Cine-mundial (1942)

bien”. “La mucha cortesía es descortesia’’. “Al que roba oro lo encierran en la cárcel: al que roba tierra lo hacen rey”. “La niebla no puede despejarse con un abanico”. “Cuando el gato se apena por el ratón, no hay que tomarlo en serio”. “La victoria le enseña poco al hombre; la derrota, mucho”. N tal Ben Moroz, pugilista profesional, es el individuo mas grande que en la actualidad se ve por Nueva York. Pesa 303 libras y debe tener unos siete pies de estatura. No es mal tipo y esta bien proporcionado. La otra noche peleo con Buddy Moore, un negro de 205 libras que fué campeon de peso completo entre los aficionados, y que parecia un enano a su lado. Moroz ni sabe ni quiere pelear, y con Moore no hizo mas que defenderse y empujarlo contra las cuerdas durante los cuatro asaltos que duró el encuentro. “Tampoco pudo lucirse el moreno, y ambos se limitaron a —De manera que no contento con robarse quinientos pesos, regresó usted a la casa y se llevó usted dos relojes, tres anillos y otras garambainas? —Sí, señor Juez. Recordé que dijo un filósofo: "El dinero solo no hace la felicidad." hacer el ridículo. Este Moroz es tan alto que para alcanzarle la quijada se necesita una escalera; y tan gordo, que pegarle en el estómago es como pegar sobre un colchón. L ver en una revista de Méjico un anuncio titulado “¿Por qué está con nosotros Ramón Novarro ?”, uno de nuestros redactores dijo que él podía aclarar el asunto a la carrera, pero que prefería abstenerse. 0) OR fin tuvieron que cloroformar a “Tony”, el caballo del difunto Tom Mix, que había cumplido cuarenta años y llevaba mucho tiempo dándose buena vida en un potrero de Tejas. El pobre “Tony” estaba ciego, se le habian caido ya todos los dientes y era imposible darle a comer nada sólido. La última vez que lo ví fué en Nueva York hace doce años, dentro del comedor de un hotel en que le daban un banquete a Tom Mix. Lo trajo de la brida un mozo de cuadra. El célebre cowboy lo —jConque quiere usted divorciarse! ¿Es que no está usted satisfecho de la vida conyugal? —¿Dice usted satisfecho? no quiero ya mas! ¡Claro que estoy satisfecho! ¡Por eso es que montó y desde aquella altura echó un discurso, que casi no pudo oírse porque “Tony” no se estaba quieto y hacía un ruído infernal golpeando con los cascos sobre el piso. Hê llegado a Nueva York un perro que dicen que habla. Por supuesto que todo eso son pamplinas, y no existe ejemplar alguno de la raza canina que hable, o que pueda hablar. Los perros no hacen mas que ladrar, porque su cuerdas vocales no permiten otra cosa. El que sí habla por los codos es el amo del animal, actor ducho y de gran personalidad. Habla tanto y tan bien que el público, al calor de su verbo, cae en una especie de sopor hipnótico y llega a figurarse que en realidad el perro está imitando la voz humana, confundiendo sus ahullidos con palabras. El único perro que por un poco habla fue uno del Cine hace lo menos quince años, y el hecho vino a ocurrir en las columnas de CINE-MUNDIAL en un artículo titulado “Si Hablara Rin-Tin-Tin .. . ”, escrito por Baltasar Fernandez Cué, que era entonces nuestro corresponsal en Hollywood y a quien más tarde asesinaron los fascistas en Madrid. Ese articulo—alusivo a los diversos sistemas de pronunciar el castellano —fue el primer disparo en la interminable “Guerra de los Acentos”, que dió al traste con la producción de películas en español en California y ha sembrado la discordia entre los que se ganan la vida en los Estados Unidos hablando nuestro idioma. E cuenta que una tarde en un teatro de Nueva York, una joven salió corriendo del patio de lunetas detrás de un sujeto, a quien acusaba a gritos de haberle robado la cartera. Intervino el empresario, deseoso de evitar un escándalo y que llegara la policia. La muchacha le contó que el hombre había estado sentado junto a ella, y que cuando se marchaba observó que le faltaba la cartera. —; Dónde la tenía usted ?—preguntó el empresario. —En la media—dijo la muchacha. —¿Pero si la tenia usted en la media, cómo se la pudo llevar este hombre sin que usted lo notase? ¿No le sintió usted la mano, señorita, cuando se apoderó de la cartera. .. ? —i Naturalmente que si!—exclamo la joven.—Pero no creí que traía malas intenciones. CABA de morirse Voliva, jefe de una secta religiosa que florece por el centro de los Estados Unidos y cuya creencia principal es que la tierra es plana. Tenía setenta y tres años. Este señor sostenía que si se echaba uno a caminar en línea recta rumbo al hori (Continúa en la página 581) Cine-Mundial