Cine-mundial (1942)

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maravilloso país azteca, que nos había sido tan ponderado. ¡Y en verdad que no fuimos defraudados en nuestras ilusiones! ¡ México es una joya de innumerables facetas, cada una de las cuales brilla con luz propia en destellos luminosos! Y pudimos apreciarlas todas ellas hasta la quintaesencia de su valor, porque tuvimos de “cicerones” a un grupo de personas de alta significación social, de vasta cultura y de refinamientos principescos. Fueron ellos la familia del señor Rodolfo Charles, uno de los grandes abogados de la firma de Doheny, cuya encantadora esposa y cuyos nueve hijos, nos hicieron sentir, a Tom y a mí, en el centro de una verdadera familia, muy nuestra y muy amada, mientras estuvimos en México. Los nueve hijos del señor Rodolfo Charles, dos de los cuales Rodolfo y Mario son ya, además de dos buenos mozos, dos notables abogados, han sido educados cada uno de ellos en las Universidades y Colegios más famosos de distintos paises: Inglaterra, Francia, Bélgica, Suiza, Italia, España, los Estados Unidos, etc., etc., etc. El ambiente de la casa es así, además de un ambiente de alegría y de felicidad constante, un ambiente internacional, exótico, agradable e interesantísimo. Mi compañera ideal lo fué la hija mayor, María Luisa, una criatura adorable e inteligentisima, de extraño y exacto parecido con Bette Davis, que fué mi maestra en el arte de darme a conocer las características peculiaridades del pueblo mexicano, ensefandome las reglas de cómo debía comportarme en todo momento. Gracias a ella pude sacar el mejor partido de todo, aquilatando y apreciando los valores de ese pueblo magnífico, todo efusión, todo cariño, todo sinceridad. Las manifestaciones de respetuoso entusiasmo que me prodigó el pueblo de México no se me olvidarán jamás. Cierto día el señor Charles, María Luisa, Tom y yo, entramos en una tienda de curiosidades para comprar algunos recuerdos para nuestros amigos de Hollywood. El dueño de la tienda cerró la puerta para evitar que nos molestara la gente que ante ella se habia reunido. Y la puerta se cerro en tal forma que cuando quisimos salir no habia modo de abrirla. La gente se habia aglomerado en profusion tal, que yo empecé a temer el momento de la salida, acostumbrada como estoy a los publicos de los Estados Unidos que estrujan al artista a la salida de los teatros y de los cines. Comuniqué mis temores a Maria Luisa, que me tranquilizo por completo, garantizandome el respeto del pueblo mexicano y su comportamiento en casos como éste. Y, en efecto, cuando por fin se pudo abrir la puerta, la ola humana se abrio en dos filas para darme paso y una linda “chamaca” de uno diez años, fué la única que se adelantó hacia mí para ofrecerme vergonzosa un ramo de flores. Otra cosa que demuestra la sencillez y respeto de las modestas gentes del pueblo de México, es la forma delicada de sus piropos. “¡Qué bella debió ser su madre!,” “Qué envidia deben tenerla los angelitos 1942 Diciembre, a En los estudios de Columbia en Hollywood, Loreta Young se entrega a la tarea de corregir el articulo que ha redactado para los lectores de Cine Mundial: Todo ocurre entre escena y escena, durante la filmacién de "¡Qué Noche Aquella!” del cielo!”, oí decir varias veces a mi paso. ¡ Naturalmente que yo no me creo bella, pero confieso que halagaba mi vanidad el que me dijeran cosas tan lindas! .. . Vamos ahora al momento más pintoresco de la excursión. ¿Saben ustedes, lectores, que a mí me han brindado un toro?... ¡ Asi como suena!... Fué un domingo en la plaza de México. María Luisa me explicó que, como estába mos en verano, la corrida no era de toros, sino de novillos; es decir de toritos pequeños, que a mí me parecieron verdaderos elefantes con cuernos. Ella y su padre nos iban explicando detalladamente, a Tom y a mí, todas las sutilezas del arte del toreo, que, conocido de esta manera, no tiene nada de extraño que apasione a los pueblos latiEs un arte incomparable en el que el (Continúa en la página 578) nos. Página 549