Cine-mundial (1941-01-01T23:23:59Z)

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halla al lado del director desde el 1914 y tiene una disculpa generosa para sus malas crianzas. —Si usted le observa bien—nos dice—a los únicos que grita es a los viejos de su estado mayor. Y eso lo hace porque sabe bien que no nos damos por ofendidos. Gladys Rosson, la secretaria de DeMille, aficionada a las estadisticas, interviene: —He comprobado—nos dice—que las 17 personas que estamos constantemente en contacto con Mr. DeMille, llevamos a su lado un promedio de 17 años cada uno. Y de los tres que le han abandonado en los 10 años últimos, solamente uno de ellos lo hizo por su voluntad, para casarse y retirarse del cine. Los otros murieron en la brecha. Enfrente del director se sienta su hijo Richard, estudiante de la Universidad de Columbia que se halla de vacaciones, y al que su padre ha asignado un puesto en su compañía. Cuando interrogamos si en capacidad de artista, DeMille nos replica: — Ninguno de mis hijos será artista mientras ande yo por el mundo. El trabajo de Richard es el de contestar al teléfono en el “set,” mientras abre bien los ojos y los oídos . . . y aprende . . . ¡desde el primer peldaño de la escalera! —i Con tal maestro! . . .—aventuramos. De Mille mira a su hijo con mirada de orgullo. El hijo nos dice por lo bajo: —¡ El viejo es buenísimo, pero goza disfrazándose con .una piel de león para ocultar sus bondades de cordero! . Lo sabemos bien. Le hemos oído decir en cierta ocasión, cuando alguien delante de él aventuró la idea de que el “amor de madre” estaba pasando de moda: —¡La Madre será sagrado de la tierra! siempre lo más Y hemos visto sus ojos húmedos de emoción al recordar lo que él debe a la suya. A propósito, aventuramos una pregunta, a la que el director contesta amablemente: — Es cierto; la obra en que tengo puestas mis más caras ilusiones y esperanzas, será “Reina de Reinas,” la historia de María que es, no sólo la Madre de Jesús, sino el símbolo sagrado de la Maternidad. Ella es la Madre del cristianismo—que encierra en su doctrina todo lo que es noble, santo, bello, —y su sólo nombre halla un eco en los corazones de toda la Humanidad. Nosotros pensamos en la magnífica obra clásica del cine silencioso, “Rey de Reyes” y abarcamos con rápido vuelo el plan del Director. 1941 Noviembre, OLVEMOS al escenario, y recibimos la impresión de encontrarnos ante un soberbio cuadro de Museo. Todos los personajes aguardan inmóviles en sus puestos la llegada del creador que ha de darles vida. Apenas entra DeMille, se ilumina el telón de transparencias y las olas violentas vienen a estrellarse en los arrécifes que cierran la entrada del tanque. El director nos advierte: —«¿ Tiene usted miedo al agua?... iNo se coloque muy cerca del borde del tanque! Agradecemos la advertencia y no hacemos caso de ella. El tanque en perfecta calma nos tranquiliza por completo. Y avanzamos cuanto podemos. DeMille comienza a dar órdenes. Funcionan las mangueras, empapando a los que se hallan a bordo del barco. —¡Número uno! . . . ¡Número dos! . ¡Número tres! ... ¡Número cuatro!... —grita el director. Van entrando bajo las cortinas, por el orden en que las pide, unas gigantescas “orugas” de lona que avanzan, sostenidas por cables, hasta en centro del “set.” A una señal convenida comienzan a funcionar, desencadenando un verdadero huracán en el escenario. Son los cuatro vientos enfocados hacia el “Jubilee.” Se doblan los palos del barco, se rasga su velámen, cruje su Casco, se queja el maderamen con aullidos ahogados de dolor. Las mangueras vierten ahora una lluvia torrencial sobre la escena. Y de repente, comienzan a funcionar bajo al agua unos potentes rodillos y el estanque se convierte en un mar furioso cuyas olas nos salpican y mos bañan antes de que podamos dar un paso atrás. Ruge el viento; los poderosos ventiladores arman un ruido ensordecedor; las olas saltan con más fuerza a cada momento. Un bote con diez hombres cruza el tanque tras agotadores esfuerzos y se acerca a la borda del “Jubilee,” donde alcanzamos a ver los rostros de Raymond Massey y de Robert Preston jubilosos con satánica sonrisa, ante la vista de la presa que se acerca. Los elementos desencadenados nos dan una sensación de verdadero pavor. ¡No nos va a ser posible escaparnos de su alcance! . La voz de DeMille ruge a través del micrófono, dominando el fragor del temporal... . ¡Ya no es el ser humano, caprichoso y lleno de triquiñuelas, que dirige una película más, vestido con su eterno traje de montar color castaño! . ¡Ya no es el padre amoroso, ni el hombre lleno de ternuras cuya suprema ambición en la vida es la consagración del Amor Materno! .. . ¡Es Eolo, el dios mitológico de los Vientos! . . . ¡Es el Genio de la Tempestad! . .. Un nuevo y alegre tinte del Lápiz Labial Don Juan — cuyos tonos no se van ¡El lápiz perfecto para sus labios! 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