugando en Cuba durante los meses de julio y agosto. ¿Cómo es posible eso? En Cuba, que es un -horno en verano, y donde se le queman las patas a los perros y los gatos cuando atraviesan la calle al mediodía. A Srta. Carole Landis, de la Fox, le tiene miedo al amor. “Nosotras las muchachas románticas del Cine, que besamos tan dulcemente en el Lienzo de Plata”, dicen que ha dicho Carole, “nos escondemos en el último cuarto de la casa cuando Cupido asoma su carita picaresca por la ventana. No lo duden ustedes: nosotras mo queremos ser mariposas que revolotean entre sus admiradores y sus novios. Lo que las artistas queremos es conseguir un hogar y un magnifico marido que nos ame constantemente.” La idea mo está mal, y debe habérsele ocurrido durante la canícula al encargado de dar publicidad a las estrellas de esa empresa. OS cronistas neoyorquinos aluden con frecuencia en son de broma a “La Rosa de Broadway”; y el otro día vi a este personaje por primera vez hablando con un individuo desarrapado a las puertas del “Automático” de la calle 50. Es una mujer bastante fea de mediana edad; desgreñada, mal vestida, nariguda, y con una sonrisita fija en los labios que parece indicar que le faltan algunos tornillos. Creo que se dedica a vender baratijas por el distrito teatral; y a pesar de que la han hecho famosa mencionándola en la Prensa a cada rato, la pobre no debe andar muy bien de dinero—a juzgar por su traza. Página 518 Con Jorge Hermida Es decir: si la “Rosa” que me señalaron es la auténtica, y no otra “Rosa.” RACE CUNARD está de vuelta en el Cine. A la estrella máxima de las series hace veinte años, acaban de darle un papel secundario en una cinta de la Universal. N industrial recién llegado de Manila, que conoce el Japón de arriba a abajo, dice que no comprende por qué los norteamericanos están tan obsesionados con los planes anexionistas de los japoneses. —¿Qué es lo que van a hacer ?—dice. —No pueden hacer nada. Todo ese temor carece de fundamento. Los japoneses se encuentran cercados por los rusos, los norteamericanos, los chinos, los holandeses y los ingleses, todos bien provistos de aviones que en unas cuantas semanas arrasarían con las casas de papel y madera que forman las ciudades populosas del Japón. Aunque este señor duda mucho que ahora vaya a estallar otro nuevo conflicto en Oriente, tiene la seguridad, por otro lado, de que algo estupendo sucederá por allá dentro de diez © quince años; y debido también a los japoneses y a las nuevas normas de vida que han adoptado. En el Japón, dice, están materialmente amaestrando y cebando a los niños como si fueran animales destinados a la lidia. Les están abarrotando el cerebro de ideas agresivas, y el cuerpo de alimentos de tal potencia nutritiva, que los japonesitos que lleguen a hombres dentro de una década constituirán una raza de gallos de pelea en forma humana, y no van a dejar títere con cabeza en todo el Asia. L mes pasado se me olvidó mencionar la muerte de Hawley, que fué representante en Washington en tiempos de Hoover, y que colaboró con el senador Smoot, fallecido también hace poco, en la preparación del documento más funesto de estos últimos tiempos. El arancel conocido con el nombre de “Smoot-Hawley,” y dictado por la codicia y la torpeza de los industriales reaccionarios de Norte América, fué la chispa que hizo estallar el polvorín económico del mundo. “Tan pronto se pusieron en vigor aquellos aumentos inauditos en los derechos de aduana, cerrando la entrada en esta nación al grueso de las importaciones, vino el desequilibrio social en todas partes, incluso en el propio territorio de los Estados Unidos, y empezaron a tambalearse gobiernos y regímenes. Precipitó esta crisis que no se acaba nunca; acentuó la miseria y el descontento por toda la tierra. Fué la causa inmediata de que se encumbrara más de un dictador sanguinario; y de que algunos países, como Cuba, se arruinaran por completo. Esto parece exagerado, pero es la verdad escueta. No hay duda de que más tarde, o más temprano, se nos hubieran venido encima los males que ahora sufrimos, dadas las teorías de manicomio que rigen a la humanidad; pero es un hecho fácil de comprobar que el derrumbe comenzó en cuanto se hizo ley ese malhadado plan arancelario. Hawley era un politicastro adocenado, lo mismo que Smoot. Los dos sólo fueron instrumentos de los grupos que entonces dominaban la política interior y exterior de este país, y que continúan luchando contra las medidas liberales del actual gobierno de Washington. Ambos fueron derrotados en las elecciones que elevaron a Roosevelt a la presidencia, y desaparecieron del escenario nacional hasta que la Premsa publicó sus notas necrológicas. El cantante norteamericano Bing Crosby, que realmente habla las canciones, acaba de batir el record que estableció Caruso hace veinte y picos de años. Caruso llegó a ganar cerca de $100,000 anuales con sus discos, que se vendian de $2 a $7 cada uno. Los ingresos de Crosby ascendieron a más de $125,000 durante 1940, y la empresa que lo tiene contratado vendió 1,200,000 discos suyos, a 35 centavos cada uno. ODO está por las nubes en Nueva York: la ropa, los víveres, los alquileres. También han subido los sueldos de las coristas en Broadway, que ahora no se pueden conseguir a menos de $60 o $70 por semana. Son tantos los espectáculos a base de muchachas bonitas y simétricas, que en la actualidad resulta más fácil reunir artistas de cartel que pequeños conjuntos corales o de baile. Según los empresarios, el artículo más abundante en Broadway hasta hace cosa de Cine-Mundial