Cine-mundial (1942)

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Niños que son Ancianos Por A. P. Canido UANDO se lleva veinte años trabajando en un mismo oficio o profesión hay que ir pensando en el retiro a la vejez. Ahora que Anne Shirley, por ejemplo, que hace veintidós años que trabaja en el cine, con lo que teóricamente es una anciana cinematográfica, no ha pensado en el retiro. Anne Shirley tiene 24 años y es bella y atractiva. Es, pues, una de las “ancianas” más jóvenes del mundo. Otra “anciana” cinematográfica es Shirley Temple. Esta celebrada artista acaba de dejar de ser niña. A los once años, pensando probablemente en la vejez, se retiró. Mas una ancianidad a los once años está llena de promesas, y éstas fueron tan irresistibles que después de tres años de retiro vuelve a la pantalla. ¿Qué hará ahora con las 250 muñecas que tenia en su casa? Hemos citado dos casos típicos de Hollywood, uno de los pocos lugares del mundo donde existe mayor número de niños dispuestos a envejecer en unos cuantos años en la pantalla. Porque si es cierto que todavía triunfan “centenarios” como Mickey Rooney, que puede decirse que nació en el Página 552 cine, se crió en el cine y acaba de casarse y divorciarse en el cine, la mayoría de los pequeñuelos que se ven en las películas duran un año o dos. A esa edad es como si se cayeran de viejos y hay que retirarlos de la pantalla. Hollywood está lleno de niños ancianos, mocosuelos que han llegado en pañales, han triunfado, han tenido su pequeño éxito, han envejecido cinematográficamente y se les ha dado de baja en los estudios. Otros siguen mostrando a la par su juventud física y su ancianidad artística como Jackie Cooper a los 18 años o Deanna Durbin a los 20. Estos seres privilegiados, niños y maduros a la vez, cuando todavía no han llegado a la pubertad se encuentran con los problemas económicos del que, encanecido, tras muchos años de labor, tiene que administrar sus bienes. Judy Garland, por ejemplo, tiene que preocuparse de sus inversiones, sus contribuciones y el vasto personal de su casa como el que después de cincuenta años de contínuo trabajo ha labrado una fortuna. En cuanto al producto de su labor se refiere, es como si am En los estudios de la Hollywood, la actriz china Iris Wong le enseña a Deanna Durbin el arte de comer con palitos. fué tomada durante el rodaje de "Forever Yours," cuyo papel principal interpreta Deanna. Universal en Esta instatánea bos fueran de la misma edad. Y si el hombre de negocios, envejecido y caduco, tiene que nombrar a un administrador para conservar sus bienes, no tiene que hacerlo menos un Jackie Cooper a pesar de su juventud—no ha llegado aún a los 20 años—y el inagotable caudal de energía que posee. A muchas de estas estrellas juveniles de la pantalla que no les hablen de ese problema que tanto preocupa a los hombres maduros: el sostenimiento de una familia. Algunas de estas diminutas estrellas vienen sosteniendo a las suyas poco menos que desde que dejaron el biberón. Y por lo visto, hay muchos padres que ansiosamente desean descargar sobre las débiles espaldas de sus críos el mantenimiento familiar, porque se calcula en 8000 el número de mamás que anualmente hacen el peregrinaje a Hollywood con sus niños encima, dispuestas a convertirlos en estrellas cinematograficas. ¡Qué satisfacción deber ser para un padre el poder decir que su hijo le ha salido tan bueno que a los tres años de edad contribuye con más de un centenar de dolares semanales al sostenimiento de la familia! Jane Withers, después de haber forjado una fortunita, desde que se hizo célebre en la pantalla dándole patadas en las canillas a Shirley Temple, en “Bright Eyes,” ahora, en plena vejez cinematográfica, ha entrado en sociedad, la han puesto “de largo” (aunque en estos tiempos ni las abuelas andan de largo e incluso las viejas y las obesas se resisten a llevar la falda más abajo de las rodillas) y habla de amoríos y de casamiento. Una muchacha así que ha aprendido a ganarse la vida espléndidamente desde que saltaba a la cuerda, es la esposa ideal. Viene a ser como casarse con una mujer de cincuenta años, aunque en realidad no llega siquiera a los veinte. Es posible que no sepa remendar calcetines ni componer camisas, pero no creemos que esto le preocupe lo más mínimo a Deanna Durbin, ni que constituya un motivo de discordia conyugal. Si el marido—que no lo creemos—aludiera a un roto en los calcetines y achacara a su joven esposa que ésta no se lo zurcia, Deanna podría replicarle: .—¿Te acongoja un roto en el calcetín? No te enojes por ello, vida mía. Ahora mismo llamo por teléfono a la camisería para que te traigan una docena. ¿De qué color los quieres ? ¿Qué marido no desearía tener una mujer asi? Una mujer que en lugar de repasar las prendas de su esposo las sustituya, sin decir palabra, con otras nuevas. į Y sin que el marido tenga que pagar la cuenta! Este estado de madurez econónica que en (Continúa en la pagina 577) Cine-Mundial