Cine-mundial (1942)

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Edith Head, la gran modista de la Paramount, en plena tarea creadora. En estas instantáneas pueden observarse cuatro fases en la confección de un modelo. La Moda, las Modistas y la Guerra \A M ADEMOISELLE la modiste” esta en pie de guerra. La contienda universal que presenciamos en estos momentos, exige, aún en los Estados Unidos, el racionamiento de ciertos artículos. La diferencia, entre éste y los otros países en guerra, es que en Norteamérica se lleva a cabo lo que podria llamarse “distribución equitativa de la abundancia.” Ciertas disposiciones gubernamentales fijan—de una manera muy liberal por cierto—las restricciones que significarán un ahorro en el consumo de tejidos y otros materiales para los modelos que nuestra colega Selmánde nos describe detalladamente todos los meses. ¿Se observarán tales limitaciones en los suntuosos trajes que lucen en la Pantalla las estrellas de Hollywood? . . . ¿Han pasado a la historia los trajes de seda y de falda larga para fiestas de noche? ... ¿No habrán ya más escenas en salones iluminados por candelabros, que resaltan los últimos modelos creados por los modistos de Hollywood? ... Edith Head es la persona que puede darnos la respuesta con la autoridad que le confiere su puesto en la colonia cinematográfica: jefe del departamento de modas de la Paramount y creadora de los modelos que cubren las figuras deliciosas de Madeleim Carroll, Verónica Lake, Claudette Colbert y demás estrellas, estrellitas y aspirantes. Y, como al escuchar a Miss Head nos damos cuenta de que estamos hablando con una mujer de mucho sentido común y no escasa cultura, nos disponemos a reproducir sus manifestaciones in verbatim, eliminando las preguntas del reporter . . . que poco interesarán al lector. Habla Miss Head: —; Qué pasará con la seda? .. . No nos preocupa este problema. Hay suficiente en Agosto, 1942 Por J. Pobes existencia, y la industria cinematográfica se considera satisfecha con recibir la cantidad que le corresponda cuando se llegue al racionamiento. En cuanto al lujo y diversidad de estilos, no hay que temer en lo más mínimo que disminuyan en relación al pasado. Además, y si la situación lo requiriera, podemos recurrir a muchos materiales sintéticos que, ante la cámara, nadie puede distinguir de los legítimos. — Algunas veces, por razones sentimentales o porque lo prefieren así, algunas estrellas desean quedarse con los trajes que llevan en la película. En esos casos el estudio los vende a precio de coste. —No; nada se desperdicia. . . . Al ter minar una cinta, el vestuario vuelve a mi departamento y allí se descose pieza por hotel donde se hospedé durante su estancia en Nueva York. Edith Head en el vestíbulo del pieza. “Todas y cada una de sus partes retorna a los estantes, de donde saldrán de nuevo para futuros modelos. —Desde luego: cuando diseño ropa tengo muy presente al público femenino. En otras palabras: mis modelos están al alcance de la mayoría de las mujeres que van al cine. Si no lo hiciera así, sería una falta de realismo, y, además, me atrevería a decir que constituiría una crueldad. Claro es que, en ciertos casos, al tratarse de argumentos en que los personajes pertenecen a la clase acaudalada, es necesario hacer excepciones; pero, generalmente, y aún siendo así, procuro no apartarme de la regla citada. Esta regla que me he impuesto, la considero importante para la moral del público, en lo que respecta a los Estados Unidos. Estamos en guerra y todo el mundo debe apreciar las realidades democráticas. No hay porqué crear modelos fuera del alcance de la espectadora que busca en el Cine una orientación en los estilos, que ella quiere lucir también. —No, no pienso crear muchos estilos militares o influenciados por el ambiente bélico. Yo creo que al hombre, por patriótico “que sea, no le gusta ver a su mujer o a su novia vestida continuamente en modelos que le recuerden el uniforme. Lo primero de todo es la nota femenina, delicada. —Dominara una mayor sencillez en el tono general de las modas que presente Hollywood en el futuro; pero es posible que ello aumente los atractivos. . . . —; Barbara Stanwyck? . . . Una muchacha muy simpática y llana. Con ella no tengo problemas ni discusiones. Cuando le digo que deseo verla para hablar de los trajes que ha de llevar en tal o cual pelicula, su respuesta es siempre la misma: “Tu misma lo decides. . . . Lo que hagas esta bien. . . .” ¿Madeleine Carroll? ... Una mujer de gran inteligencia. Es un placer (Continúa en la página 400) Página 371