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Para la mayoría de las gentes que andan en los cuarenta años, la invención del gramófono va siempre asociada a un perro.
La primera empresa industrial que popularizó el milagroso instrumento de Edison, lo presentó en el mercado con una inmensa bocina de metal y un perro faldero, muy sentadito, oyendo los sonidos que partían de la bocina.
Era unos sonidos estridentes y broncos que daban la sensación de que todos los que cantaban por el gramófono eran unos bebedores impenitentes. La aguja sobre el cilindro—entonces eran cilindros y no discos—rascaba produciendo un ruído áspero que contribuía a la carraspera del cantante.
El fonógrafo siguió progresando, y a medida que mejoraba disminuía el tamaño de la bocina y aumentaba el volumen de la caja de la que partía aquella trompa metálica. Los cantantes parecían beber menos y tener las voces más clavas. Y el perro, que por años permaneció imperturbable escuchando la voz de su amo, como rezaba la frase del reclamo comercial, se supone que envejeció y murió, porque acabó por desaparecer de los anuncios o quedó relegado a segundo término, como un recuerdo.
Con la desaparición de aquel simpático can se desvaneció la juventud de cuantos lo habían contemplado en un principio. He ahí que ahora, aquella misma empresa inicial nos envía uno de los catálogos de discos más espléndido, por la calidad y variedad del contenido, que haya
“LA VOZ DE SU AMO” RETORNA TRIUNFAL
mos visto. Y en nuestra imaginación es como si de nuevo resucitara el perro que se sentaba ante la bocina.
El fonógrafo enferma gravemente
En 1929 todos creíamos que el fonógrafo llevaba el mismo camino del perro y que su desaparición era inevitable. Estaba grave, anémico, abandonado de las gentes, cansadas de oirlo, hastiadas de aquella novedad que aunque se había inventado hacía 42 años, parecía ya centenaria.
En realidad, la enfermedad procedía de un serio disgusto que le había proporcionado otro instrumento todavía más maravilloso: el aparato de radiotelefonia. ¡Qué viejo, qué terriblemente anciano hacía al gramófono la radio! Los mismos industriales del ramo confiesan que por aquel entonces el fonógrafo estuvo en la agonía, y si se salvó, fué de milagro.
No era equélla la única crisis seria en la vida del invento de Edison. Aunque no comenzó a comercializarse en gran escala hasta 1901, cinco años después habia pasado completamente la novedad y el público no adquiría aquel “Juguete.” Nadie tomó en serio al gramófono.
Vinieron nuevas reformas, se hizo más asequible, los discos eran mejores y el aparato pasó la crisis, se repuso y volvió a interesar a las gentes, ya como instrumento y no como juguete.
En 1925 surgen los primeros aparatos de radio, y aunque los precios a que se expendian eran fantásticos, el público se empenaba, lo obtenía a plazos, pero acudía venturoso en busca de aquel milagro de las ondas hertzianas. El fonógrafo dió un bajón horroroso, estaba hecho
una sombra.
Caruso el médico
Difícilmente lo salva de la catástrofe un cantante, un glorioso tenor italiano que se llama Enrique Caruso. La “Victor” imprime los pri
(Continúa en la página 394)
Seis "poses" características del maestro Toscanini dirigiendo su orquestra sinfónica
1942
Agosto,
en el Carnegie Hall de Nueva York.
Página 383
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