Cine-mundial (1942)

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YA HAY MÁQUINAS . RESPONDEDORAS Por Ma que suceder. Las máquinas, creación del hombre, están superando al hombre. Un médico, por eminente que sea en su profesión, no podria profetizar el advenimiento de una epidemia. Una maquina, si. Un psicólogo, por enterado que esté de los tiquismiquis del espíritu humano, no se atrevería a decir cuántos vecinos de una provincia se volverían locos durante los siguientes cinco años. Una máquina, sí. Y, por supuesto, sin equivocarse; porque los artefactos mecánicos, si funcionan bien, no yerran. Un amigo de esta revista nos llevó a ver media docena de esas máquinas increíbles. Lo primero que sorprende es que no están en Mingun taller ni dan ocupación a ningún obrero. . Las tiene instaladas, en diversos pl 1942 Agosto, Francisco J. Ariza salones, ¡una compañía de seguros! —«¿ Y esos armatostes . . . qué fabrican ? —preguntamos curiosos. —Estadísticas, —nos replicó muy serio nuestro amigo. Ibamos a perder interés en un asunto tan ajeno a nuestras tendencias románticas, cuando el informante tuvo el tino de añadir: — Quieres saber cuántos muchachos menores de veinte años fallecerán por accidente, en su propia casa, durante el co rriente año? Pues no tienes más que apre tar estos botoncitos. Se-imponian el pasmo y el tartamudeo. Aquello no era un mecanismo entre cuyas ruedas dentadas zumbaba misteriosamente la energía eléctrica. Aquello era una Sibila. Lo que, en apariencia, no pasaba de combinar rodillos con cadenas, palancas con ciguenales y láminas con punzones, asumía: de repente proporciones cósmicas. .. . ¿ Hubo que pedir explicaciones. Las máquinas para compilar estadísticas 1% « libros . = limpiado ventanas en Nueva York, tiene que págar más por una poliza de seguro contra accidente que otro colega que lava ventanas en Tegucigalpa, por ejemplo. Porque las estadísticas indican. . . . (¿Necesito decir lo que indican las buenas señoras en este caso?) Las tales maquinitas están al día. Cae enfermo un ciudadano y anotan qué mal padece. Se alivia, lo apuntan. Se muere, toman nota. Contagió a su señora se lo -eär gan en cuenta. Y así sucesiva e“indefini “damente. Es una especie de teneduría de . . libros de la vida. De cómo funcionan esos aparatos se puede „tener idea recordando el mecanismo—exterior, porque el interior es laberíntico—de las “calculadoras” para hacer Cuentas. Se “aprietan tales y cuales botones, se mueve un resorte, se-tira de la palanca y, al cabo “de varios ruídos misteriosísimos, aparece el total como aparecía el genio cuando Aladino constituyen la base misma de las actividades —-frotaba la dampara. es i de una Compañía de Seguros. En las cifras que dan se cimenta lo que la empresa cobra por cada póliza .. . y lo que, en utilidades para sí, para sus agentes y para sus asegu_ rados, percibe anualmente. Si prevalecen en determinado territorio el paludismo, las afecciones cardiacas, la | tuberculosis . . . o los robos y los incendios . . . Sube la tarifa de seguros en esa zona. O al revés. Si una persona se gana el pan Pero las entrañas de las máquinas-profetisas son mucho más enredadas; su estruendo es más borrascoso y sus tareas muchísimo más lentas. Para obtener ciertos datos, debe aguardarse media hora ... . una hera, un par de horas... . Y figúrese el lector cuántos manubrios hay que: poner en acción, cuántas agujas que ajustar, mientras los motores gimen y los ejes traquetean. En esencia, y, para no meterse en alta mecánica, estas máquinas se sirven de tarjetas que llevan el nombre de un tenedor de póliza de seguros y, debajo, diversos datos: su edad, sus señas, sus achaques, su estado civil, su dirección, su oficio, etc. Cada dato tiene una perforación especial: veinte, más o menos, en total. Cuando alguien quiere obtener detalles respecto a cualquiera de los informes que figuran en la tarjeta, mani pula determinadas palancas y la máquina se encarga de sortear—mediante las perfóraciones respectivas, que reaccionan, individualmente, a la energía eléctrica—todas las tarjetas de todos los tenedores-de pólizas en que va el informe que interesa. Y, luego, las devuelve, intactas, al casillero de donde salieron. Pongamos un ejemplo, por si la eclaración anterior dejó el asunto tan obscuro como antes. Interesa saber cuántos tenedores de póliza mayores de cuarenta anos son viudos. Acude (Continúa en la página 400) Página 385